Andrea había pasado casi todo el día en el juzgado, el proceso en que estaba trabajando había consumido mucho de su tiempo y energía, el juicio fue más complicado de lo que se imaginó, pero todo el esfuerzo valió la pena cuando al final de día el juez profirió la sentencia favorable a su cliente, se sentía exhausta, pero estaba feliz por el resultado. Volvería a su oficina para revisar algunos contractos, hoy ni siquiera tuvo tiempo de llamar a Samuel, o de irse a la cita con su psicóloga.
Llegó a su oficina y no encontró a su secretaria en la recepción, ya casi no había nadie en el piso, con excepción del personal de la seguridad y uno que otro abogado que terminaba su jornada laboral.
Andrea llevaba puesto un vestido tubo color negro ajustado a las curvas de su cuerpo, le llegaba hasta las rodillas, sus tacones eran de igual color, en una de las manos tenía a su bolso y algunas carpetas y en la otra tenía a su chaqueta amenricana color blanco, que se la había quitado mientras salió del ascensor privado, tenía el pelo recogido en una colleta alta, pocas joyas y maquillaje suave, se veía elegante y sexy. Deseaba terminar lo que tenía pendiente en su oficina y llegar a su rancho para darse un baño y dormir en lo que le quedaba de noche, se sentía agotada, le dolían los pies y la espalda, dio un largo suspiro antes de abrir la puerta de su oficina.
El ambiente casi en penumbra era iluminado sólo por un camino de velas y pétalos de rosas que llevaba hasta la terraza de su oficina. Entreabrió la boca cuando alzó su mirada hasta el final del camino y se encontró con Samuel impecablemente bello, con una sonrisa en los labios y un ramo de rosas en las manos. Andrea sintió como su corazón latía desbocado en su pecho, involuntariamente empezó a sonreír, dejó sus cosas en el sofá y se acercó a él.
Andrea: Samuel... - Susurró. – ¿Qué es todo eso? – Lo miró a los ojos divertida.
Samuel: La ocasión pide algo especial... Primero déjame felicitarte por tu éxito, estoy muy orgulloso de ti. – Ella sonrió, mientras él le entregaba el ramo de rosas. Andrea llevó las flores a su nariz y inhaló su dulce perfume cerrando los ojos momentáneamente. – Bueno... Quería llevarte a cenar en un lugar hermoso, dónde celebraríamos no sólo el éxito de tu proceso, pero también porque tú y yo estamos juntos. – La miró tiernamente. – Pero como aún no es posible irnos a todos lados... Trajo nuestra cena hasta acá. – Acarició su mejilla.
Andrea: Me dejaste sin palabas... - Sonrió enternecida.
Samuel: Esa es la intención, brujita. Te quiero enamorar, ya te dije... - La miró intensamente. Andrea se sonrojó.
Andrea: Pues si sigues así, creo que no podré resistirme por mucho tiempo... - Su tono de voz era dulce, lo miró a los ojos.
Samuel: Estamos haciendo progresos, eso me alegra. – Dijo haciéndola reír. Andrea puso el ramo de rosas en su escritorio, se volteó y se acercó a Samuel acortando la distancia entre ellos, atrapó su rostro entre sus manos y lo besó en los labios con suavidad, Samuel posó sus manos en la cintura de Andrea, mientras respondía su beso moviendo sus labios gustosamente.
Andrea: Gracias, por ser tan dulce conmigo. - Susurró entre sus labios. Andrea alzó la mirada para encontrarse con la de él. – Y gracias por las flores, son hermosas. – Sonrió, acariciando su mejilla.
Samuel: No más que tú... - Acarició su mentón con la yema de sus dedos. – Ahora vamos a cenar, espero que te guste lo que elegí. – La miró con una sonrisa.
Andrea: Seguro que sí... - Samuel le dio un casto beso en los labios de su brujita, la tomó de la mano y la condujo hacia la terraza de la oficina. Andrea sonrió al ver la mesa puesta para una cena romántica. La vista de la ciudad a noche era una de las cosas más bellas que ya había visto, y tendrían aquel escenario sólo para ellos. – ¿Champán? – Alzó las cejas sonriendo, cuando lo vio con dos copas en las manos.
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Las Leyes Del Amor
FanficAndrea Del Junco es una joven abogada, exitosa, hermosa y muy atractiva. Una mujer que tenía todo para ser feliz, pero un dolor del pasado, la convirtió en una mujer fría y amargada. Para ella, todos los hombres son iguales a Fernando Morales, su ex...