Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓔 | ESME STANFORD
—¡Rosie!
Mi voz resonó a penas entre la multitud de personas en la Plataforma 9 3/4. Ya eran casi las once de la mañana, y me encontraba con mi mamá y mi hermano pequeño esperando a que mi mejor amiga me prestara atención.
Vi su melena rojiza sacudirse cuando giró su cabeza, en busca de quién llamaba su nombre.
—¡Señora Stanford! Tan bella como siempre.—Una voz masculina me hizo fruncir el ceño.
Me di la media vuelta para encontrar a Scorpius Malfoy besándole la mano a mi mamá, la cuál reía ante la caballerosidad de mi amigo.
—Oh, Scorpius, siempre tan caballero.—Negó con la cabeza, ganándose una risa divertida de él.
—Ya sabe, señora. Siempre debo dar mi mejor impresión.
Me crucé de brazos de inmediato, esperando a que me prestara atención. Vi como se agachó para hacer un saludo improvisado con Henry, mi hermano, hasta que finalmente me miró.
Alcé una ceja divertida cuando abrió sus brazos hacia mí.
—Esme.—Negué con la cabeza antes de envolver mis brazos en su cuerpo, inhalando el aroma de su perfume.
Cuando nos separamos, posó sus manos sobre sus hombros, con una sonrisa de lado en su rostro.
—Creciste como diez centímetros Scorp.—Me burlé, antes de agarrar mi carrito con mis cosas con fuerza.
—No es mi culpa que te hayas quedado de ese porte, pequeña.—Bromeó, ganándose un golpe en su brazo por mi parte.
—¿Listo?—Cuestioné, asegurando mi bolso sobre mi hombro. Él asintió, por lo que de inmediato caminé hacia mi madre y hermano para despedirme.
—Te cuidas, ¿sí? Y te quiero en casa para navidad. Tu abuela no va a dejar de fastidiar si no vas.—Dijo ella, acariciando mi rostro suavemente.
—Sí mamá, y mandaré cartas. Como cada año.—Rodé los ojos, antes de abrazarla con fuerza.
Me acerqué rápidamente a mi hermano, revolviendo su cabello y ganándome un gruñido de su parte.
—No seas- —Lo callé abrazándolo, para después dejar un beso en su frente.
—Te cuidas, ¿sí? No quiero saber que te metiste en otra pelea en la escuela.—Le advertí, ahora viendo cómo rodaba sus ojos hacia mí.
—Sí, sí, como digas. Sólo prométeme que me traerás de esos dulces que venden por allá.
Yo reí, antes de agarrar mi carrito nuevamente, para dirigirme hacia uno de los vagones del tren junto a Scorpius.
Él me estaba esperando pacientemente, mientras jugaba con uno de sus anillos y miraba la escena con una expresión de ternura.
