Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓔 | ESME STANFORD
Jade, Albus y yo caminábamos después de nuestra última clase, y no dejaban de hablar mal de Isaac.
Me sentía bastante dolida, y claro, traicionada. Jamás se me hubiera ocurrido que él haría algo como eso.
¿Por qué lo hizo?
Tuve que empeorar todo al besarlo; pero esa vez pareció entender muy bien que no estaba interesada en él.
Aunque claro, las personas siempre tienen un lado oculto detrás de toda la amabilidad y cariño que demuestran.
Isaac había sido expulsado de inmediato, y McGonagall había dado una charla al respecto el día anterior, obviamente evadiendo nombres y sólo dejando en claro que había ciertas cosas que estaba mal hacer.
Todos andaban chismoseando sobre qué había sucedido, y habían comenzado a sacar sus propias conclusiones. Obviamente mi nombre estaba en la boca de todos, y me daban miradas apenadas en los pasillos desde la primera clase que tuve en el día.
No había estado en su discurso, pero Albus me dijo que todos estaban hablando al respecto. También sabía que no dejarían de hablar del tema en mucho tiempo, pero a estas alturas sólo quería enfocarme en tres cosas.
Mis exámenes.
La beca.
Y claro, cómo iba a ser todo con Draco desde ahora.
No lo había visto desde esa vez que me desperté en la enfermería con él a mi lado, pero estaba segura de que Scorpius se había encargado de contarle.
Apenas lo había visto en el Gran Comedor o en los pasillos, pero debido a todo lo sucedido, Scorpius y Albus andaban prácticamente acompañándome todo el día a todas partes.
Y comenzaba a sentirme algo abrumada por eso.
Quería ver a Draco, necesitaba hablar con él, o ir a su oficina.
¿Quizás si me escapaba con alguna excusa podría? Acababan de terminar todas las clases de todos modos.
—Señorita Stanford —escuché detrás de mí.
Bueno, lo había manifestado. Gracias, universo.
Me giré hacia él, a la par de Jade y Albus quienes me miraron de inmediato con el ceño fruncido. Yo tragué saliva, mirándolos algo incómoda al saber que ellos sabían todo lo que había pasado entre el hombre y yo.
Estaba lista para algo incómodo.
Y bueno, no había tenido tiempo de contarles que habíamos hablado y que nos habíamos dado un par de besos en la enfermería.
Mala mía.
—Hola, señor Malfoy —respondí, jugando con el tirante de mi bolso de manera nerviosa, mientras sentía las miradas de mis amigos sobre mí.
