Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓔 | ESME STANFORD
—¿Otra carta de tu papá?—Scorpius me habló.
Era ya viernes, y estaba esperando en mi sala común junto a él a que fueran las cinco para ir a mi tercera detención con el Señor Malfoy.
Al parecer, sí lo había irritado lo suficiente el día miércoles. El día anterior me dejó corrigiendo los exámenes de los estudiantes de cuarto año sola; tres horas interminables.
Había llegado a su oficina y se fue de inmediato, para luego volver cinco minutos antes de que mi castigo terminara. Estuve aburrida - el lugar estaba silencioso y lo único que quería era marcharme apenas llevaba los primeros dos exámenes ya revisados.
Él estaba actuando raro - apenas me dirigía la palabra. Era molesto. Tener mis pequeñas discusiones con él se había convertido en una de las cosas más entretenidas en mi día a día, y al parecer ahora estaba haciéndome el tratamiento silencioso.
Las cartas de mi papá se volvieron más constantes, hablándome sobre el bebé en camino - y ahora parecía interesarse en mí.
Era raro recibir más cartas de él que mi madre, y me preguntaba cuáles eran sus intenciones verdaderas.
—Sí, es raro.—Me encogí de hombros.—Pero es lo que es.
—Quizás quiere comenzar de nuevo contigo, ¿no crees?
—No sé Scorp. Lo único que me preocupa ahora es ir a la enfermería a hacerme un chequeo.—Negué con la cabeza, mirando el reloj rápidamente.
Según mis cálculos, en cinco minutos tendría que salir del lugar para llegar a tiempo a detención.
—¿Pasa algo?—Su tono era de preocupación, pero simplemente apreté su mano sonriéndole para tranquilizarlo.
—Sólo un pequeño dolor de cabeza, es como un pinchazo. No creo que sea nada grave.—Traté de restarle importancia.
Lo vi fruncir el ceño, y sus ojos se enfocaron en el suelo, como si estuviera pensando en algo.
—¿Es como ese pinchazo que se siente cuando se meten a tu cabeza?—Alzó una ceja.
Yo incliné mi cabeza a un lado, ahora con una mirada confundida en mi rostro.
—¿Eh? No sé, jamás me han leído la mente.
Comencé a pensar, y realmente, jamás me habían leído la mente. Al menos, no que supiera.
—Oh, créeme que yo lo sé. Papá solía meterse a mi cabeza todo el tiempo durante cuarto año.—Rio, mientras se arreglaba el cabello.
Solté una risa también, encontrando completamente perturbador el hecho de que alguien se metiera en tu cabeza y ver todos tus pensamientos más profundos-
