𝓬. 029

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𝓓 | DRACO MALFOY

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𝓓 | DRACO MALFOY


Me encontraba mirando un punto fijo en la pared de mi habitación. El rostro de Astoria en el cuadro que tenía sobre mi mesa de noche me miraba de vuelta.

Llevaba por lo menos media hora pensando en que había invitado a Esmeralda a una cita conmigo. Y me sentía culpable.

Se sentía mal invitar a otra mujer a pasar una velada íntima conmigo; no había tenido citas desde que ella había muerto.

Pero mierda, quería hacerlo. Quería darle a entender que en realidad, sexo no era lo único que buscaba en ella. Pero, ¿qué más buscaba?

Me sentía ridículo buscando respuestas en una foto antigua de mi esposa muerta. No sé qué esperaba de eso. ¿Que me hablara? Tenía que estar completamente loco.

El maullido de Rufus a mi lado me hizo finalmente quitar mi mirada del marco de madera oscuro.

Lo observé unos segundos, y noté cómo todo su cuerpo se había ensanchado; me estaba dando cuenta de lo que Esme hablaba. Estaba más gordo que antes, y no entendía por qué.

—¿Habrá veterinarios en Hogsmeade? —le susurré, a lo que él en respuesta se acercó a mí, ronroneando contra mis piernas.

Se acomodó sobre mi regazo, y apoyé mi espalda en el respaldo de mi cama mientras llevaba mi mirada al techo, aún pensando.

Eran las diez de la mañana, y no tenía nada mejor que hacer. Los exámenes estaban calificados, y los papeles que Theo me había pedido revisar estaban ya listos.

Y lo más importante, los elfos ya tenían todo listo para llegar y aparecer la comida en la noche. Mentí, no sabía cocinar, pero ella merecía tener una rica comida en la noche.

Unos toques en la puerta de mi oficina sonaron hasta mi habitación, y fruncí el ceño, pues no esperaba que ninguna persona me visitara tan temprano.

La verdad era raro que alguien además de Esme viniera a mi oficina los fines de semana.

Me levanté de la cama, poniéndome mis zapatos rápidamente, y reí al ver a Rufus quejarse por quitarlo de encima mío. Me arreglé rápidamente el cabello y caminé hacia la puerta de mi dormitorio, para luego caminar a la de mi oficina y abrirla.

La figura de mi hijo apareció frente a mí, y de inmediato maldije por no haber dejado cerrada mi habitación; lo más probable es que reconociera el gato de Esme, y comenzaría a hacer preguntas.

Pero la expresión de urgencia en su rostro me dijo que tal vez ni se percataría de aquello.

—Hijo, te ves terrible —observé, corriéndome a un lado para dejarlo entrar a mi oficina.

Alluring | Draco Malfoy ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora