Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
ADVERTENCIA: ESCENAS EXPLÍCITAS, LEER CON DISCRECIÓN.
【 𝓐. 054 】
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𝓔 | ESME STANFORD
La semana pasó muy rápido; y una de las cosas que más podría destacar, fueron mis dos visitas que tuve a la psicóloga durante la semana.
No eran muy buenas noticias. Al parecer, estaba muy estresada, y me estaba exigiendo mucho con mis estudios; aunque yo no lo sentía así en absoluto, es decir, siempre había tenido los mismos horarios de estudio, ¿por qué recién ahora me estaban afectando?
Oh, claro, el supuesto cuadro depresivo en el que me encontraba. Dijo que con pociones y un par de sesiones más se solucionaría... pero siendo sincera, no me sentía deprimida en absoluto. Pero claro, ella era la profesional, ¿qué iba a hacer yo con eso?
Me dio una poción algo rara, que debía tomarme cada mañana antes de desayunar. Supuse que era para regular las serotoninas y todo ese tema; había estudiado justo esa poción junto a Draco hace un tiempo.
Verlo se sentía cada vez más difícil, pero por lo menos hoy teníamos algo mucho mejor planeado. Bendita suerte que todos mis amigos estaban emparejados justo el día de hoy, que era San Valentín.
Se supone que tenía que hacerme miserable el hecho de quedarme en el castillo mientras todos estaban en Hogsmeade dándose besitos... pero me encontraba bastante feliz ante el pensamiento de pasar la noche con Draco.
Le había dado órdenes muy específicas de dónde encontrarnos más tarde, y de verdad esperaba que no tuviera problema alguno en seguirlas.
Era fácil: sólo tenía que caminar por el castillo hasta los invernaderos, doblar justo en el tercer pasadizo que hay entre ellos y el castillo, luego caminar por el camino de piedra hasta llegar al árbol de manzanas naranjas que había justo al lado de una roca con forma de perro.
Sí, Draco me quedó mirando horrorizado cuando le dije todo eso, por lo que lo tuve que anotar minuciosamente en un pedazo de pergamino que luego guardó.
—¿Estás segura de que no quieres ir con nosotros? No nos molesta en absoluto —Albus me repitió por quinta vez en la mañana, mientras caminábamos hasta la lechucería junto con Jacob.
—Esme, es verdad, no nos molesta en absoluto —dijo el novio de mi amigo, siendo igual de insistente que él.
—Dios, no. ¿Cómo se les ocurre? —Negué con la cabeza—. Tengo que mandar un par de cartas de todos modos. Y no se molesten en ir a verme cuando vuelvan, planeo dormir toda la tarde.
Albus frunció el ceño, antes de alzar ambas cejas y soltar una risa. Pareció darse cuenta de que estaba mintiendo por completo, y es decir, ¿qué más esperaba?
