Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓔 | ESME STANFORD
Estaba estresada.
Me encontraba sentada en mi dormitorio, pensando en si ir o no a la oficina del señor Malfoy.
Por un lado, no tenía nada mejor que hacer.
Albus estaba "estudiando" con el chico Hufflepuff, y Rose y Scorp se habían reconciliado. No tenía demasiados amigos - por lo menos, no con los que pudiera llegar y hablar como si nada.
Por otro lado, si tenía ganas de leer esos libros que tenía. Aquella vez, apenas había leído la mitad de uno de los capítulos sobre la medicina mágica - y claro, me había quedado con ganas de más.
Me dije a mi misma, que si tal vez iba, agarraba uno de los libros y fingía que él no estaba ahí, sería muy fácil.
Pero tenía clarísimo a estas alturas lo que su presencia me causaba.
—Bueno, a la mierda.—Me dije a mí misma, agarrando mi varita y levantándome el cabello con ella.
Pensé dos veces antes de hacer esto, al recordar el uso del señor Malfoy de la palabra "vulgar" al ver mi peinado, pero simplemente sacudí la cabeza, y me dije que no podía dejar mi encaprichamiento... sexual con el señor Malfoy cambiara mi manera de ser alrededor de él.
Eran ya las cinco de la tarde, por lo que todos los estudiantes habían terminado sus clases, y probablemente él estaría en su oficina solo. No era que me convenía que estuviera solo, pero sería raro que una alumna fuese a platicar tan seguido con su profesor en el horario fuera de clases. Más aún cuando ambos habíamos demostrado en público que no nos agradamos completamente.
Caminé por los pasillos, encontrándome con varios profesores, incluido el profesor Longbottom, quienes me felicitaban por el tema de la maestría en Francia.
Sólo cinco estudiantes de último año podían optar a postularse, y al final de año, dos quedarían definitivamente en el programa. Era prácticamente una competencia, y encima me di cuenta que tendría que dar un exámen para medir mis conocimientos en el área.
Tenía suerte de que en nuestro último año, comenzarían las clases extracurriculares para la preparación de las carreras mágicas más comunes que habían.
El otro tema era el francés, pero desde pequeña mi abuela había insistido en que tomara clases para aprender un idioma aparte del inglés y el portugués, que era la lengua materna de ella. Mi francés no era el más perfecto, pero me iba a servir para comenzar.
Tenía demasiadas cosas en la cabeza, y apenas me di cuenta cuando llegué a las puertas del salón de DCAO.
No pasa nada, me repetí. Lo más probable es que se vaya a hacer otras cosas, me dije nuevamente.
