Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓓 | DRACO MALFOY
No había nada más relajante que salir un día sábado con dos amigos a conversar de la vida, después de un tiempo de no habernos visto.
Theo y Blaise me estarían esperando para almorzar con ellos en las Tres Escobas, mientras yo arreglaba mi cabello rápidamente mientras me miraba al espejo.
Esme se había ido muy temprano para alcanzar ella misma a arreglarse y salir por su cuenta a Hogsmeade, mientras yo simplemente asentía a medio dormir, sin siquiera saber dónde estaba.
Se había despertado demasiado temprano; era algo a lo que aún no me acostumbraba de ella. Si bien no despertaba con nada a veces, los sábados y domingos solía despertar casi a las ocho de la mañana. Ella sólo rodó sus ojos diciéndome que era un exagerado cuando se lo mencioné.
Sonreí al recordar el beso que dejó en mi mejilla antes de irse, mientras rociaba un poco de colonia sobre mí, y agarraba mi abrigo con rapidez, antes de irme rápidamente hasta la puerta de mi oficina. Miré una última vez, negando con la cabeza divertido al ver a Rufus y agate dormidos sobre mi sillón, antes de irme.
Eran casi las dos de la tarde, por lo que no había casi ningún alumno rondando los pasillos de Hogwarts; la mayoría debía estar ya almorzando o haciendo cualquier otra cosa en Hogsmeade,
Me acerqué rápidamente a una de las carrozas estacionadas, y me subí en ella. Para mi suerte, no compartí el espacio con nadie, por lo que me tomé la libertad de ver el paisaje a mi alrededor mientras frotaba mis manos para brindarle un poco de calor a mi cuerpo.
Me pregunté si es que Esme había salido lo suficientemente abrigada del castillo. No, no debía preocuparme por eso, ¿o sí? Ella sabía cuidarse sola.
No sabía por qué había tomado de repente una actitud tan sobreprotectora con ella; aún sabiendo que no le agradaba en absoluto que las personas anduvieran todo el día asegurándose de que estaba bien.
Sacudí mi cabeza al notar que entre tanto pensar, ya había llegado al pequeño pueblo.
¿Por qué seguía haciendo frío si ya eran mediados de Mayo?
Caminé entre las personas con cuidado, asegurándome de no chocar con ninguna. Mantuve mi vista atenta a cualquier persona conocida que pudiera encontrarme en el camino... es decir, si me encontraba a Esmeralda por casualidad, no estaba de más saludar.
Pero no la vi, en ninguna parte. Ni a nadie, en realidad.
Una vez que entré al lugar, miré a mi alrededor con atención en busca de mis amigos. No me costó mucho notar sus caras sonrientes en la mesa que estaba ubicada justo en una esquina.
Caminé hacia ellos, desabrochando mi abrigo con cuidado, con la misma sonrisa que ellos tenían dirigidas hacia mí.
—¡Malfoy! —exclamó Theo, estirando sus brazos de inmediato hacia mí— Hermano, sí que te he extrañado.
