Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓔 | ESME STANFORD
Las primeras dos semanas de clases fueron tranquilas. Rose y Scorpius seguían coqueteando entre ellos en cada oportunidad que tenían, mientras Albus y yo nos mirábamos ya cansados de tantas vueltas que daban. Era simplemente frustrante ver a dos personas que se gustaban tanto no estar finalmente juntas.
Mi mamá me había escrito varias veces, y para mi sorpresa, mi papá igual.
Pero claro, me había hablado sólo para contarme que su esposa estaba embarazada.
¿Me importaba? No realmente, pero me alegré de todos modos por él. Aún cuando ni siquiera me había preguntado cómo iban mis clases.
—La profesora Slughorn me habló sobre las aplicaciones para esa pasantía en Francia. Para ser Medibruja, ¿qué crees?—Le hablé a Rosie, mientras estábamos sentadas en el patio de la escuela.
La profesora Helena Slughorn era hija del antiguo profesor de pociones en Hogwarts — era una señora sabia, pero tenía poca paciencia con mi grupo de amigos.
De todos modos, sabía que tenía un lugar en su corazón para mí.
—¡Esme! Es maravilloso. ¿Vas a aplicar, supongo?—Preguntó emocionada, mientras dejaba el libro que estaba leyendo sobre su regazo.
—Es decir, necesito tener mis notas de este primer período, por lo menos.—Hice una pausa.—Y también el paso final son los resultados de mis EXTASIS.
Ella asintió, mirando hacia el cielo, como si estuviera pensando profundamente.
—Yo quiero una maestría en Herbología en Irlanda. Longbottom me dijo que hay muchas posibilidades de que quede de inmediato.—Se encogió de hombros.
—¿Herbología? ¿Qué pasó con eso de ser Auror?—Fruncí el ceño.
—Tuve una revelación en el verano. No me gustaría llegar estresada como papá a casa todos los días.
Cuando la campana sonó, ambas caminamos de regreso al castillo. Estábamos en receso, por lo que ahora nos tocaba nuestra última clase, que era DCAO.
Después del incidente con Albus y la manta de invisibilidad, el padre de Scorpius nos daba miradas algo intimidantes cada vez que nos veía por los pasillos, como si estuviese en constante sospecha sobre lo que hacíamos.
Al llegar al salón, vimos a Albus y Scorpius ya sentados en sus asientos; nosotras los seguimos de inmediato, dándoles un pequeño saludo al llegar a su lado.
