Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓓 | DRACO MALFOY
Me sentía jodidamente bien, eso estaba claro.
Había dormido como un bebé la noche anterior con la tranquilidad de que Esme y yo finalmente habíamos vuelto a lo que éramos antes.
E incluso mejor. Se sentía bien. Tenerla en mis brazos nuevamente, escuchar su voz.
Era justo dónde tenía que estar, ahora estaba más seguro que nunca. A pesar de las circunstancias de nuestra reconciliación, se seguía sintiendo bien.
Después del incómodo encuentro en mi oficina junto a Theo, tuve la suerte de que no hizo demasiadas preguntas al respecto; sólo estaba un poco extrañado de por qué estaba enseñándole a alguien particularmente sin recibir nada a cambio.
Pero bueno, ahí quedó el tema; después sólo me siguió hablando sobre cosas del Ministerio y que Luna vendría a ver a Rufus dentro de una semana.
Esa fue otra mentira que tuve que improvisar. ¿Cómo explicaba que estaba a cargo de una gata preñada, en primer lugar?
Repito, no costaba mucho convencer a Theo sobre ciertas cosas. Sólo bastó con decirle que llegó a mi oficina y listo; lo cuál no era una completa mentira.
Hagrid me había dicho que ya en la primera semana de Marzo, los gatos finalmente podrían ser dados en adopción. Me apenaba un poco pues me había encariñado con ellos, y además, Rufus estaría lejos una semana pues sería operada para no quedar embarazada de nuevo.
Suspiré, apoyado sobre mi escritorio mientras pensaba en todas las cosas ocurridas en los últimos dos días.
Primero, el desmayo de Esme. Verla así, tan enferma, me revolvía el estómago de una manera que simplemente no podía explicar.
Luego, enterarme que ese chico que desde un inicio me dio mala espina había sido el responsable de aquello, me hizo querer matarlo en ese mismo instante.
Y claro, fue una gran satisfacción ver su nariz completamente rota y gran parte de su rostro amoratado debido al golpe que la amiga de Scorpius le había dado.
Agradecía que ella hubiera tomado la iniciativa de hacer eso; pues yo, siendo un profesor, claramente no podría haber hecho lo mismo.
Aunque podía fantasear con aquello.
Me imaginé a mi mismo encima de él, golpeando su odioso rostro hasta que no quedara más que sangre sobre él.
No era de meterme en peleas, jamás. Solía controlar mi temperamento la mayoría de las veces; pero joder, el hecho de que había intentado drogar a mi Esme con una poción de amor me hacía tener la urgencia de golpearlo hasta matarlo.
Algo exagerado, lo sé, pero casi la había matado a ella.
Era ojo por ojo, ¿no?
Lo importante era que finalmente había sido expulsado de la escuela, escoltado por Aurores hasta un centro de reformamiento que se había implementado en el mundo mágico para adolescentes así de problemáticos.
