Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓔 | ESME STANFORD
—Agate, ¿y si te quedas quieto un rato, amor? —le dije a la pequeña criatura, quién no dejaba de caminar sobre todas las bolsas y cajas que tenía desparramadas en el centro del dormitorio.
El día estaba caluroso, y de vez en cuando me quedaba mirando por la ventana para admirar a ratos lo linda que se veía la ciudad de París desde el complejo en el que me encontraba.
Era un edificio enorme, y la verdad me había costado un poco encontrar la habitación correcta — sin mencionar lo complicado que fue siquiera llegar a los ascensores del lugar.
La Facultad de Medicina quedaba tan sólo a dos cuadras de donde me encontraba, y para mi conveniencia, quedaba cerca de todo.
Agarré mi varita para ordenar rápidamente los cojines que había comprado en uno de los mercados cerca, sonriendo al finalmente quedar satisfecha con la combinación de colores que había elegido.
Miré a la pared, dónde tenía colgados varios cuadros con fotos mías y de mi familia, y claro, una donde salíamos Albus, Scorpius y yo en quinto año.
Me había encargado personalmente de quitar a Rose de la foto, pero fui incapaz de hacer lo mismo con Scorpius.
Sonreí al ver el mini balcón lleno de varias plantas, y me pregunté a mí misma cuánto demorarían en morir bajo mis cuidados. Porque seamos sinceros, apenas si podía con Agate, y con mucho esfuerzo lograba darle toda la atención que necesitaba — pero algo me decía que era cosa de tiempo para acostumbrarme a todo este tema de vivir sola por primera vez en mi vida.
Un estudiante de tercer año había tenido la amabilidad de mostrarme los lugares más importantes del edificio; la cocina, la piscina subterránea, las canchas de tenis y de fútbol — parecía un hotel de lujo, lo que me hacía sentir un poco fuera de lugar.
Tenía la suerte de que varios otros estudiantes hablaban mi mismo idioma, por lo que no me costó tanto entender algunas dinámicas en los dos primeros días que estuve aquí.
Había también estadounidenses, demasiados. Me sorprendí un poco al ver que era una de diez personas británicas que estaban en su primer año, y sin contar que era la única que estaba becada en el lugar. Me preocupó que me miraran de cierta manera por esto, pero la verdad, nadie le dio ni la más mínima importancia.
Albus y mi mamá no habían dejado de mandarme mensajes y pedirme fotos de cada cosa nueva que conociera, lo cuál con gusto hice. Él me decía que ya estaba planeando visitarme algún día, y que obviamente tendría que dejarlo quedarse en mi habitación y darle comida, pues su padre apenas le daría dinero para los pasajes.
También había sabido de Jade, después de varios días. Su viaje a Rumania sería a mediados de Octubre, y desde ahí empezaría de inmediato con la pasantía para saber todo lo básico sobre criaturas mágicas para después especializarse en dragones — y no, no me había mencionado nada sobre Scorpius, pero tampoco quería insistir.
