Ser mejor amiga de Scorpius Malfoy fue de las mejores cosas que le pasó en la vida.
Conocer a su padre fue su perdición.
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Fecha de publicación: 17/09/2021
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𝓓 | DRACO MALFOY
Una vaso se convirtió en dos.
Dos en tres, claramente.
Y luego ahí estaba, en mi segunda botella sin dejar de mirar el techo, pensando en ella.
Esme, Esme, Esme.
Todo iba tan jodidamente bien y un pequeño desliz hizo que todo se fuera a la mierda.
No, no la culpaba en absoluto, y quizás me apresuré un poco al decir que quizás, sí podríamos hacerlo funcionar.
Aunque ambos sabíamos que era mentira.
Sus ojos, sus labios, su manera de hablar y su forma de ser; todo eso me que había enamorado de ella se había transformado en una tortura el segundo que salió por la puerta de mi oficina.
Quise insistirle, decirle que por favor lo pensara bien; pero simplemente no pude. No podía retenerla más.
Sabía que iba a tener que dejarla pronto, pero no esperaba que eso sucediera el día anterior.
Y ahora me sentía como un completo idiota al estar embriagándome cuando al otro día tenía que hacer clases a primera hora, joder.
No sé cuánto rato estuve mirando la puerta, esperando a que volviera; a que se diera cuenta que era un error y que podíamos superar esto juntos.
Pero no sucedió; no volvió.
Todo lo que habíamos vivido, destruido en un par de palabras que ni siquiera quedaron claras.
Y no pude sacármela de la cabeza, era imposible. Recordar su sonrisa dolía demasiado.
Imaginé qué hubiera sucedido si las circunstancias fueran diferentes. ¿Hubiese salido todo correctamente?
Y las palabras que casi me dijo... no dejaba de pensar en eso.
¿Realmente iba a decirlo?
Porque si lo decía, yo estaba completamente dispuesto a responderlas, no me importaba nada más.
Sólo ella.
Sabía que iba a tener que afrontar varios problemas, pero por lo menos iba a ser con ella.
Estaba dispuesto a luchar con cualquier persona sólo por ella.
Porque ahora, me sentía completamente sólo y vacío; me dejé llorar, sin importar lo ridículo que pareciera. Necesitaba llorar, porque joder cómo dolía.
Y también era ridículo pensar que me había dolido casi tanto como la muerte de Astoria.
Porque lo nuestro si pudo haber llegado a ser posible; muy en el fondo, lo sabía. Pero era una realidad que nos habíamos rendido demasiado rápido.
