Capitulo 37

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Al día siguiente, el pelinegro iba despertando con un terrible dolor de cabeza. Notó que había despertado en el piso de su habitación junto a su cama y con dos botellas de su bebida alcohólica más potente al lado. Recordó lo de la noche anterior. Después de todo lo sucedido con Betty, él había regresado a casa y empezó a tomar sin control alguno para tratar de olvidar todo lo que pasó. La reacción de la rubia, todas y cada una de las palabras que ella dijo, él la entendía y no la culpaba, pero le dolió.

Seguía pensando en todo esto mientras tomaba un baño. Recordando la noche anterior. Cuando por fin la había hecho su novia, cuando pudo volver a tenerla en su cama, cuando estaban en lo que posiblemente era su mejor momento, otra vez el pasado y las malas decisiones que había tomado lo perjudicaban. Aún así no tenía ni una gota de remordimiento por las personas que mató. Porque lo había hecho por ella. Porque la ama.

Después de haber tomado un baño, se vistió y bajó a la cocina, sentándose en la mesa y suspirando pesadamente. Tan ahogado  en sus penas que ignoró por completo la presencia de Mónica, quien estaba sirviéndole el desayuno.

— ¿Que pasó? No tuvo una buena noche por lo que veo— Opinó la mayor mientras dejaba el desayuno del pelinegro frente a él.

— Todo me sale mal. Absolutamente todo. Parece que cada decisión que tomo es mala. ¿Será que estoy destinado a ser un idiota toda la vida?— Preguntó el ojiazul mirando a Mónica.

Ésta lo miró con una ceja alzada y se sentó frente a él. — ¿Quiere hablar sobre eso?— Preguntó.

— Tome malas decisiones. Hice cosas de las que no estoy muy orgulloso y otras cosas de las que no me siento culpable. Pero por primera vez en mi vida siento que las cosas que hice están afectándome. Toni tenía razón— Se lamentó.

— La señorita Topaz siempre la tiene, Jughead — Admitió Mónica. — Pero no puede dejar que el peso del pasado le impida cambiar su futuro. A ver... ¿Esto es por la chica?—

Jughead asintió. — Ayer estaba conmigo, aquí en casa y recordó todo. Sabía que lo haría y me siento orgulloso por ella pero no tuvo una buena reacción. También recordó algunas cosas que descubrió de mi y no le gustaron—

— Dele tiempo. Esta asustada, confundida y ésta situación debe ser dura para ella—

— Ella no quiere verme, Mónica — Dijo el ojiazul. — No me quiere cerca y entiendo que quiera estar sola en este momento pero... tengo miedo de perderla y no se si valla a perdonarme. Debí decirle esas cosas yo mismo antes de que ella lo descubriera de otra manera—

— Tiene razón. Debió decirle la verdad usted mismo. Siempre es peor descubrirlo de otra persona — Aconsejó Mónica.

— ¿Y qué hago? ¿Debería ir a hablar con ella? ¿Crees que quiera verme? ¿Me escuchará?— Preguntó Jughead frustrado.

— El que no arriesga, no gana. Al menos inténtelo. Y si no funciona entonces dele más tiempo —

— Eso haré. Siempre es bueno hablar contigo. ¿Ya te han dicho que eres la mejor?— Preguntó Jughead mientras empezaba a desayunar.

— Solo hago mi trabajo— Respondió ésta encogiéndose de hombros, divertida.

Y en la tarde, el pelinegro se dispuso a ir a ver a Betty. Estaba algo nervioso y deseaba que ella quisiera escucharlo.

Una vez que el guardia lo dejó pasar por el portón, Jughead tocó la puerta de la casa de las rubias.

— ¡Jughead! Hola, que gusto verte— Saludó Alice cuando abrió la puerta.

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