CAPITULO 18 A TRAVÉS DE LAS VENTANAS.

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Noah Hanks

─ ¿Quién es, la conozco? ─ Preguntó apresurado

─ Sí, la conoces y la quieres mucho, ella será una buena compañera. Solo debo esperar unos días a ver si ella lo acepta ─ le di a conocer.

─ ¿No le has dicho nada? ─ Preguntó y se lanzó sobre la cama nuevamente volviendo a su actitud aburrida de antes.

─ ¿Tú le has dicho algo a Samantha de tus sentimientos por ella? ─ Pregunté observándolo y él negó con la cabeza observándome también.

─ Entonces no me critiques, ─ le recriminé sonriendo.

─ Estás riendo nuevamente, papá. ─ Mencionó mostrando él también una sonrisa y mi sonrisa se expandió.

─ Si ella te va a tener de este humor y no me exigirá tanto con mis deberes la acepto ─ mencionó riendo.

─ Eso no, pequeño irresponsable. Tus deberes son primeros ─ alegué a este sinvergüenza.

─ Espero que no sea una bruja entonces, porque si es así, me convertiré en mi pobre diablillo versión uno y dos, ─ mencionó con una sonrisa divertida.

─ Tú, no harás nada parecido a ese pequeñuelo y si ella acepta la adorarás, ─ le aclaré acariciando su cabello. Me levanté del borde de la cama y me dirigí a mi alcoba.

No podía negarme que estaba muy ansioso, no sabía que iba deparar la revelación de nuestro noviazgo, pero prefería la verdad y estar seguro de la reacción de Ashley. No quería comprometer mi alma y mi corazón si Ashley, decidía no continuar.

Tampoco estaba dispuesto a dejar que lo descubriera por terceras personas. Cuando todo el condado, la universidad y el hospital comiencen a sospechar, aumentarán las murmuraciones sobre mi vida privada y nunca faltan personas entrometidas.

Estos días en lo único que he pensado es en la forma de retener a Ashley, lo que más deseaba era conseguir que mi novia se apegara más a mí, antes de que Maximiliano o Ivanna, le hablaran de mi relación con Gianna y yo, tuviese que hacerles algunas confesiones tratando de no dañar la imagen de su madre; y eso era lo que no sabía cómo proceder, porque si de algo estaba seguro era que yo había amado a esa mujer con toda mi alma, pero Gianna, nunca lo hizo conmigo. Para ella siempre fui su parapeto, su vía de escape, pero nunca su amor.

Analicé mis últimas palabras y con sorpresa me di cuenta que estaba pensado en mi amor por Gianna, en tiempo pasado y no en el presente, como solía hacerlo hasta hace unos meses.

Recordé lo de las pastillas anticonceptivas de Ashley, habíamos tenido relaciones unas horas antes que sonara su alarma, aunque pensaba que no era necesario le sugeriría la píldora del día siguiente.

Sonreí cuando recordé la rabia que sentía cuando descubrí que se estaba cuidando, pero, unas semanas después salí de mi tortura, la alarma sonó y el sonido se me hizo conocido. Ashley, era la única que tenía la música de Beyoncé o Shakira, como alarma en pleno salón de clases y en medio de un examen abrió su bolso y sacó la caja de anticonceptivos, tomándose la Píldora.

─ Si el uso de esa píldora no fuese para controlar tú ciclo menstrual, aplaudiría la obsesión que tienes con ellas ─ recriminó su amiga, Mariluz.

─ No le ha dado el uso adecuado porque todavía no se ha decidido, avísame cuando tomes la decisión ─ espetó su hermano Alexander, besando la mejilla de la pequeña.

─ Están en una evaluación chicos, ─ musité recriminatoriamente en el momento que Ashley, iba a tomar la palabra. Estaba muy cerca de ellos y era preferible que pensaran que estaba pendiente de las evaluaciones y no, de estar cotilleando cada movimiento y cada palabra de Ashley. Ya parecía un psicópata obsesivo persiguiéndola y eso no me agradaba.

Me pregunto ¿Por qué habrá cambiado el horario de la píldora? Me acerqué a la ventana abriéndola completamente y observé su ventana que también estaba abierta. Se visualizaba su ordenador encendido y ella en la silla con su vista fija en el monitor.

Tantos años aquí y nunca me di cuenta que nuestras habitaciones estaban una frente a la otra y que nos podíamos visualizar perfectamente a través de las ventanas que estaban en frente de cada habitación.

Recordé cuando me di cuenta de ese hermoso detalle. Ese día abrí mi ventana, la cual me costó un poco por los años que llevaba cerrada. Bajé por un poco de aceite para que esta no hiciera ruido y no fuese engorroso estarla abriendo, subí nuevamente hacerlo y en el momento que tomé el aceite, la vi saliendo de su tocador.

El aceite rodó de mis manos al notar su desnudez, sus audífonos colocados y moviendo y contorneando sus caderas y hombros al son de la música. Mi miembro tomó vida propia en cuestión de segundos.

Ella siguió bailando buscando un cepillo de cabello y simulando un micrófono, dio la vuelta quedando frente a mi ventanal bamboleando su cuerpo y cantando, mostrándome la perfección de sus senos, de su silueta, su piel sutil, sedosa, porcelanizada, su cara angelical con un movimiento tan sensual en su cuerpo, daba un contraste perfecto y en ese momento la desee más que nada en este mundo. El miembro me dolía tanto como mis testículos y sabía que la ducha fría no me calmaría.

La observé tomar su celular y escribir, lo hacía muy a menudo, siempre me preguntaba a quien le escribía tanto; mi teléfono vibró, lo saqué de mi bolsillo, sonreí al notar que era ella, abrí el mensaje de WhatsApp.

─ ¿Qué haces en este momento? ─ Preguntó enviándome un emoticón con una carita pensando.

─ Pensar en ti, ─ le respondí

─ gírate, ─ le pedí en otro mensaje. Ella lo hizo y me observó frente a la ventana, sonrío tiernamente levantándose para acercarse también a la ventana. Estaba con una pijama de pantalón largo y blusa de tiros, no era nada sexi, pero se veía hermosa.

─ Ven a estudiar aquí, ─ le propuse con otro mensaje. La puerta de su habitación fue abierta y Maximiliano, ingresó a su alcoba con una bandeja. Preferí retirarme de la ventana y cerrarla.

Dos horas después recibí un mensaje

─ Te espero en el jardín, ─ leí y sonreí, porque tenía planes con ella. Tomé mi chaqueta y me la coloqué para dirigirme al jardín, se llevaría una sorpresa al verme. Ella llegó con una chaqueta cubriendo su pijama, un libro y unas hojas.

─ ¿Cómo lograste pasar? ─ Preguntó frunciendo el entrecejo.

─ Tus hermanos y mi hijo, tienen un pasadizo que comunica ambos jardines, ─ señalé la tabla del lindero que estaba floja y se podía mover.

─ Ven, ─ le dije tomando su mano y cruzando el jardín con rumbo a mi casa. Ella solo camino un poco nerviosa.

─ ¿Tu padre? ─ Preguntó mirando para todos lados.

─ Está durmiendo, ─ le respondí rodeando su cuerpo, recostando contra la pared su espalda y buscando sus labios saboreándola. Siempre me sentía ansioso con lo que respecta a ella.

─ Noah, ─ susurró cuando buscamos aire.

─ Nos pueden ver, ─ masculló observando el lugar. La solté abriendo la puerta trasera de la casa, tomé su mano guiándola hasta mi habitación, ingresamos y cerré la puerta con cerrojo.

─ ¿Ya habías pensado como traerme a tú habitación? ─ Preguntó ladeando sus labios.

─ Recordé el pasadizo de Jaime y tus hermanos, los chicos no han dicho que hay que reparar esa tabla, hasta pienso que fueron ellos quienes la dañaron ─ mencioné

─ Noah, no puedo quedarme aquí contigo ─ alegó.

─ ¿Por qué? ─ Le pregunté contrariado, sintiendo como mi rostro se endurecía.

─ Porque muero de la vergüenza si tú padre nos descubre ─ mencionó enrojeciendo sus mejilla apenada y sentí que relajé los músculos que había tensionado.

─ Él, no se dará cuenta y si así fuera le diremos que eres mi novia, mencioné guiándola a la cama.

─ Hagamos algo, ─ Le dije pasando los dedos por su frente.

─ Te quedas un rato y cuando desees irte te acompañaré a cruzar el jardín, ─ Le propuse y ella asintió con una medio sonrisa, aunque en realidad la convencería para que se quedara toda la noche conmigo.

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