CAPITULO 151 ARREPENTIDO Parte II.

9 0 0
                                    

Samuel Ghill

Subí a la que fue nuestra habitación, observé la cama en completa soledad, no estaban ni mi pijama, ni ella.  Ingresé al baño y el jacuzzi que siempre me esperaba listo estaba vacío, levanté la vista hacia la ducha, su cuerpo sonriendo enjabonándome, besándome, tomándome entre su boca, haciendo el amor bajo la ducha o en el jacuzzi;  volví a la alcoba, desvistiéndome completamente, sentándome en el borde de la cama, recordando cuando entalcaba mi cuerpo, llenándome de besos húmedos.

Cubrí mi rostro intentando detener lo que se avecinaba, pero nada podía contenerlo, mis lágrimas corrieron sin poderlas evitar.

Solo recuerdo haber llorado cuando mis padres fallecieron, recuerdo haber limpiado mis lágrimas, para poder consolar a mi hermana que estaba destrozada; pero ahora, no había nadie a quien consolar y yo, solo sentía un pesar que no podía arrancar de mi pecho, deseaba no ser psicólogo, para no leer los gestos y facciones de otros.

Valerie, desde que llegó, me di cuenta que la había perdido, porque esta vez estaba seguro que ella, no me perdonaría y lo confirmé el día, que me le metí en nuestra cama.

─ Estoy aquí, porque mamá me lo ha pedido, pero yo no deseo verte, ─ fueron las palabras de Sebastián, cuando le pedí que se quedara. Perdí a mi esposa y también a mi hijo, a Sebastián yo sabía que lo iba a recuperar con la ayuda de su madre, pero a Valerie, no.

Me acuesto en la que una vez fue mi cama, las sábanas aún tienen su olor, las llevo a mi nariz aspirándola.

Me cubro con ellas, buscando envolver mi cuerpo con  Valerie, los recuerdos llegan a mi mente, ella sonriendo abrazándome, besándome, mordiéndome, los dos quitándonos la ropa entre risas, que luego se volvían en caricias desesperadas. Las imágenes de ella cabalgándome, sus pechos en mi boca.

Sin darme cuenta mi mano ya sostenía mi miembro, llevé la sábana nuevamente a mi nariz oliéndola.

Cerré mis ojos, mis recuerdos volvieron, su vagina en mi boca, mi lengua saboreándola, mi mano se movía con más fervor. Ella, en cuatro y yo, empotrándola,  sus felaciones, mi miembro en su mano, sus gemidos, sus orgasmos.

─ ¡Valerieee! ─ jadee cuando me desbordé.

Tres días pasaron cuando Valerie, volvió a llegar.

Sebastián, se quedaba en la casa, pero mi esposa, ni señales de humo daba. Dos días en el condado estuvo ella  y se volvía a marchar.

A los cuatro días, llegó nuevamente y volvió a partir sin siquiera verla.

Los viajes se hicieron repetitivos, a Valerie, ni la veía, es como si solo pareciese que solamente aterrizaba Sebastián.

─ Tú madre ¿Cómo está? Tengo dos meses sin verla, ─ le dije a mi hijo.

─ Bien, esta noche tienen un evento en el hotel de aquí y luego volvemos a España, ─ pronunció Sebastián, restándole importancia a todo el asunto.

Al otro día solo la observé en los periódicos, últimamente esa parecía  la única forma de verla.

─ ¿Has pedido que me anuncien antes de ingresar al consultorio? ─ Preguntó mi ex asistente, ingresando igual sin anunciarse y sentándose en el borde del escritorio frente a mí, le hice seña a mi adulta asistente actual que se retirara.

En ese día, tres veces fue anunciada mi ex asistente, pero igual ella ingresaba al consultorio sin que hubiese autorizado. Desde que Valerie, me pidió el divorcio, ella se ha tomado ciertas atribuciones y muchas de ellas, ya me estaban cansando.

Estas interrupciones eran unas, se sentó en mi regazo sin importarle la presencia de mi mayor asistente, comenzó a besarme y a mover sus caderas sobre mí.

¿ERES MI TENTACION PROHIBIDA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora