CAPITULO 176 ABRIENDO LOS OJOS. Parte II.

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Samuel Ghill

─ Llevarte a mi boca, ─ susurró y mi miembro vibró con esas palabras.

─ ¿Por qué no me lo habías pedido? ─ Le pregunté.

─ Nunca habíamos llegado tan lejos, y tampoco creo saber hacerlo, ─ explicó.

─ ¿Deseas probarme tanto como yo deseo probarte a ti? ─ Le pregunté sin dejar de besarla y moverme rozando con mi dureza su intimidad, sintiéndola cada vez más húmeda,  facilitando mucho más el frotamiento entre ambos.

─ Deseo que me enseñes todo, ─ pronunció abrazándome fuerte, la fui llenando de besos y caricias, sus pechos me detuvieron unos minutos, acariciándolos y chupándolos.

Bajé hasta su pelvis besándola y chupándola, me acomodé de forma que quedáramos de medio lado, mi pelvis en su rostro y la de ella en mi rostro.

Sentí su mano tomar mi erección, la movió suavemente, levanté una de sus piernas y comencé a besar toda la parte externa de su vagina.

Valerie, hizo lo mismo con mi pene,  depositando suaves besos en el glande. Con mis dedos abrí sus pliegues y deslicé mi lengua por todo el largor de su vagina, comenzando a lamerla.

La lengua de Valerie, comenzó a deslizarse por todo mi glande y mientras la mía avanzaba hacia lo profundo de su vagina, la de ella, se extendía por toda la base y mierda,  lo estaba haciendo muy bien.

Mi lengua se estacionó en su clítoris y mi dedo medio comenzó a penetrarla poco a poco. Estaba muy húmeda, pero también muy estrecha y eso me gustaba.
 
─ ¡Mierda! ─ Gruñí cuando me engulló.

─ ¿Te lastimé? ─ Preguntó soltando apresurada mi pene.

─ No, amor. Se sintió delicioso, ─ mencioné.

Ella, sonrió más confiada, volviendo a tomarme, yo me apoderé de su clítoris, mientras la seguía penetrando con el dedo.

Los gemidos y jadeos llenaron mi habitación junto a la música.

Otro dedo se unió y sin darnos cuenta la posición había cambiado, mi espalda estaba completamente sobre la cama y Valerie, encima mío, en un perfecto sesenta y nueve. Ambos, dándonos sexo oral.

Me apoderé de su clítoris,  chupándolo y succionándolo. Valerie, soltó mi pene endurecido, su frente se posó en mi pelvis gimiendo, dejándose ir con su primer orgasmo,  con un contacto directo que explotó en mi boca, llenándome con las gotas que brotaban de su interior.

Giré su cuerpo dejando su espalda sobre la cama, no la dejé recuperarse, seguí chupando y penetrándola con los dedos, ya estaba lista para recibirme.

Cuando se recuperó me acomodé sobre ella, tomé mi erección, la froté varias veces con mi glande por toda su vagina.

─ ¿Lista? ─ Le pregunté sin dejar de observarla, ella asintió y poco a poco, la fui penetrando.

Sus manos apretaron con fuerza las sábanas, sabía que esto era inevitable y lo mejor es que fuese rápido. Empujé con fuerza escuchando el grito, volví a empujar con fuerza y otro grito más fuerte siguió con un par de lágrimas, me detuve esperando que se adaptara, besé sus lágrimas y su rostro.

─ Te amo, ─ sisee buscando sus labios, nuestras lenguas se enlazaron, me abrazó envolviéndome con sus brazos y sus piernas.

─ Relájate, mi amor. ─ Le pedí, ella lo hizo varios minutos después.

Comencé a moverme lentamente,  a susurrarnos cuanto nos amamos, a llenarnos de besos y caricias, hasta que no aguanté más y me corrí en su interior.

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