CAPITULO 122 FUERA DEL HOSPITAL.

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Ashley Freetman

─ Me alegra mucho, tenerte en este equipo de trabajo, ─ sonrió la doctora, apretando mis cachetes con cariño, como si yo fuese una pequeña. Ella, era la persona más amable, que había conocido en mi vida.

─ Me iré a cambiar, ─ musité.

─ El  bolso está en la habitación de Caleb, ─ mencionó Noah.

Asentí  colocándome guantes y tapaboca dirigiéndome hacia el pasillo, donde estaba la habitación de mi primer hijo. 

Sonreí consiguiendo a Caleb,  jugando con la pista que le había regalado. Ya se veía mucho más activo, seguía en una silla de ruedas, para no afectar más su pierna, que solo hacía un mes de su  cirugía. El tratamiento estaba funcionando, él al verme sonrió, caminé hasta él abrazándolo.

─ ¿Por qué estás solito? ─ Le pregunté.

─ Noah,  le dijo a la enfermera que se retirara a descansar,  que ya ustedes habían llegado y se harían cargo, ─ mencionó, yo asentí besando su frente.

─ Me iré a cambiar, ─ le dije buscando el bolso, para ingresar al baño.

─ ¿Jaime viene hoy? ─ Me preguntó.

─ No lo creo, ellos están en la escuela ─ mencioné.

─ Él, prometió jugar play conmigo ─ alegó el niño.

─ Mañana jugarán, pero solo un rato, ya que no puedes alterarte mucho ─ referí.

─ Entonces, viene mañana con Samantha. ─ Mencionó con una gran sonrisa.

─ No, ellos no vendrán, tú irás mañana para nuestra casa, ─ le informé  al niño. Al escucharme   se le cayó de la mano el carrito que iba colocar en la pista, se quedó mirándome con sus ojitos expandidos. Me acerqué acariciando su cabecita, ahora sin cabello.

─ Estarás entrando y saliendo del hospital con Noah y conmigo, veremos como evolucionas fuera del hospital, todo va muy bien y no deseamos un retroceso, por eso lo haremos poco a poco, ─ le expliqué, pero él solo me abrazó, su cuerpecito estaba temblando, no sabía si de emoción o miedo.

─ Siempre estarás en nuestra familia Caleb, nosotros te protegeremos y cuidaremos, ─ le susurré.

─ Iré a cambiarme, para tomar la guardia, ─ musité.

─ Quisiera ver un rato el jardín, ─ mencionó.

─ Déjame recibir la guardia, hacer un recorrido por las otras habitaciones y vengo a llevarte, ─ le aseguré.

Él asintió, sabía que se había llenado de ansiedad por la noticia, pero él, ahora está aprendiendo a controlarse más, las dosis sedo analgésicas han disminuido en un  sesenta por ciento, si seguíamos así en unos meses estaría limpio de drogas.

─ Juega con la pista, o los rompe cabezas, ─ mencioné dirigiéndome al baño.

─ Luna, estaba mucho mejor. Jonás, estaba en una crisis depresiva, me quedé con él un rato mimándolo, como siempre lo hacía.

Luego seguí recorriendo los pasillos, dos de los niños habían salido de alta, cuatro eran nuevos ingresos, esto era el pan nuestro de cada día en el hospital.

Noah, ingresaba mañana a trabajar también en la clínica en horas de la tarde. Él, volvía a la clínica  después de unas largas  vacaciones, por remodelación de ese piso.

El día en el hospital, fue muy duro, en el transcurso de la noche casi no habíamos descansado. Noah, logró dormir dos horas de las veinticuatro horas de guardia, yo solo una.

Al medio día, entregamos la guardia, mi primera guardia como médico y no como colaboradora, ni estudiante en pasantía. Fue dura, estaba muy cansada, pero a diferencia de la mayoría de estudiantes, ya yo estaba acostumbrada a estos tipos de días, tan movidos en el hospital.

─ ¿De verdad nos iremos? ─ Preguntó Caleb, emocionado.
Él, todavía no podía creerlo y yo, asentí acomodando sus pertenencias.

Noah,  llegó con la silla de ruedas, acomodando al niño en ella; él tomó la maleta y yo,  la silla de ruedas. Verifiqué que el niño estuviese bien protegido.

A medida que recorríamos el pasillo, las enfermeras y los doctores, se despedían del niño.

Tío Jordan, venía caminando por el pasillo, nos saludó y tomó posesión de la silla de ruedas.

─ Ya verás, como te va gustar estar en esta familia de locos, ─ bromeó tío Jordan, haciendo reír a Caleb.

A tía Ivanna,  la conseguimos llamando el ascensor en el piso de pediatría, ingresó con nosotros en el ascensor saludándonos a todos.

─ En un rato subiré a oncología, ─ le dijo mi tía a Noah, él asintió.

─ Yo, te acompaño, murmuró tío Jordan, besando su frente, mi dolor interno por haberlos separado me martillaba de vez en cuando, a pesar que ahora había leído en el diario de mi madre, cuanto se amaban ella y mi padre, en su juventud y adolescencia.

─ Te espero en el auto, ─ mencionó Noah,  al ver que me salí del ascensor en el piso de ginecología.

Tía Ivanna, tío Jordan, Caleb y yo; nos dirigimos al consultorio de papi. Él, saludo al niño con cariño, a tía Ivanna, besándola en los labios, luego dirigió un saludo a tío Jordan. A mí, se me quedó mirando, sabía que era porque había pasado la noche anterior con Noah.

Me abrazó besando mi frente, habían muchos pacientes esperando, así que no duramos mucho y tampoco era conveniente para Caleb, estar entre tanta multitud.

Nos despedimos, tío Jordan, me acompañó y él mismo, acomodó a Caleb, en el auto de Noah. Le colocamos unas almohadas, para que estuviese cómodo y dejamos su pierna extendida.

Noah,  como pudo le acomodó el cinturón de seguridad, abrió la puerta del copiloto para que yo ingresara y luego dio la vuelta ingresando en el auto.

El recorrido a la casa fue lento, el tránsito estaba atestado y tampoco deseábamos causarle molestias a la pierna afectada. Cuando llegamos Noah, estacionó frente a su casa.

─ Amor, debes descansar y seguramente Caleb, desea estar con los chicos, ─ referí.

─ Los dos, necesitamos descansar y Caleb, cuando le apliquemos el tratamiento también lo hará, ─ se quejó como si fuese un niño malcriado.

Caleb, dirigió su mirada del uno, al otro, sin entender lo que sucedía. Para mí sorpresa, los chicos y Bill, salieron a recibirnos.

Salí del auto al igual que Noah, él abrió el maletero para buscar la silla de ruedas. Acomodamos a Caleb, en ella y mi hermana Samantha, se hizo cargo de la silla de ruedas.

─ Acomodamos una habitación aquí y una en mi casa,  porque no sabemos dónde vas a vivir, ─ pronunció Samantha,  confundiendo más a Caleb.

─ Esta es la casa de Bill, Jaime y Noah y la que está al lado es la de nosotros, ─ le expliqué al niño, el cual observó asombrado la casa de Noah.

─ Y, ¿Dónde viviremos? ─ Preguntó Caleb.

Mis hermanos y Jaime, nos observaron.

─ Aquí, con Ashley y conmigo, ─ pronunció Noah, enseguida mis mejillas se colorearon.

─ ¿Ashley? ─ Preguntó mi hermano de entrometido,  apenándome más ante Bill.

─ Vivirás en las dos casas y cuando Noah y yo, nos casemos vivirás dónde nosotros estemos, ─ le aclaré a Caleb.

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