CAPITULO 113 AMOR Y PROTECCIÓN.

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Ashley Freetman.

Todos salimos de la habitación y Noah, rodeó mis hombros.  Tía Abigail, estaba al final del otro pasillo saliendo de una habitación. Ambas se cambiaron retirándose toda la ropa hospitalaria, guantes y tapabocas, luego  se despidieron marchándose.

─ ¿Qué deseaba Lumbardi? ─ Preguntó Noah, un poco disgustado.

─ Me preguntó sobre el niño y nos ayudará con servicios sociales, ─ respondí, una mujer gritó en el pasillo. Los dos giramos nuestro rostro, era la habitación de la niña Luna, corrimos hacia ese lugar, así como la doctora Rosario, también corrió, consiguiéndonos que la niña, estaba morada.

─ El equipo de oxígeno, ─ pidió Noah, todos nos apresuramos atender la niña, que no podía respirar. Estas eran reacciones de los procedimientos de quimios. Logramos estabilizarla, pero el oxígeno no lo pudimos retirar, después de estas emergencias surgieron otras.

El tiempo transcurrió, unos niños salían de alta y otros continuaban ingresados en el piso de Oncología Infantil.

─ ¿Estás bien? ─ le pregunté a Caleb, el niño se había decidido por ese nombre y ya teníamos mes y medio llamándolo así.

─ Todavía estoy mareado, ─ pronunció. Me acosté a su lado en la camilla, él se acercó abrazándome y yo,  también lo hice.

─ ¿Ya no te duele cuando te toco? ─ Pregunté mirándolo, él negó, todavía tenía algunas secuelas de la quimio, había perdido su cabello, la dosis sedo analgésico la habíamos reducido otro poco; él ahora,  estaba en una de las mejores habitaciones, cuando yo,  no estaba de guardia,  una enfermera lo cuidaba hasta que yo llegara, todo esto,  gracias a Lumbardi y todo el tratamiento de Caleb, lo estaba cubriendo él.

Toda la familia, se había activado ayudarme con el nuevo miembro de la familia. Tía Ivanna, siempre estaba aquí, así como tío Jordan, mi padre también ha venido varias veces, mis tías y abuelas me han ayudado, pero Samantha, mucho más; tanto que Jaime, se ha sentido celoso. Ayer mi hermana,  le dijo que viniera a conocerlo, porque no sabía si sería su hermano o hermano de Jaime, me causó  gracia la cara de los dos, porque Caleb, todavía desea que yo,  sea su madre. Mi hermano Andrew, ha venido dos veces, pero es muy flojo, ya que no le agrada visitar los hospitales.

─ ¿Cuando vuelves a España? ─ Preguntó bostezando.

─ En tres días me iré, te prometo traerte algo bonito de allá, ─  sisee.

─ Cuando salga de aquí, quiero que me lleves, ─ musitó levantando su carita, yo asentí. Noah, ingresó a la habitación del niño.

─ ¿Cómo te sientes? ─ Le preguntó acercándose a la camilla.

─ Estoy mareado, ─ respondió Caleb.

─ Ya el vómito paró, ─ le informé.

─ Acuéstate un rato en el sofá, ─ le señalé ya que se veía cansado y estábamos en nuestro turno de descanso. Ahora la situación era diferente,  porque para todo el piso Caleb,  era considerado ahora parte de mi familia, así estuviese todavía en proceso de autorización y papeleo, una visitadora social, nos ha visitado en dos oportunidades.

─  Abre el sofá, ─ le dije a mi novio. Me levanté de la camilla para ayudarlo, esta era una de las mejores habitaciones del piso de oncología pediátrica y tenía comodidades para que los familiares estuviesen cómodos.

Levanté a Caleb,  de la camilla y lo pasé para el sofá con nosotros, me gustaba hacerle sentir que en nuestra familia,  solo iba a recibir amor y protección.

─ ¿Cuándo ustedes se casen si podrás ser mi mamá? ─ Preguntó Caleb.

─ Cuando nos casemos veremos como resolvemos eso, pero por el momento es importante que tía Ivanna y papá,  se hagan cargo, para poderte llevar a casa cuando salgas de aquí, ─ le aseguré. Noah, nos observó a los dos.

─ Si todo sigue evolucionando bien,  tendrás una salida cuando culmine el primer ciclo de quimios y,  necesitamos llevarte a casa, sin que servicio social interfiera, ─ explicó Noah, acariciando el cabello de Caleb, observé al niño para ver si él había entendido. Caleb, asintió comprendiendo a lo que referíamos.

─ No quiero volver a las calles, después cubeta,  apagará sus cigarros en mí y en las noches tendré mucho frío y hambre, ─ expresó Caleb, y a mí todavía me dolía escucharlo hablar.

─ No volverás a las calles, de ahora en adelante estarás siempre con nosotros, ─ mencionó Noah, observándolo. Yo abracé a Caleb, y Noah,  me abrazó a mí.

Cuando desperté  Noah, había acomodado a Caleb,  en la camilla. Observé al niño, estaba arropadito, sonreí girando mi rostro hacia el hombre que estaba a mi lado y me tenía envuelta entre sus brazos. Al principio pensé que rechazaría mi idea de adoptar a Caleb, nunca me ha dicho que acepta la adopción, pero tampoco la ha rechazado y ahora, sus comentarios y acercamiento a Caleb, me dan a entender que ha procesado la idea de tener un nuevo integrante en nuestra familia.

Me levanté con cuidado de no despertar a ninguno de los dos, ingresé al baño, hice mis necesidades, lavé mi cara y mis dientes. Salí del baño, me coloqué guantes, gorro cubre cabello y tapabocas, me acerqué a Caleb, había amanecido con mejor semblante.

Salí para la habitación de Luna, la observé  y tenía también mejor semblante, su madre me informó que había terminado de pasar la noche bien. Fui a la habitación de Francho, el cual ya había despertado, su periodo de quimios había culminado, si los exámenes salían bien se daría de alta.

Me dirigí a la habitación de Jonás, también estaba despierto, me acerqué a él, tomé  su mano, estaba triste y con depresión por la amputación de su miembro inferior. Había sido remitido para terapia psicológica, hablé un rato con él, luego seguí recorriendo el pasillo e ingresando en cada habitación de mi camino, hasta que llegué al Star de médicos.

Preparé la cafetera, me extrañó que estaba solo el Star, pronto llegó una de las cuasicolegas, detrás de ellas, fueron llegando los demás.

Noah, apareció una hora después, agradecí de que hubiese descansado un poco, tocaron la puerta del Star y Noah, la abrió.

Era tío Samuel, quien ha venido varias veces a visitar a Caleb, él cómo psicólogo puede ayudarlo, así como lo había hecho conmigo cuando yo, era una niña, por eso le pedí que viniera a tratar a Caleb, quizás era porque confiaba demasiado en mi tío y sabía que podía ayudar.

Me levanté abrazándolo y Noah, lo saludó con un apretón de manos y mi tío, siempre tan educado saludó a todos los médicos. Nos fuimos para la habitación de Caleb, lo conseguí ya despierto y arreglado.

─ Ya vinieron las enfermeras ayudarte, ─ pronuncié sonriendo ya que estaba mucho más receptivo a recibir ayuda.

─ Sí, pero fue Noah, quien me ayudó, ─ pronunció, mi pecho dio un vuelco de alegría, también noté que lo llamó Noah, y no doctor.

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