CAPITULO 173 ESO NUNCA SUCEDERÁ.

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Noah  Hanks.

Ashley, salió del baño con un vestido sencillo.

─ Me despido de Caleb y Jaime y luego nos vamos, ─ pronunció y yo, solo pensé en salir sin que nadie nos viera, pero ella, tenía otras intensiones.

Fuimos a la habitación de Caleb y nos despedimos de los chicos.

─ Es sólo una semana, le aseguró Ashley a Caleb, el niño tenía quimio la próxima semana.

─ Jaime, Andrew y Samantha; me cuidarán. ─ Pronunció Caleb, como si su cuidado dependiera de los chicos y no de los adultos.

Ashley y yo, nos escabullimos después de despedirnos de casi todos, porque no conseguimos a Valerie, pero logramos escaparnos de la familia,  atravesando el jardín y cruzando el pasadizo al jardín de la casa de Maximiliano.

Caminamos un poco por el jardín de la casa de mi suegro, las voces de mi casa se iban alejando, de pronto,  ya casi llegando a la casa, escuchamos unos murmullos, paralizándonos cuando nos dimos cuenta de donde provenían.

Valerie y Lumbardi, prácticamente se estaban comiendo en el jardín de Maximiliano, salimos de allí tratando de no hacer ruido, cuando llegamos a mi automóvil, me di cuenta que las mejillas de mi esposa, estaban enrojecidas.

─ No sé porque no se fueron a su hotel, ─ murmuré, pero entendiendo que la calentura les estaba ganando.

─ Espero que papá no se entere, ─ sonrió Ashley.

─  Bueno, tampoco es que estaban desnudos haciéndolo, solo se estaban comiendo la boca, analiza, la observo sonriendo, ella hace lo mismo, busco sus labios, ella me corresponde, la atraigo y siento sus brazos rodear mi cuello.
 
─ Pero les faltaba poco para comenzar hacerlo allí,  ─ murmuró.

─ Yo me pregunto ¿Por qué nosotros no lo hicimos en el jardín? ─ Le pregunto sonriendo a mi esposa,  para luego morder su labio inferior.

─ Será cuando lleguemos de viaje, ─ murmura y la beso nuevamente, siento como mi miembro se va abultando, estamos en mi auto, frente a la casa de su padre y es nuestra noche de bodas, la suelto antes de arruinar nuestra primera noche como esposos y ella me mira.

─ Debemos aguantarnos hasta llegar, ─ susurro encendiendo el automóvil, dirigiéndome al hotel donde había realizado una reservación, no iba pasar la noche de bodas viajando.

─ Ashley, observa el hotel, no es el Hotel Lumbardi, pero si uno que está también en la categoría cinco estrellas, no soy rico y mucho menos millonario, la familia de Ashley, tampoco. Siempre hemos trabajado duro para obtener lo que deseamos, pero esta noche, era especial y esto era poco, para todo lo que mi esposa merecía y, por mi parte, no deseaba que fuese el hotel Lumbardi, pues ese ya lo conocíamos y estaba seguro que Lumbardi,  de entrometido nos regalaría la noche de bodas en su hotel; eso no lo permitiría, esta noche era mi regalo.

Cuando llegamos a la habitación, ella sonrió, la cama estaba decorada con pétalos de rosas, al lado de la cama había un tazón de fresas con crema, también una botella de champagne en una hielera y dos copas, todo tenía un toque romántico.

Me acerqué a la hielera a servir las dos copas de champagne, descorché la botella y el champagne salió salpicándonos a los dos y Ashley, sonrió.

─ Dicen que eso es felicidad, ─ musitó buscando una fresa y llevándola a sus labios, el gesto fue simple y sin doble intensión, pero fue sensual y se vio hermosa y provocativa, serví el champagne pasándole una copa.

─ No pensé que tendríamos más licor aquí, ─ pronunció observando una mini licorera, que había en la antesala de la habitación y que se visualizan desde donde estábamos, yo no había consumido más de tres copas, siempre mantenía controlado el licor y Ashley,  solo había consumido el champagne del brindis y el vino de la  cena.

─ Yo tampoco, debe ser una cortesía del hotel. ─ Mencioné.

─ Brindemos, ─ pedí levantando la copa de champagne, ambos chocamos las copas.

─ Por nuestra felicidad, ─ pronuncié.

─ Porque nunca dejes de amarme, ─ murmuró.

─ Eso nunca sucederá, ─ musité,  acercándola y entrecruzando nuestros brazos, tomando ella de mi copa y yo, de la suya, luego coloqué las  copas donde estaban y la atraje completamente a mi cuerpo.

─ Te amo, ─ susurré mordiendo sus labios. Ella, sonrió mordiéndome el mentón.

─ Te amo, ─ susurró mordiendo ahora mi cuello, tenía planes para esta noche, una música suave para bailar, un Jacuzzi, el champagne sobre su cuerpo, pero todo se fue al traste cuando la tengo tan cerca, todo lo dejaré para después.

Recorrí sus muslos, subiendo el vestido y Ashley, desabotonó la camisa que me había colocado sacándola de mi cuerpo, no era la primera vez que hacíamos el amor, pero Ashley, estaba un poco nerviosa.

─ ¿Qué tienes? ─ Pregunté mordiendo su barbilla.

─ Haré el amor, con mi esposo, ─ susurra, ambos nos observamos con intensidad, sus ojos despliegan tanto amor, que tengo miedo no sea un sueño.

─ Y yo, con mi esposa, ─ susurro intentando subir el vestido, pero se resistió, levanto mis manos de sus muslos y las llevo a su espalda deslizando el cierre de su vestido, lo saco de sus hombros y Ashley, desencaja la correa y luego el botón del jean, ambos bajamos las prendas de vestir de nuestros cuerpos, retiro mis zapatos, medias, pantalón y bóxer que  llegaron a mis pies.

Ashley, retira el vestido que he dejado caer hasta sus tobillos, elevo la vista quedando maravillado con el corsé  rojo fuego que tiene colocado. No tiene nada que ver con los delicados trajes de corsetería, para las novias en sus noches de boda, este parece más bien la corsetería, de una mujer lista para seducir.

Ella, me mira un poco nerviosa, deslizo la mirada por el liguero que sale del corsé,  sosteniendo sus medias que le llegan hasta medio muslo color negras, la panty es un pequeño triangulito,  del mismo rojo brillante del corsé, me levanto subiendo hasta su altura.

─ ¿Te gusta? ─ Pregunta nerviosa.

─ Me fascina, ─ le susurro.

Ella, observa mi erección que se ha endurecido mucho más, extiende su brazo y lleva su mano hasta ella tocándola. La mueve con cuidado, rodeo su cintura acercándola, ella suelta mi pene cuando la cargo, rodea mis caderas con sus piernas, la llevo hasta la cama, depositándola en el medio abriendo sus piernas,  allí me doy cuenta que su tanga tiene un agujero en todo su centro listo para la penetración.

Su  vagina, se veía hermosa y me tentaba a perderme en ella, hundí mis dedos notando que estaba más húmeda de lo que aparentaba, los froté dentro de ella, acariciándola con cuidado.

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