CAPITULO 59 LA JORNADA. Parte III.

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Ashley  Freetman.

─ Nos vemos mañana, ─ mencionó Noah, tomando el maletín.

Yo, me despedí abrazando y besando las mejillas, de mis compañeros laborales del hospital y personas de quién he aprendido mucho. 

Hoy todos, me trataron como un médico más. Noah, tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos, ambos salimos dirigiéndonos al vehículo.

─ ¿Mañana será igual? ─ Pregunté colocándome el cinturón de seguridad.
─ Espero que no empeore, ─ mencionó Noah, encendiendo el auto.

Yo, lo observé, entendiendo que podían presentarse emergencias y serían muy difícil de atender en esas condiciones.

El camino hacia el hotel, no fue muy largo, aunque el cansancio nos pedía a gritos una cómoda alcoba.

─ Pediré servicio de comida a la habitación, ─ indicó Noah, una vez ingresamos en ella.
─ Yo, primero me ducharé, ─ mencioné buscando ropa interior y una pijama para dormir, así como mis productos de higiene personal.

Me dirigí al baño desvistiéndome y dejando que el agua caliente, relajara todos los músculos de mi cuerpo.

Sentí una mano mover mi cabello,  un beso en mi nuca y unos brazos rodear mi cuerpo, apoyé  mi espalda sobre su pecho, dejando que el agua nos cubriera a los dos.

Así, duramos un buen rato, luego tomé  el jabón y giré mi cuerpo, comenzando a lavar el de Noah, como lo había hecho él, conmigo las veces que nos habíamos duchado anteriormente.

El agua lavaba la espuma que iba produciendo. Él, tomó el jabón de mis manos, para hacer lo mismo. Lavé mi cabello mientras él, lo hacía con mi cuerpo, tomé de mi champú y agregué en su cabello.

─ ¿Oleré a mujer? ─ Bromeó
─ olerás a mí, ─ respondí sonriendo.
─ Entonces me gusta, ─ pronunció abrazándome bajo el chorro de agua, que seguía lavándonos la espuma de nuestros cuerpos, rodee su cuello, dejándome perder entre sus besos.
─ Me gusta tenerte así, Ashley. ─ Pronunció acariciando mis glúteos, su erección se frotó suavecito por mis labios vaginales.
─ Pensé que estabas cansado, ─ espeté besándolo.
─ Lo estoy, pero te dije  que las noches y los amaneceres eran nuestros, ─ formuló con seguridad.
─ Pensé que todos estos días eran nuestros, para estar juntos. Así sea, con una jornada médica de por medio, ─ sisee siendo yo, la que ahora me frote contra él. Ahora, me sentía en más confianza.

Deseaba hacerle sentir que soy una mujer y no una chiquilla, que solo tiene un capricho, por su profesor. Noah, presionó más mis glúteos.

─ Te amo, ─ sisee mordiendo su mentón, él bajó hasta mi cuello, besándolo, el sonido del toque de la puerta se escuchó. Noah, gruñó acomodando su frente sobre la mía.
─ Debe ser el servicio de comida, ─ mencioné besando ligeramente sus labios.

Cerré la llave de la ducha.

─ Yo iré,  ─ mencionó, corriendo la puerta corrediza y envolviendo su cadera, con una de las toallas.
─ No te vistas,  ─ pidió saliendo del baño. Tomé  una toalla envolviendo mi cabello y otra, para envolver mi cuerpo.

Me acerqué  al tocador observándome en el espejo, a pesar del cansancio, mi rostro reflejaba felicidad y tenía marcada una sonrisa, como las que muestran en los comerciales de crema dental.

Tomé el desodorante y apliqué, así como una colonia frutal, sequé mi cabello con la toalla, los bucles rojos cayeron por mis hombros y mi espalda. Tomé la ropa que había llevado al baño y así como la traje,  la saqué para la habitación y la acomodé sobre una de las mesas de noche.

Noah y yo, nos observamos. Él, estaba acomodando un frasco en la otra mesa de noche, observé  la pequeña mesa que tenía la habitación, con una caja grande de pizza y refrescos. Habíamos almorzado tarde y casi no tenía hambre.

Noah, seguía con la toalla envuelta sobre su cadera y la mía, estaba envolviendo mi cuerpo.

─ Comamos algo antes que se enfríe la pizza,  ─ mencionó guiándome  hacia la pequeña mesa. Serví refrescos para los dos, en el momento que mi teléfono comenzó a repicar.

Era papi, hablé con él y luego con mi tía Ivanna, después envié un mensaje de texto en colectivo, anunciando como estuvo mi día y que estaba muerta de cansancio.

Noah, también aprovechó  y habló  con Jaime y Bill, ninguno de los dos comimos mucho, pero si nos embuchamos con el refresco.

─ Guardemos lo que quedó, para desayunar ─ mencionó Noah, tomando la caja con casi toda la pizza y guardándola  en la pequeña nevera ejecutiva. Yo,  llevé  el refresco, para que también lo guardara.

Fui al baño a lavar mis manos y dientes. Noah, ingresó  haciendo lo mismo, juntos salimos del tocador, caminé  hasta la mesita de noche donde estaba mi pijama, la tomé para vestirme, pero el cuerpo que estaba a mi espalda me detuvo.

─ Nada de ropa por las noches, deseo que amanezcamos desnudos y abrazados, ─ siseó sobre mi cuello, depositando una hilera de besos. Moví mi cuello, para permitirle el acceso, sus manos se fueron a la altura de mis pechos, soltando la toalla, la cual dejó caer a mis pies.
─ Observa el espejo que está frente a ti, ─ siseó mordiendo mi cuello, llevando sus manos a mis pechos y acomodando su pene en mi trasero.

Hice lo que me pedía, dirigiendo mi visión hacia el frente, consiguiendo una peinadora con un gran espejo. Observé el reflejo de nuestros cuerpos desnudos, sus manos acariciando suavemente mis pezones, con asombro, me di cuenta que la imagen me agradó demasiado, nuestras miradas se encontraron a través de ese reflejo.

─ ¿Te gusta no es así? ─ Preguntó Noah, con una sonrisa reflejada en su rostro.
─ Sí, y no entiendo, porque me gusta tanto, ─ respondo con sinceridad.

Sus labios, se curvaron mucho más aún y su sonrisa cambió a una muy pícara. Una de sus manos, se deslizó por mi cuerpo, llamando más, mi atención hacia ese reflejo.

─ Es muy erótico, ─ musitó llevando su mano hasta mi pubis, presionándolo, así como lo hacía con mi pecho, que estaba demasiado endurecido.
─ Abre tus piernas, ─ pidió con una mirada ardiente, frotando su pene en la unión de mis dos nalgas, como queriendo meterse en esa hendidura. Separé mis piernas, dándole vía libre a lo que sabía sucedería.
─ Deseo estar aquí, a toda hora, ─ siseó enronquecido, hundiendo sus dedos en mis pliegues.
─ Entonces hazlo,  es solo tuyo   mi amor, ─ mencioné observando como mi respiración se agitaba, mis pechos comenzaron a subir y bajar.
─ Me gusta ese mi amor, deseo que me lo digas de aquí en adelante, ─ mencionó mordiendo suavemente mi hombro y moviendo sus dedos en mi interior, ─ jadee, por la sensación, posando mi cabeza en su hombro y abriendo más las piernas.
─ No dejes de observar,  quiero que percibas como te corres, ─ jadeó excitado.

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