CAPITULO 159 UN NUEVO INICIO. Parte II.

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Valerie   Freetman & Franchesco Lumbardi.


─ ¿Por qué tan cubierta? ─ Pegué un salto cuando escuché su voz.

Lumbardi, me rodeó desde mi espalda llevando sus manos a mis pechos y soltando  la sabana que tenía su envoltorio alrededor de mis pechos. La sábana cayó a mis pies y él, comenzó a masajear mis pechos con sus manos y a besar mi cuello.

─ Estaba pensando en darme una ducha, ─ pronuncié.

─ Está bien, vamos entonces, ─ mencionó soltándome y pasando por mi lado. Encendió la ducha de agua caliente, luego extendió su mano para que la tomara, me guió hasta la ducha y volvió acomodarse a mi espalda, quedando los dos bajo la cascada de agua, movió mi largo cabello hacia un lado, pasándolo por mi cuello, para que quedara sobre mi hombro derecho. Sus brazos me rodearon acercando más mi espalda a su pecho y mi trasero a su pelvis.

─ Ahora, me gustas más, ─ siseó besando mi cuello, mientras sus manos amasaban mis pechos, estrujándolos con fuerza. Una de sus manos se deslizó a mi vientre y luego a mi pelvis, su boca devoraba mi cuello.

─ Abre más tus piernas, ─ musitó llevando sus dedos a mi vagina.

No hizo falta una nueva petición,  mis piernas ya estaban abiertas y sus dedos torturándome.

─ ¿Te gusta? ─ Preguntó en mi oído.

─ Mucho, ─ jadee moviendo mis caderas, frotando mis nalgas contra su pene.

Su otra mano pellizcó mi pezón y lo haló con fuerza, no podía creer que él siguiera buscándome.

Gemí moviéndome con más fervor, estaba sensible, muy sensible, porque mi orgasmo llegó muy rápido. Cuando me recuperé no lo pensé dos veces, giré mi cuerpo e incliné mis piernas llevando el miembro erecto de Lumbardi, a mi boca y comiéndomelo como deseaba hacerlo, desde hacía unas horas y esta vez, permití que su orgasmo se desbordara en mi boca.

Ambos nos duchamos y juntos nos fuimos a la cama, posé mi cabeza en su hombro y él, me envolvió completamente en sus brazos.

El sonido de mi teléfono, me sacó  del relajante sueño en el que me había sumergido, desorientada lo tomé de la mesa de noche, al notar el nombre de Samuel, en la pantalla del teléfono me senté apresurada en la cama.

─ ¿Le pasó algo a Sebastián? ─ Le pregunté a Samuel, apenas respondí el teléfono con el corazón queriendo salirse por mi boca.

─ No, él está durmiendo, ─ pronunció y su voz se escuchó rara.

─ ¿Qué sucede? ─ Pregunté.

─ ¿Dónde estás? ¿Estás con él? ─ Preguntó con la lengua un poco enredada.

─ ¿Estaba borracho? ─ Me pregunté.

─ ¿Estás con él? ─ Volvió a preguntar levantando la voz.

─ Samuel, te recuerdo que tú y yo,  estamos divorciados, ─ pronuncié.

─ Tan pronto, corriste a sus brazos, ─ mencionó con desprecio.

─ ¿Samuel,  has estado bebiendo? ─ Le pregunté.

Samuel, no era un hombre de dejarse llevar por el licor.

─ Un poco, ─ pronunció.

─ Por favor, no me vuelvas a llamar para esto, ─ le pedí, él respiró profundo cortando la llamada. Me quedé mirando el teléfono sin entender a Samuel.

─ Puedo hablar con él, ─ escuché las palabras de Lumbardi, giré mi cuerpo y él me estaba mirando, se había despertado quizás con el repique del teléfono.

─ No es necesario, ─ aclaré acomodando el teléfono en la mesita de noche.

Lumbardi, envolvió mi cuerpo llevándome al suyo, me acomodé  nuevamente en su hombro, él comenzó acariciar mi espalda, hasta quedarme nuevamente dormida.

*Lumbardi*

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