CAPITULO 32 CONFESIONES.

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Noah Hanks

─ ¿Qué deseas hacer? ─ Pregunté besando sus labios, ella escondió nuevamente su rostro en mi cuello.

─ Todo lo que soñé desde adolescente, menos estudiar, ─ siseó en mi cuello haciéndome sentir su aliento cálido, estremeciéndome y dándome una dolorosa erección. Juro que deseaba que descansara primero, aunque sea un par de horas, pero sentirla cálida y darme a entender que me desea tanto, no lo hacía fácil.

─ ¿Qué soñabas? ─ Pregunté con curiosidad, el morbo me llamaba en ese momento.

─ Noah, ─ mencionó dándome un golpecito en el hombro, solté una risilla.

─ Yo, también te he soñado y con bastante morbo, ─ le confesé en su oído, sin dejar de morder el lóbulo de su oreja, ella se retiró un poco para observarme.

─ ¿Qué has soñado? ─ Preguntó mirándome y luego buscando mis labios besándome.

Me gustaba cuando era ella, la que tenía la iniciativa. Busqué el orillo de su blusa, levantándola para despojarla de la prenda de vestir, necesitaba tocarla.

─ Que tú me buscas, que tienes la iniciativa, ─ mencioné abriendo el broche de su brassier, recorriendo su mentón con mis labios y deslizando la prenda íntima por sus brazos.

─ Que me besas, ─ susurro mordiendo su mentón, mis manos se deslizan sin poder contener el deseo de llevarlas hasta sus pechos, los acaricio acunándolos; se sienten duros y se ven hermosos con su piel erizada. Los dos bultitos me llaman, me atraen como un imán y solo quiero llevarlos a mi boca, saborearlos lentamente para degustarlos a mi gusto.

─ Que me besas y me muerdes desde el cuello mientras desciendes, ─ pronuncié volviendo a sus labios, demostrándole como deseo ese descenso. Sus labios no pronunciaban palabra alguna, pero su respiración ya no era acompasada.

─ Que succiones mi piel, ─ mencioné succionando su cuello. Un suave jadeo se escapó de sus labios, mientras continúe demostrándole con mis besos, lamidas y succiones; lo que deseaba me hiciera.

Llegué a sus pechos nuevamente con mis labios, saboreándolos a mi gusto, mordisqueando y lamiendo sus pezones, mis manos se posaron en sus caderas, recorriéndolas hasta llegar al botón de su pantalón; el cual deslicé bajando su cierre, mientras mis labios seguían el recorrido por su cuerpo.

Ella era perfecta, hermosa y mía; eso me hacía latir con fuerza mi pecho, me sentí como el puberto que anhelaba ser amado, ser el único, mis ojos no podían despegarse de su desnudez, mientras observaba el pantalón y su panty bajar por sus hermosas piernas, tan suaves y sedosas que las manos se me deslizaban solas. Pegué mi nariz a su cuerpo, allí arrodillado ante ella, rodee su cintura acercando sus caderas completamente a mí rostro. Mi nariz recorrió su pubis, su olor femenino me embriagaba y comencé a besar su intimidad.

─ Deseo que me hagas lo mismo, ─ espeté recorriendo esa parte con mis labios, dando pequeños mordiscos y succiones. Desde la primera noche que estuvimos juntos, ella no había vuelto a tener la iniciativa como esa noche, cuando me masturbó y practicó sexo oral en la ducha. Me levanté llegando a su oído.

─ Deseo que tomes mi miembro, y lo lleves a tú boca, a tú cuerpo, a tú vagina y lo degustes a tú gusto ─ musité

─ Noahh, ─ jadeó en un murmullo de voz, tan apasionado que me llegó a lo más profundo de mí ser.

─ Dime, Ashley ¿Qué deseas? ¿Qué has soñado? ─ Pregunté deseando que se abriera completamente conmigo. Sentía como la curiosidad inundaba mi ser, rodee sus caderas pegándola más a mi cuerpo, haciéndola sentir mi erección. Coloqué las manos en sus glúteos levantándola, ella envolvió mis caderas con sus piernas, la llevé hasta el borde de la cama.

─ Deseo conocer tus sueños, ─ le insistí, al notar su silencio.

─ Puede ser vergonzoso, ─ señaló escondiendo su rostro en mi cuello.

─ No importa, ─ le aseguré levantando su mentón, ella asintió con las mejillas coloradas.

─ De adolescente, comencé a soñarte envuelta entre besos rosas, ya sabes, de esos que son delicados y sutiles. Hasta llegué a imaginar que en mis quince años después de bailar el vals, me tomabas entre tus brazos y me besabas, ─ pronunció con una risilla, descendiendo sus manos por la botonadura de mi camisa.

Recordé sus quince años, dónde solo baile con ella, unos minutos y luego me fui de la fiesta una media hora después. En ese tiempo, todavía estaba luchando contra la ansiedad del licor a grandes cantidades. Noté como la camisa, salió de mi cuerpo y sus manos se deslizaron por mis pectorales.

─ Luego, comencé a imaginar besos, pero ya no rosas, las novelas y películas románticas me hacían imaginarnos como esos protagonistas, ─ musitó con otra sonrisilla y sus manos ahora estaban en mis vaqueros, luchando con la correa.

─ ¿Me estaba complaciendo? ─ Me pregunté observándola con profundidad.

─ Con los años, ya no eran solo besos lo que imaginaba, eran caricias, abrazos,; hasta soñaba que llegabas y me hacías el amor, me decías que me amabas tanto como yo te amaba, ─ la escuchaba embelesado, con esos sueños de niña.

─ Cuando llegué a la universidad y comencé a investigar sobre el cuerpo humano, desperté una gran curiosidad y comencé a descubrir mi cuerpo y tú, estabas en cada uno de mis pensamientos ─ musitó y su confesión elevó más mi erección, que ni siquiera me había dado cuenta que ya estaba en el aire con mis vaqueros y bóxer enredados en mis pies. Los saqué quedando completamente desnudo como ella, aunque sus tacones todavía los tenía colocados.

─ ¿Te tocabas pensando en mí? ─ Le pregunté, necesitaba escucharlo, no sabía si por morbo, impresión, curiosidad o porque me encantaba la idea y el saber que me deseaba tanto.

─ Sí, ─ susurró escondiendo su rostro nuevamente en mi cuello.

─ No te avergüences, Ashley. Me fascina escuchártelo decir. Yo, también me he masturbado pensando en ti, ─ le dije buscando sus labios.

─ ¿Desde cuándo lo has hecho? ─ Preguntó con curiosidad.

─ Después de esa noche, que nos besamos y nos tocamos en el hospital, cada vez que te necesito lo hago, ─ le confesé

─ Yo, antes de esa noche lo hice varias veces, ─ pronunció espontáneamente. Ambos nos besamos con profundidad.

─ Ya que estamos en confesiones íntimas, te confieso que quiero aprender a complacerte, ─ Siseó

─ Y yo deseo enseñarte hacerlo, ─ le respondí.

─ He visto unos vídeos para aprender hacerlo, ─ susurró y mi miembro, endurecía aún más con sus palabras.

─ ¿De que trataban? ─ Pregunté mientras su boca, se deslizaba por mi cuello.

─ Sí, me estaba complaciendo ─ pensé dejándola hacerlo.

─ Como tocar las zonas erógenas de tú pareja y como hacer una felación, fue un buen reportaje y la felación la explicaron con un juguete sexual, ─ pronunció

─ Se aprende más con una porno o practicándolo, ─ le dije con una sonrisa. En mi adolescencia curiosa, había aprendido con pornografía y era hasta estimulante.

Bajé la mirada cuando noté que se había arrodillado, observándola tomar mi miembro. Levantó la vista uniendo nuestras visiones.

Respiré profundo cuando su lengua rosada lamió mi glande, como si fuese una chupeta. Cerré y abrí los ojos, cuando su lengua se deslizó recorriendo todo el glande y el falo.

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