CAPITULO 98 EL NIÑO.

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Ashley Freetman

─ Te pedí un tiempo, ─ musité intentando levantarme, la pasión se había perdido, él suspiró, levantándose de la cama sin soltarme, envolví sus caderas con mis piernas y se dirigió al baño, ingresando directo a la ducha conmigo.

Bajé mis piernas separándome un poco, sintiéndome vacía cuando mi vagina fue liberada de su miembro.

Anoche después de hacer el amor, nos quedamos dormidos con nuestras intimidades entrelazadas, cuando despertamos seguíamos igual y Noah, volvió a endurecer en mi interior sin salir, hasta este momento que al parecer mi vagina, se había acostumbrado demasiado a estar llena, porque anhelaba la misma sensación.

Tomé la esponja llenándola de jabón líquido y comencé a frotar su cuerpo.

Noah, había endurecido las facciones de su rostro con mi respuesta.

─ Te amo, ─ sisee.

─  Pero, necesito un tiempo para procesar todo lo que ha sucedido, no es fácil conocer que fuiste el aman... ─ respiré profundo.

─ Amante de mi madre ─ logré mencionar.

─ Entonces, ¿Me dejarás? ─ pronunció observándome apretando su mandíbula.

─ No, ─ susurré y lo abracé.

─ No puedo, soy muy débil ante ti, ante lo que siento por ti. Te amo, con demasiada intensidad Noah, solo necesito un tiempo para ser algo más que tú novia, ─ le aclaré y él, suspiró aliviado.
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─ Vas a estar una semana en el área de pediatría y una en el área de oncología pediátrica, ─ informó y arrugué  la cara, con la información que me estaba dando mi novio, cuando llegamos al hospital.

─ Es mejor cumplir las pasantías así, que hacer las ocho semanas continuas en cada área, ─ mencionó Noah, entrelazando nuestros dedos cuando llegamos al ascensor,

Mariluz y Alexander,  también iban llegando, ambos me saludaron. Mariluz,  observó a Noah y luego a mi, dirigiéndome una pregunta tacita.

Alexander, saludó a Noah, por educación.

─ ¿Almorzamos juntas? ─ preguntó mi amiga.

Me quedé mirándola, ella apenas ingresaría hoy a cumplir pasantías en el área de emergencias y por su pregunta, quizás ni se imagina la locura de esa área.

Alexander, observó a su hermana como si estuviese loca.

─ Me avisas si estás libre, ─ le dije a mi amiga, ellos bajaron del ascensor y nosotros continuamos.

Noah, no pronunció una palabra, pero sabía que no le agradaba mi amigo y su ex alumno Alexander.

Las puertas del ascensor se abrieron, comenzamos a recorrer el pasillo para llegar al Star de médicos y hacer el recorrido para el cambio de guardias.

Ya no era una colaborador, ahora estaba cumpliendo pasantías y era cuasi médico. Debía cumplir pasantías en dos áreas, pero como colaborador desde hace años ya había pasado por el área de emergencias y por ese privilegio, me permiten el área de oncología.

─ Yo, estuve un año en pediatría ¿Será que eso no me ayudaría hacer las dieciséis semanas en esta área? ─ le informé a Noah, él me iba responder cuando observamos a dos enfermeras correr a una habitación.

Noah y yo, aligeramos el paso, ya que seguramente era una emergencia.

A lo que ingresamos a la habitación, observé el niño que convulsionaba, ambos nos acercamos apresurados, ayudé  a las enfermeras a colocarlo de medio lado. Noah, sostiene su cuerpo para que las enfermeras le apliquen el medicamento anticonvulsivo, van revisando sus signos vitales, el niño poco a poco llega a la normalidad. Respiro profundo, tomando un par de gasas, para limpiar su boquita, él abre sus ojos y nos observa a todos, acaba de pasar una convulsión y están apagados, tristes, acaricio su frente.

─ ¿Cómo te llamas? ─ Le pregunto al pequeño, él mueve sus hombros y no me responde. Noah, lee el historial médico y hace las anotaciones del suceso.

─ Doctora Ashley, diagnostique. ─ Pronuncia entregándome el historial. Lo tomo, mis ojos se van al niño a lo que leo las pruebas toxicológicas, entre los síntomas que ha presentado observo los temblores continuos, convulsiones en diferentes episodios, deseo de consumir irrefrenable de sustancias psicotrópicas, cambios frecuentes en el carácter, la mayoría de veces irritabilidad, decaimientos frecuentes, insomnio; presenta grado de desnutrición avanzada, alucinaciones, Dolor corporal,  mantiene tratamiento con sedo analgésicos, necesita con urgencia el inicio de quimioterapia.

Respiro profundo, Noah me observa, reviso los especialistas que han tratado al niño, entre ellos la psicóloga, el hematólogo, el patólogo.  Sugerí consulta con neurología ya que no había sido tratado por esta área, y nutricionista, ya que tenía una sola consulta con esta área, suscribí en la historia la recomendación, observé que la historia no tenía marcado el nombre del niño.

Volví mis ojos al pequeño, estaba muy mal alimentado, triste, ojitos decaídos, el área donde estaba no me agradó, era gris, un poco oscuro,  esta era el área para los que no tenían ningún tipo de recursos económicos y estaba bajo la vigilancia permanente de  servicios  sociales, que eran los especialistas de estado para hacerse cargo, mediante instituciones disponibles para recoger los niños de la calle.

El problema estaba, en que estas instituciones ya no tenían un lugar, donde abarcar más niños y vivían en constantes hacinamientos.

─ Vamos a recibir la guardia, ─ mencionó Noah, me acerqué al niño y acaricié su frente.

─ En un rato vuelvo a ver como sigues, ─ sisee besando su frente, sin importarme que estaba frente a mi profesor gruñón, pero no me importó. Sentía que el niño me necesitaba, seguramente este era el niño que había ingresado la última noche que estuve en el hospital, antes de marcharnos a la jornada.

El pequeño me observó  y volteó  la carita con disgusto hacia el otro lado,  como si no le importara nada. Noah,  me tomó del brazo prácticamente sacándome de la habitación.

Las dos enfermeras me observaron, les hice seña de que en un rato pasaba por su Star, parecía que todos se cuidaban de un llamado de atención del Director del área de oncología pediátrica, que era un muy apuesto gruñón.

Llegamos al Star médico saludando a los que estaban, junto con ellos la doctora Black, que se quedó observándonos.

─ Doctor Noah, pensé que Usted estaría de guardia anoche, ─ mencionó la doctora con su sonrisa coqueta, no perdía tiempo para estar siempre en este piso sonriéndole a mi novio.

─ Tuve un contratiempo y cambié la guardia, ─ explicó Noah. Luego informó sobre la convulsión del paciente de la habitación cuarenta y ocho, refiriéndose a la habitación dónde habíamos estado hace un rato.

Serví café para todos, ya Noah y yo,  habíamos desayunado, agradecí por eso ya que el historial médico del niño nuevo, me había bajado los ánimos. También la solitaria y gris habitación donde estaba, tanto así, que todos hablaban y yo, estaba pedida en mi mundo,  pensando como solucionar el cambio de habitación.

Sabía que era un niño, que no tenía los recursos, pero había algo en su mirada que me llegaba a lo más profundo de mi ser. Yo, tenía algunos ahorros de los eventos que había hecho y todavía no había donado a la labor social de somos guerreros.

─ Doctora Ashley, escuché la voz de Noah,  sobresaltándome. Observé al grupo que ya estaba saliendo.

─ Vamos hacer la entrega de guardia, estoy cansada y la cama me llama, ─ sonrió la doctora Rosario, una de las doctoras más antiguas del área de oncología pediátrica. Se decía, que había rechazado su nombramiento a directora del área,  postulando ella misma a Noah.

Me encantaba trabajar con ella y con Noah, aunque a diferencia de Noah, ella mantenía una sonrisa y un chiste en sus labios, almas como ellas era lo que necesitaban los niños en sus vidas.

Me uní al grupo para la entrega de la guardia, casi todos los ingresos los conocía. Francho y Jonás, sonrieron al verme, la doctora Rosario,  los hizo sonreír con sus chistes.

Un pajarito me informó que Francho y Jonás, estarán de cumpleaños la próxima semana, sonrió la doctora con picardía, Jonás, sonrió observándome.

Así es, respondió el niño con ilusión.

Entonces debemos partir un pastel muy grande, sonrió la doctora Rosario,  acariciando la cabecita del niño, al cual se le notaba la ausencia de la melena de cabello, que tenía al principio del tratamiento el pequeño.

─ Ahora vengo, ─ le susurré al pequeño, el cual asintió sonriendo.

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