Samuel Ghill
Levanto la copa de vino observando como la puerta se abre. Valerie, se queda mirando hacia el mueble donde estoy sentado.
Han transcurrido casi dos meses desde que me descubrió, ella lleva un mes y una semana viajando sin parar, todas llegan a su retorno, Ashley, Abigail, Samantha y Hailey; menos ella y mi hijo, quien también ahora me aborrecía.
─ ¡Buenas noches! ─ mencionaron los dos, como si estuviesen saludando a un desconocido cualquiera.
─ ¡Buenas noches! ─ respondí, desviando la mirada hacia mi hijo.
─ Me voy a mi habitación, ─ mencionó mi hijo, un poco disgustado dirigiéndose hacia la escalera.
─ Sebastián, ya hablamos sobre esto, ─ mencionó Valerie, dirigiendo su mirada a nuestro hijo.
─ Mañana, mamá. ─ Siseó él, subiendo las escaleras.
Valerie, tomó una fuerte respiración, tomó la correa de la maleta para también subir, como si yo no estuviese allí.
─ ¿Tengo que llamarte para que tú decidas volver a casa? ─ Pregunté, ella frunció su entrecejo dirigiendo su mirada a mi rostro.
─ Samuel, no te entiendo, te recuerdo que estamos en proceso de divorcio, yo no te debo explicaciones con lo que yo, haga o deje de hacer. ¿Quieres ver a Sebastián? Entonces aprovecha el fin de semana con él, ─ mencionó retomando su camino, recordándome en la situación que estábamos ahora. Dejé la copa en la mesilla frente al sofá, ella giró desde las escaleras.
─ ¿Podrías darle la charla de cómo usar los preservativos? O ¿Cómo cuidarse de enfermedades de transmisión sexual? ─ Pidió sorprendiéndome.
Recordé a la adolescente que estaba presente el día del evento de Ashley.
Asentí moviendo mi cabeza y ella, siguió su camino hasta la habitación que una vez fue nuestra.
Subí las escaleras para la habitación, que tenía desde hacía dos meses que me habían expulsado de la mía. No me había vuelto a quedar en el departamento con mi ex asistente.
Cuando Valerie, me descubrió preferí pasar las noches en casa tratando que todo se calmara, pero un día me sorprendió la notificación de divorcio, nunca pensé que Valerie, se atrevería. Sin embargo, la notificación llegó.
Busqué un abogado que me representara, porque no deseaba divorciarme, solo esperaría que todo se calmara, pero de eso han pasado dos meses y todo sigue igual. Puedo decir, que hasta ha empeorado, porque Valerie, abandonó todo tipo de comunicación conmigo, ya ni sé cuando llega de sus viajes.
Sebastián, ahora parece odiarme y mi relación con mi ex asistente, se ha enfriado un poco, mis noches son frías, ya que no me atrevo ni a moverme de la casa, no sea que llegue Valerie, de sorpresa.
Esa noche no logré dormir, recordando que a pocos pasos estaba mi esposa. Toda la noche desee ingresar a la habitación que una vez fue nuestra, siento una ansiedad y las ganas de estar con mi esposa, recurriendo a lo que parece ser serán mis noches por un tiempo, tomo una bocanada de aire desvistiéndome.
─ Me gusta este, mamá. ─ Señala Sebastián, en la portátil de su madre.
─ ¿Estás seguro? Después no hay marcha atrás, ─ menciona mi esposa.
Culmino de bajar las escaleras.
─ ¡Buenos días! ─ saludo.
Ambos sisean un frío saludo. Valerie, cierra la portátil, le da un beso a Sebastián, en la mejilla desliéndose de él, toma su cartera y sale de la casa.
Me quedo observándola sorprendido, pensé que saldríamos los tres.
Mi hijo, levanta su mirada buscando la mía, respira profundo, como si estuviese haciendo un esfuerzo sobrehumano por soportarme.
─ ¿Para dónde vamos primero? ─ Le pregunté, él movió sus hombros como si no le importara.
Sebastián, no es un chico de muchos deportes, pero sí de informática o natación, que es lo único que le atrae.
La primera parada fue a desayunar, por primera vez me sentí como un extraño al lado de mi hijo. Su alejamiento fue muy notable y ni siquiera, éramos capaces de entablar una pequeña conversación sin que Sebastián, respondiera con hostilidad.
Fuimos para la piscina que acostumbraba ir con Valerie, luego al cine y el comportamiento de mi hijo, era el mismo.
Llegamos en la noche y Valerie, no había llegado. Sebastián, la llamó por teléfono, al parecer estaban reunidos en la casa de Hailey. Por primera vez, sentí la falta que me hacían esas reuniones familiares.
Sebastián, subió a su alcoba y yo, a la que era ahora la mía. Una hora más tarde escuché la puerta abrirse, luego escuché voces en una de las habitaciones e imaginé que era en la de mi hijo, al rato escuché otra vez la puerta y luego otra entendiendo que Valerie, había ingresado a la que fue nuestra alcoba.
Me sentí un extraño en mi propia casa. Mis noches, no eran muy diferente a las de hoy, horas pensando, horas de insomnio, hasta conciliar el sueño. Luego despertar cuando aún no ha salido el primer rayo de luz.
Bajé las escaleras y Valerie, hoy tenía un pequeño vestido deportivo ceñido a su cuerpo, me di cuenta que había perdido unas libras, en su rostro se notaba que la había pasado tan mal como yo.
Ella, se despidió de nuestro hijo y se fue, tomé una bocanada de aire, esperando que las aguas se calmaran y Valerie, desistiera de la idea del divorcio.
Observé a mi hijo, el cual tenía un nuevo celular en sus manos.
─ Vamos, ─ lo invité tomando las llaves de mi automóvil.
Después de desayunar, nos dirigimos a la casa de mi hermana Abigail.
Mi cuñado Jordan, fue el que abrió la puerta cuando tocamos, su rostro se llenó de rabia al verme, comprendí el disgusto que tenía hacia mí persona, por la traición a su hermana Valerie.
Jordan, observó a mi hijo, estaba seguro que no me diría nada delante de él, se hizo a un lado permitiéndonos el paso y llamando a Abigail, para que nos atendiera. Jordan, se retiró de la sala, antes que mi hermana llegara.
Ella, se quedó mirándome fijamente, desde que habíamos discutido hace un mes, no había vuelto a su casa hasta este momento y ella tampoco me había visitado.
Abigail y yo, nunca nos habíamos separados desde que murieron nuestros padres, nosotros siempre habíamos permanecido unidos hasta ahora.
La abracé, pero el abrazo no fue recíproco, ella todavía tenía resentimientos por lo que le había hecho a Valerie, yo la comprendía, porque me sentía igual conmigo mismo.
Por primera vez, sólo duramos diez minutos en la casa de mi hermana. Nunca me había sentido incómodo allí, hasta este momento.
Me despedí y nos fuimos, la realidad era que me sentía extraño en los lugares que antes sentía familiares.
Sebastián y yo, pasamos el día viendo películas, tras películas en el cine, porque la realidad era que tampoco sabía dónde ir con mi hijo; hablé con él, sobre el sexo y la prevención de enfermedades, tal como me lo había pedido Valerie.
─ No hace falta la charla, ya investigué todo por internet, te aseguro que se ponerme un condón, ─ me cortó mi hijo, dejándome casi mudo.
Estaba acostumbrado a las confesiones de mis pacientes, pero con mi hijo, no supe como actuar y pienso que fue por el grado de hostilidad, que portó su voz.
Comprendí que no era el momento de hablar de sexo con mi hijo, después de como me había conseguido con mi ex asistente en mi consultorio. De allí en adelante, el ambiente se tornó más pesado de lo que ya estaba.
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¿ERES MI TENTACION PROHIBIDA?
RandomEn el texto se narra una historia de drama, amor y romance erótico; Ashley Freetman una chica joven, universitaria, sencilla y enamorada desde que tiene uso de razón de Noah Hanks, él fue su amor de adolescencia y ahora su juventud, cuando a ella...