Capítulo 20: Declaración de guerra

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7:33 am

Satoru llegaba, por primera vez en su vida, temprano al trabajo. Incluso se sorprendió. Revisó la oficina, en efecto su jefe aún no llegaba. Entonces tenía tiempo. Fue a los pasillos y entabló conversación con algunos empleados para poder recabar información. Les preguntaba: ¿cómo era Kento Nanami?

—Oh él es sin duda alguien ejemplar. Quiero ser algún día como él.

—Él es muy frío, me asusta.

—Es muy serio e imponente... ¡Se ve muy bien! Lo admiro.

—Es un hombre honorable. Le debo mucho.

—Él siempre ha sido muy amable. No habla mucho y se la pasa en su oficina o trabajando pero nunca me ha faltado al respeto.

Satoru no podía creer eso.

—El señor Nanami es la mano derecha del señor Sukuna. Entre los dos hacen florecer cualquier empresa que tocan. El señor Nanami es eficacia.

—Él es un buen jefe... es un poco triste lo que le ha pasado...

Eso llamó la atención de Satoru no pudo evitar preguntar ¿qué había pasado?

—Hace un mes el señor Nanami estuvo internado en un hospital —dijo la persona con mucha preocupación—. No sabemos exactamente su enfermedad pero parece ser delicado. Estuvo en coma todo ese tiempo. Aunque ahora que lo veo se ve más restablecido, espero que no se exija demasiado.

¿Enfermo...? Oh bueno eso explicaba que en la agenda hubiera esporádicamente citas médicas. Satoru en un principio lo atribuía a que seguro era de esas personas que le gustaba tener el control incluso de su salud, y en realidad si lo confirmó al saber de su manía sobre la perfección, pero ahora sabía que su jefe había pasado por momentos difíciles. Vaya entonces sí era humano.

Volvió a la antesala de la oficina. Prendió la cafetera. Otra de las cosas que había descubierto era cómo le gustaba el café al señor Nanami, en realidad había sido por deducción... alguien vino a entregarle una bandeja con leche y azúcar. Al ser esa solo una oficina para él no era por pura cortesía. Esta vez preparó el café esperando que sus sospechas fueran ciertas.

—Tal vez le gusta como a mí... tres de azúcar... la mitad de leche.

Y mientras murmuraba las puertas se abrieron y Kento Nanami entró. Esta vez vestía un traje negro y camisa azul marino. Paró de inmediato cuando vio a Satoru pero no dijo nada, continuó y se encerró en su oficina. Satoru sólo alcanzó a decir: buenos días...

«¡Oh demonios por qué seguía allí!» —pensó Nanami.

Llamaron a la puerta. Nanami no contestó pero de todas formas el sujeto entró con una bandeja apoyada en los dedos de su mano derecha y papeles debajo de su axila. Nanami frunció el entrecejo cuando vio que el sujeto no usaba su mano izquierda. Satoru bajó la bandeja y puso el café en su escritorio.

—Buenos días señor Nanami. Su café y lo que necesitará para el día de hoy. Me tomé la libertad de hacer una reservación en su restaurante favorito. Es a las 9:30. Tomé en cuenta sus pendientes. Ayer se mal pasó demasiado creo que debería desayunar a sus horas... oh y también le traje un pan.

—¿Por qué sigue aquí señor...? —se detuvo ¿cuál era su nombre?

—Gojo —completó— Satoru Gojo. Puede llamarme Satoru. Qué hago aquí. Pues... trabajar señor Nanami, ¡dah! Ya sé que es viernes pero tenemos que trabajar. A menos que usted quiera invitarme pues a comer... podemos hacer un campo para una cita.

—¿Cita? —dijo entre dientes Nanami.

—Ajá sí eso. Para... —apuntó al cuaderno negro que tenía Nanami en sus manos— su agenda señor. En verdad necesito que haga esto más fácil.

Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora