Capítulo 76: Llamada de atención

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Satoru miró el coche de Nanami hasta que dio la vuelta. Se sentía muy confundido y también triste. Sabía que a sus espaldas había un problema que debía enfrentar pero... ¿por qué iría él a buscar a las personas? Si él no tenía ningún problema con hacer lo que quisiera. Lo que pasaba no afectaba absolutamente a nadie por lo que no ameritaba que perdiera su orgullo explicando las cosas. Decidió ir primero a la guardería e ignorar que tenía que hablar con el dueño del edificio.

Cuando llegó a la guardería toda tristeza se fue. Megumi y Yuuji gritaron su nombre. Los tres niños corrieron y lo abrazaron... pero notó algo extraño. Nobara no sonrió cuando lo vio y seguía aferrándose a su cuerpo. Satoru intuía que algo le había pasado, miró su cuerpo pero no había marcas de algún golpe. Nobara se desprendió del abrazo y con prisa pidió que la subieran a la carriola. Satoru atendió. Subió a los tres y partió con dirección a la casa. En el camino notó que Nobara ya había recuperado su semblante de felicidad, platicaba con sus hermanos así que quizás sólo se debía a que lo había extrañado... Aun así Satoru no se quedaba tranquilo. Más tarde trataría de hablar con ella.

Llegaron a casa antes de que se desatara la tormenta que había predicho Satoru. En el camino no se encontró con el dueño del edificio así que era posible que hubiera dejado el asunto por la paz. Prendió la televisión y se sentó con los niños a verla. Lo que Satoru no sabía es que está vez el dueño estuvo al pendiente de su llegada y confirmó que, en efecto, un hombre, que a juzgar por el tipo de carro que tenía era alguien con dinero, había traído a Satoru.

Alguien tocó la puerta. Y Satoru pensó que era buena idea ignorarlo, no tenía ganas de hablar con él... pero el hombre insistió e insistió... hasta que Satoru se puso de pie y abrió la puerta. Sonrió por pura cortesía.

—Buenas noches, oh se ha calmado un poco la lluvia.

—Buenas noches, señor Gojo. Lo estuve esperando para hablar.

—Oh lo siento es que no puedo dejar a los niños solos. Pero pase pase...

El dueño se negó a pasar por primera vez. Era como si sus conclusiones le pidieran tomar distancia de un bicho raro como él. Y Satoru lo notó, la forma en que lo trataba ahora era diferente parecía que lo despreciaba. Así que mejor dejó que se quedara allí. Esperó a que soltara la bomba.

—Señor Gojo iré al grano. He recibido quejas de algunos inquilinos sobre usted —Satoru no dijo nada solo se recargó en el marco de la puerta, cruzó los brazos y le prestó atención— dicen que su forma de actuar es extraña y de moral cuestionable.

Oh, Satoru levantó las cejas, estaba sorprendido del vocabulario que usaba el dueño para evadir decir las cosas como suponía que eran. Dejó que siguiera.

—Ahora le pido de la forma más atenta reconsidere sus acciones. Recuerde que en éste edificio solo vive gente respetable, responsable y de valores. No quiero que nos traiga problemas es por mucho esa mi mayor preocupación, piense en los otros inquilinos y que lo que hace podría perjudicarlos así que le exijo por favor compórtese.

Satoru encontraba esto ya muy gracioso, no podía creer que su imagen fuera tan degradada en cuestión de días. Ahora debía hablar ya que el dueño no sabía qué más hacer.

—¿Y se puede saber a que se refiere con acciones cuestionables? Dígame exactamente qué hice que le desagrade.

El dueño se puso nervioso por un momento intentó explicar lo que quería decir pero solo dio otros eufemismos para una misma cosa. Satoru un poco cansado y con un tono burlón le dijo:

—Espero haber entendido: ¿usted dice que estoy siendo promiscuo? ¿Eso es lo que quiere decir? ¿Y de dónde ha sacado eso?

El dueño de inmediato se exaltó como si la frase fuera un horrible maleficio. De inmediato recuperó su alegato.

—Considere por favor nuestra posición. Y si no le importa pensar en el prójimo entonces piense en el ejemplo que le está dando a sus hijos.

Oh, oh... Hasta esa última frase Satoru se había estado divirtiendo pero al mencionar a los niños eso... eso ya le había calado. Su molestia salió a relucir en sus palabras.

—Estoy al tanto de los chismes que han inventado y quienes los han dicho. Y sé lo que dicen de mí. Espero ya haya terminado de decir lo que quería porque yo ahora tengo unas cosas que decir. Señor ¿le he traído molestias antes?

—No...

—Que bueno que lo recuerda. Por un tiempo estuve mal económicamente y le pedí de favor me esperara con el pago de la renta. Creo que se lo he pagado y hasta le he dado un sobrante para que arregle la bomba del agua que nadie ha arreglado. Yo creo que soy un arrendatario ejemplar. Segunda cosa a tratar: lo que yo haga con mi vida no es ni de su incumbencia ni de la de las señoras que seguro están escuchando, y no tengo porqué confirmar o desmentir lo que hago. Tiene usted el dinero de la renta y es lo único que le debe importar no cómo lo gano. Y tercero: no se metan con mis hijos. Una cosa es que tolere todos los chismes que se inventan de mí pero no voy a tolerar que los metan a ellos. Tampoco toleraré que personas como ustedes me vengan a decir a mí cómo ser un buen padre... yo soy un buen padre para ellos. Es una advertencia... si vuelven a molestarme habrá problemas de verdad.

El dueño se sentía intimidado, era la primera vez que veía a ese hombre hablarle con seriedad y verlo de verdad molesto. Aun así su orgullo fue más fuerte no podía dejarse ser humillado.

—A mí lo que me importa es que no traiga más problemas al edificio. Sus relaciones y trabajos me tienen sin cuidado pero si surge algún problema no le daré preferencia como otras veces queda advertido.

—Y ustedes quedan advertidos también que si siguen molestándome habrá consecuencias. Tenga una linda noche.

Le cerró la puerta. Vaya seguro eso traería unas cuantas consecuencias. Bueno no importaba, se sentía muy bien al desquitarse. Frunció el entrecejo porque escuchó que los niños estaban hablando.

Yuuji decía:

—No es éste, Gumi. Éste presiona, éste botón...

Lo hacía pero lo único que lograba era subir el volumen.

—Que no es ese —dijo Nobara— presiona éste.

Lo hizo y bajó el volumen.

Yuuji estaba desilusionado.

—¿Por qué no sale el Hombre de La Caja? Busca al Hombre de La Caja, Gumi...

Satoru se acercó a ellos y les preguntó qué hacían. Lo miraron, Megumi le dio el control y Yuuji le explicó, era el que mejor hablaba y sus hermanos siempre recurrían a él para explicar todo tipo de problemas.

—Estábamos buscando al Hombre de La Caja... A esta hora sale. Búscalo.

¿Se referían a Nanami? Eso le dio curiosidad a Satoru. Los niños insistían.

Satoru le cambió al canal donde pasaban las noticias y oh vaya allí estaba el reportaje de lo que había pasado en la mañana. Nanami apareció sentado dando el discurso y los niños de inmediato se pusieron de pie y gritaron.

—¡Es el jefe, es el jefe!

Le ponían mucha atención, lo señalaban con el dedo aunque no entendieran nada de lo que había pasado. Hasta saltaban. Satoru se volvió a sentar y los contempló mirando fijamente el televisor. Si su jefe supiera que había tres personitas que lo admiraban sin importar lo que pasaba seguro que hubiera salido con mucha más confianza a dar la conferencia... muchas cosas serían diferentes.

✨🌙✨

Nota: si te gusto el capítulo no olvides dejar tu voto eso ayuda a que la historia llegue a otros. Gracias por leer <3

Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora