Capítulo 86: Susurros del corazón

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Mientras iban en el coche pasaron la calle donde estaba el edificio donde vivía Satoru y fueron al sureste, Satoru no iba mucho en esa dirección. Nanami había puesto las indicaciones en la pantalla de su coche, estaban por llegar cuando Satoru comenzó a gritar.

—¡Alto señor Nanami alto! —Nanami de inmediato frenó el carro, creyó que se trataba de una emergencia o que alguien había cruzado la calle y pudo haberlo atropellado pero... no, nada de eso había pasado.

—¡¿Qué sucede?!

Satoru aún con tono de alarma contestó:

—Es una emergencia, señor Nanami. Tiene que estacionar, allí estacione allí.

Nanami atendió un tanto alarmado. Satoru seguía en una actitud muy extraña.

—¡Eh... señor Nanami ahorita vengo!

Y de inmediato bajó del coche sin darle una explicación aunque Nanami se la pidiera más que nada porque se había asustado. Apagó el carro y salió. Satoru había comenzado a correr por la calle alertando a Nanami quien corrió para alcanzarlo. Por fin Satoru se detuvo enfrente de una tienda.

—¡¿Qué sucede?! ¿Se encuentra bien? ¿Puedo ayudarle?

Le preguntó Nanami y Satoru sólo contestó:

—Mire, mire esos precios señor Nanami. Permítame por favor entrar ¡estas ofertas no se me pueden ir!

En ese momento la expresión de preocupación se borró del rostro de Nanami ahora quería golpearlo porque lo había asustado y sólo se trataba de unas ofertas.

Satoru entró a la tienda. Parecía ser una tienda de accesorios y ropa. Nanami entró detrás de él. Satoru sólo pasó por una razón: afuera de la tienda había un cartel, que él había visto mientras iban en el coche, que decía: "hemos perdido la cabeza 3x2 en todas las mochilas".

Así que pasó directo al expositor de éstas en el área de lo infantil. Nanami lo observó con curiosidad, Satoru estaba muy emocionado y ahora entendía el por qué de su emoción, sin duda él también pararía para aprovechar la oferta... claro, si necesitara una mochila... específicamente una mochila pequeña de colores llamativos, tan pequeña que solo podía colgarla de su brazo... una mochila para niños.

Y allí estaba Satoru ante el montón buscando las mochilas ideales. Y en medio de todo el enredo de las mochilas encontró las correctas... parecía incluso que brillaban y una música celestial sonó en la cabeza de Satoru ante tal milagro.

—Oh divinas mochilas, ¡divinas ustedes entre todas las mochilas!

Nanami podía verlo saltando de emoción aunque no se volteara. Y al notar eso a Nanami se le pasó el enojo por el susto, estaba bien si veía a su asistente feliz.

Satoru estaba tan encantado que no buscó más. Aunque sí se aseguró de que sirvieran todos los cierres de las tres mochilas rectangulares, parecidas a un maletín, de diferentes colores que seguro les encantarían a sus tres pequeños retoños... Claro, todo era felicidad hasta que recordó que su jefe estaba detrás de él. Satoru dejó de sonreír. Se dijo para sí mismo:

—¡Pendejo la has cagado!

Y vaya que sí. Ahora cómo iba a salir de esa. Nanami seguro lo iba a llenar de preguntas ya se las imaginaba: ¿Para qué quiere mochilas para niños? ¿Acaso usted me mintió y de verdad tiene hijos?

Oh no, vaya calamidad. ¿Por qué carajos no se detuvo a pensarlo? Bueno ahora debía salir de esa. Se dio la vuelta y le sonrió de una forma despreocupada a Nanami. Él... sólo lo miraba con seriedad, nada parecía haber cambiado en él, no había enojo. Satoru se acercó y comenzó a hablar en su defensa.

Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora