Capítulo 61: Cenicero

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Nota: ¡Viernes de dosis de dulzura! Hoy les traigo... ¡dos!... sí, sólo dos capítulos *risa malvada*. Y yo sé que se van a enojar porque saben que existen más capítulos y no les voy a soltar 5 capítulos de golpe. Es que los estoy mal acostumbrando pero los quiero mucho y está bien (les va a dar algo cuando esto se vuelva dos capítulos a la semana muajaja). Pero no es esa la razón... esta vez es por su propio bien en el siguiente capítulo les explicaré por qué pero en éste... uy se vienen cosas grandes! *golpea la mesa porque se emociona*

✨🌙✨

Los ojos de Satoru se abrieron por la impresión, los lentes se bajaron un poco así que Nanami pudo ver sus ojos celestes. ¡¿Qué clase de proposición era esa?! Todo se volvió un caos en la mente de Satoru y lo primero que pensó fue: "¿nos vamos a fugar?" ¡No! No podía pensar eso ¿qué no acababa de escuchar? Iban a salvar a Sukuna aunque Satoru no sabía qué carajos haría ni cuál sería su propósito.

Nanami ladeó su cabeza, esperaba una respuesta y se ponía un poco nervioso. Justo había reaccionado, eso parecía ser una propuesta indecente. Quería corregir pero no sabía cómo.

Pronto la mirada de Satoru pasó de sorpresa a decepción. Él no podía acompañarlo porque ya tenía un gran compromiso que le impedía viajar con facilidad. Había tres pequeños niños esperando a que pasara por ellos. Y bueno no podía tomarlos y llevarlos en avión así sin más. No los veía como algo malo... él jamás los vería así. Era solo que se tenían que ver las cosas como eran y por ello tampoco se sintió tan mal de no poder irse con su jefe.

—Señor Nanami... esto en verdad me toma por sorpresa. Y le agradezco la invitación. Pero mi respuesta es no. Créame que si yo no tuviera otras cosas importantes que hacer no lo dudaría y en este momento le diría "qué esperamos". Pero no puedo. Los adultos tenemos responsabilidades.

Nanami no se mostró decepcionado desde luego que entendía.

—No se preocupe, señor Gojo yo lo entiendo. Habrá otras oportunidades en el futuro. No se preocupe. Tenga la confianza de decirme que no puede ir a algún lado eso no afectará nunca su labor.

—¡Jefe! —lo interrumpió— Por favor cuídese mucho. No olvide que está aún en observación. No quiero ser... molesto pero ¿cuánto tiempo estará fuera?

—No lo sé, señor Gojo... Espero estar aquí antes del lunes. Quiero estar con usted para la reunión sobre Happy Place, no crea que lo dejaré solo.

—Estaré bien no se preocupe. Sé arreglármelas.

—De ninguna forma. Si no estoy se cancelará. Yo lo haré no se preocupe. Bien... aun no me voy. Vayamos a nuestro próximo destino.

Pidió la cuenta y la pagó, esta vez Satoru no dijo nada estaba muy confundido, y cuando subió al auto vio el recordatorio de que las cosas no estaban nada bien: el cenicero. Ah vaya problema y allí estaba él sin querer dejar las cosas así y también el dilema con respecto a qué opinar sobre su consumo. Aun así abordó la conversación.

—Oh señor Nanami, no sabía que usted fumara.

Nanami miró el cenicero en medio de los dos asientos y maldijo internamente. Tampoco podía negarlo pero tampoco afirmarlo tan descaradamente.

—¿Usted fuma, señor Gojo?

Satoru solo sonrió.

—Lo hacía, hace mucho, cuando era más joven. Creía que era la mejor forma de mostrar rebeldía o que me veía muy genial portando un cigarro... que me daba estatus, madurez... pero solo es un objeto más. Eso creía cuando era joven, después... —suspiró— después se volvió una forma de canalizar cómo me sentía. Conforme creces solo hay dos formas de evitar o adormilar las emociones negativas: o eso o el alcohol... bueno miento hay más. Pero conforme avanzas te das cuenta de que solo es una mentira. No es cierto que esté todo mejor después de fumar... todo sigue igual o peor. Y esa es la realidad que yo enfrenté. Todos tenemos distintas razones para hacerlo. Esto suena muy moralista pero créame que no es así. Bueno aunque supiera que fumar no sirve de mucho esa no fue la razón por la que dejé de fumar. Le va a parecer muy gracioso... yo dejé de fumar porque es caro... en ese entonces yo puse en una balanza qué era mejor si gastar en eso o mejor depositarlo en la lavadora colectiva por unas no sé ¿cuatro tandas de ropa? Y es por eso que lo dejé. Es gracioso.

Pero Nanami no se reía.

—No lo estoy juzgando, señor Nanami. Cada quien es lo suficientemente adulto para hacerse responsable de lo que hace. Y yo soy el menos indicado para juzgarlo. Ya no es eso lo que importa. Ahora quizás usted deba poner también en una balanza qué es más importante... si mentirse y creer que el humo resolverá lo que siente... o enfrentar las emociones.

—¿Y si escojo el humo como compañía para enfrentar las emociones?

Le dijo. La charla se había vuelto sumamente seria.

—Bueno esa también es una opción... —le extendió su mano— entonces permítame acompañarlo.

Nanami estacionó el coche aparentemente habían llegado. Metió su mano en la bolsa y sacó la cajetilla... levantó la tapa. Satoru solo agachó la cabeza y tomó el cigarro con los dientes. Nanami también llevó uno a su boca. Sacó el encendedor y encendió el cigarro de Satoru y luego el de él. El humo comenzó a llenar el carro. Tuvo que encender el aire acondicionado para que lo sacara. Estuvieron un largo rato en silencio solo fumando, sacando el humo y dejando caer la ceniza en el cenicero de cristal. En una ocasión sus manos chocaron al dejar caer la ceniza.

Y el ambiente se había vuelto sumamente extraño dentro del coche. El corazón de Satoru se había acelerado. El silencio sólo le permitía escuchar la respiración entrecortada de su jefe y comprobaba que preferiría que su ropa no tuviera el olor del cigarro porque opacaba el del perfume mezclado con el de su piel.

Nanami por su parte estaba intranquilo. Primero avergonzado porque Satoru había visto que tenía una imperfección tan desagradable como esa... Luego estuvo extrañamente nervioso y siguiendo con la línea de "hacer cosas que nunca antes había hecho", quería seguir escuchando la respiración de Satoru más cerca y pegada a su oído. También quería que sus manos volvieran a coincidir en dejar la ceniza, así podría acortar la distancia... pero a la vez no sabía si estaba seguro de eso, las consecuencias serían caras... las consecuencias podrían ser que se olvidara de todo y terminara con la corta distancia que los separaba.

Pero eso era riesgoso y absurdo. Tan absurdo como haberle creído que estaba celoso hace unos momentos, tan absurdo como creer que todas las cosas que decía eran reales. Por lo que decidió no seguir.

Satoru habló antes de apagar el cigarro.

—Solo quiero que sepa que... está bien lo que decida. Pero no olvide que usted no está totalmente recuperado. Cada quien elige la forma de acortar su vida pero recuerde que usted aún tiene algunas cosas que hacer. Por ejemplo... —apagó el cigarro, los lentes se habían deslizado y lo miraba de la misma forma provocativa y burlona de aquel día— me prometió París... y el anillo de compromiso.

Notó que los ojos de Nanami se abrieron y si Satoru seguía viéndolo, si seguía dentro del coche... quizás nunca hubieran entrado a la casa matriz de Two Arrows y Nanami no habría subido al Jet.

Satoru se había dado la vuelta para abrir la puerta del coche y Nanami se había impulsado para estar cerca de él, pero se había detenido, Satoru estaba poniendo límites muy claramente. De nuevo, como la primera vez que lo llevó a casa, solo le dejaba en claro que era un juego de seducción y solo eso.

Satoru bajó del coche y se estiró como si nada pasara.

—¿Sí es aquí, señor Nanami? ¡Tengo mucha curiosidad!

Había recuperado el semblante de siempre tan alegre. Nanami solo apagó el cigarro y salió del coche. Con cierto tono de frialdad le contestó:

—Camine, tenemos tiempo limitado.

✨🌙✨

Nota: caliente! la cosa está caliente! Espero les haya gustado el capítulo ya saben píquenle a la estrellita si les gustó <3.

Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora