Capítulo 116: Piñata

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5:30 pm

Satoru no podía sentarse a comer porque seguía preocupado. Por fin se decidía a llamarle a su jefe, le preocupaba que algo malo le hubiera ocurrido. Dejó a Choso a cargo de sus hijos y entró al edificio.

Mientras buscaba el número de su jefe escuchó la puerta de un carro cerrarse, levantó la vista y por el ventanal del vestíbulo que daba vista al estacionamiento vio a Nanami de pie al lado de su carro. Vestía una playera blanca de manga corta y un pantalón de mezclilla azul claro, aún tenía los lentes oscuros. Satoru se había quedado sin palabras, su cerebro había hecho un corto circuito y había olvidado todo sentido de la razón. ¡Le alegraba tanto verlo! ¡Pero demasiado! Su estómago había dado un vuelco, la sonrisa se formó en su rostro y no pudo detener el impulso de correr y cual polilla querer llegar a la luz. Corrió a la puerta y cuando la abrió le gritó:

—¡Señor Nanami!

Él levantó su rostro para ver a Satoru correr desde la entrada del edificio hasta donde él estaba. Al llegar Satoru de inmediato lo abrazó con cierta violencia que los hizo tambalearse...

El corazón de Nanami se había detenido por un momento, el momento en que sintió los brazos de Satoru pasar por debajo de los suyos, el momento en que sus pechos chocaron. Su corazón volvía a latir pero esta vez ¡a toda velocidad! Se había quedado inmóvil con sus brazos levantados y confundido. Que poca vergüenza tenía su asistente. Pero se había olvidado de regañarlo o de separarse porque ese abrazo era sincero y cálido. Poco a poco sus brazos fueron acercándose para envolver el cuerpo encorvado de Satoru. ¡Lo hizo! Podía envolverlo con ternura en ese abrazo que parecía eterno, que era cálido y se preguntaba sí... Satoru podía sentir su corazón palpitando con fuerza, si Satoru sabía... lo agradable que era tenerlo tan cerca de verdad tan cerca que a Nanami le era casi imposible no deslizar sus manos por su espalda. Realmente Nanami no estaba consciente hasta ese momento de cuánto deseaba tocar el cuerpo de Satoru.

Satoru había cerrado sus ojos al abrazar a Nanami, sonreía al aspirar su aroma, y por un momento se sintió reconfortado. Pero al abrir los ojos se dio cuenta de lo que pasaba así que se separó. Aún sonreía pero... pero ambos estaban sumamente incómodos... y no eran los únicos. Los cuatro guardaespaldas que esperaban la salida de los niños estaban incómodos también y se habían dado la vuelta para darles privacidad.

Satoru asentía, pero no podía decir nada. Quien habló fue Nanami.

—Traje pastel —dijo torpemente y pronto se sintió estúpido, aún más al no escuchar respuesta de Satoru quien sólo asentía. Finalmente abrió la puerta del carro para sacar los regalos y Satoru habló por la sorpresa que le traía ver tres cajas grandes en el asiento trasero.

—Oh por todos los cielos... ¿señor Nanami trajo tres regalos?

—Hjum —eso era un "sí".

—¡¿Sólo para Nobara?!

—No, es uno para cada uno. El que está forrado de morado es para ella, el verde para Megumi y el azul para Yuuji.

—Oh por dios...

Nanami caminó hasta el asiento del copiloto, levantó una caja y la señaló, y como su cerebro aún no se recuperaba de lo que había pasado sólo pudo decir:

—Pastel.

—Ah... ah sí, ya veo, muchas gracias señor Nanami. Yo... no sé qué decir...

—Ayúdeme con el pastel yo cargaré los regalos. No hace falta decir algo.

Atendió. Ambos caminaron al interior del edificio y luego al jardín. Al llegar a éste Satoru condujo de inmediato a Nanami a la mesa de regalos para que descargara las tres cajas. Nanami por fin pudo ver a los invitados, sólo logró ubicar a Choso, la señora Estefanía y a Miss Margarita.

Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora