Capítulo 111: Un nuevo escenario para aventuras

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Los niños fueron todo el camino completamente tranquilos, claro porque aun veían las luces en el monitor formar figuras. Megumi incluso estuvo apunto de quedarse dormido. Cuando bajaron del carro ni Satoru ni Nanami vieron a ninguno de los vecinos cerca así que pudieron subir con tranquilidad.

Dentro del departamento Satoru se despojó de su saco y corbata y se acercó a Nanami, lo hizo entrar a la cocina. Los niños los seguían con pasos rápidos.

—¡Jefe, el día de hoy usted tiene una labor sumamente importante! ¿Podría por favor ayudarme a meter en bolsas todo lo que está en el refrigerador y... cuidar que esos tres demonios no se salgan de la cocina? Sé que es una labor muy demandante pero me sería de mucha ayuda de verdad.

Nanami no entendía, parecía ser mucho más fácil que llevar cosas al carro de la mudanza.

—¿En verdad cree que ellos van a querer quedarse conmigo? —se refería a las pequeñas criaturas que estaban a un lado de Satoru, que a comparación con la estatura de su padre se veían muy pequeños y frágiles—. Apenas me conocen.

Satoru prefirió demostrarlo con hechos: simplemente se salió de la cocina y luego volvió. Los niños permanecían en la cocina incluso dieron unos cuantos pasos para estar cerca de Nanami, ni siquiera le prestaron atención a Satoru sus caritas redondas miraban con detenimiento a Nanami.

—¿No lo he convencido? ¿Teme que lloren de la nada porque no esté yo? —Nanami asintió tímidamente, en efecto ese era su mayor miedo—. No pasará. Bueno... oigan hijos míos ¿quieren ir conmigo a allá afuera o quedarse con el señor Nanami en la cocina...?

De inmediato los tres contestaron: con "el hombre de la caja".

Satoru miró a Nanami, ya estaba decidido.

—Sólo una cosa más... lo obedecerán ¿de acuerdo? No le den problemas y no vayan a llorar por tonterías. Ah y no se llama "el hombre de la caja" mocosos irrespetuosos, se llama "Nanami" así que le dirán "señor Nanami", ¿de acuerdo?

Los tres asintieron. Llegó el carro de la mudanza, Satoru entraba y salía del departamento poco a poco los muebles que quedaban y las cajas fueron desapareciendo. Nanami se dispuso a terminar su labor pero tuvo que tomar dos bolsas... una para comida y verduras y otra para basura o desperdicio. Desde luego tenía miedo de que alguno de los niños desapareciera, los niños solían hacer eso y, después de lo que había visto el miércoles, podían hacer un desastre por lo que no los perdía de vista. Los niños no parecían interesados en irse, estaban sentados en el piso de la cocina jugando con los juguetes que traían en sus mochilas.

Al principio, mientras acomodaba las cosas, los observaba con curiosidad sacar juguetes de su mochila con algo de torpeza. A veces los juguetes eran demasiado grandes para sus pequeñas y regordetas manos. También le pareció curioso verlos compartir sus juguetes y moverlos por el suelo para formar... escenarios imaginarios de sus historias a las que Nanami no podía encontrarles lógica. Además de jugar también platicaban... en un código de balbuceos que Nanami no podía descifrar pero le parecía interesante porque los tres estaban muy serios. La plática era la siguiente:

Nobara: seguimos con el plan. Debemos convencer al hombre de la caja de que papá debe quedarse con el trabajo.

Yuuji: vamos a lograrlo. Debemos hacer que vea que papá es bueno.

Megumi: que confíe en nosotros.

Nobara: esa es una buena idea... debemos hacer que confíe en nosotros.

Al terminar de guardar las cosas Nanami los volteó a ver y notó que los tres lo veían fijamente, sus miradas le dieron escalofríos, esos niños estaban tramando algo en su contra y para confirmarlo lo apuntaron con sus deditos. En ese momento Satoru entró para decir que ya todo estaba arriba sólo faltaba el refrigerador. Nanami dijo que había terminado. Los niños metieron sus juguetes en sus mochilas y caminaron al lado de Satoru hasta la sala para dar espacio a los cargadores para que se llevaran el refrigerador. Los tres dijeron adiós con sus manitas al aparato. Bien, eso había sido todo.

Aún estaban en lo que había sido la sala. Satoru podía ver las manchas en la pared donde habían estado sus muebles. Se veía espacioso pero sólo porque no había nada. Nanami se acercó a él.

—¿Va a extrañar este departamento?

Satoru sonrió con melancolía.

—No es el departamento lo que extrañaré. ¿Recuerda que una vez le dije que yo no tenía lugares especiales? Yo tengo personas especiales. Mis hijos son lo que le daba algo especial a este departamento. Yo llegué a éste con los tres muy pequeños, no tenía muchos muebles así que me sentaba en el suelo de la sala a darles de comer y dormirlos. Aquí festejé sus primeros cumpleaños aunque éramos sólo nosotros... aquí jugamos muchas veces y... aún lo recuerdo, recuerdo cuando cada uno comenzó a caminar por sí mismos, comenzaban aquí, en la sala, y yo los esperaba en la entrada de la cocina.

Los niños miraban atentamente a su padre hablar con tanta felicidad de sus recuerdos, aunque parecían ser sólo de él porque ellos no recordaban mucho.

—No lo hicieron al mismo tiempo... pero si recorrieron el mismo camino. Yo sólo estoy recordando por última vez en el lugar donde pasaron las cosas.

—Lo noto triste.

—Un poco por mera nostalgia.

Los niños interrumpieron al ver que era verdad su padre se veía un poco triste. Comenzaron a relatar sus propios recuerdos.

—Allí salvamos una ciudad de un villano —dijo Yuuji, se refería a donde estaba su zona de juego.

—Allí estaba la caja... la tele — dijo Megumi.

—Allí se le cayó Megumi a mi papá...

—¡Eso no es cierto Nobara! —gritó Satoru de inmediato.

Megumi llevó su mano a su frente y asintió con tristeza para añadirle dramatismo.

—Sí, sí es cierto. Auch.

—Te caíste porque no me hiciste caso esa es la versión completa.

—Pero se cayó —dijeron los tres.

Satoru sólo pudo sonreírle a Nanami, trataba de excusarse, se escuchaba más horrible de lo que había sido. Nanami sólo pudo suspirar y cambiar un poco de tema.

—Sabe que los recuerdos se quedan en nosotros, no tiene por qué despedirse de ellos.

—No lo hago. Sólo los recreaba una vez más. Estoy listo para ir a un nuevo lugar que quizás se vuelva especial. Vámonos.

Salieron del departamento y cerraron la puerta detrás de ellos. Antes de irse del edificio Satoru tocó la puerta del departamento del arrendador en la planta baja. El hombre salió.

—Hola y adiós —dijo Satoru. El arrendador vio a Nanami detrás con los niños—. Ya he desocupado el departamento. Aquí le dejo las llaves. Sé que nunca lo dije pero... muchas gracias por dejarme quedar tanto tiempo, por esperarme con la renta y por tolerar todos los gritos.

—No fue nada —le contestó con resignación y miró a los niños. Satoru les pidió que se acercaran.

—Bueno, despídanse y denle las gracias.

Los tres dijeron en coro: "gracias y adiós". El arrendador en ese momento olvidó todo desacuerdo que hubiera tenido con Satoru, también se dio cuenta de lo injusto que había sido y que no eran ciertos los rumores que habían propagado las vecinas. Si bien él aún desconocía que Satoru y Nanami sólo tenían una relación laboral ya veía que los niños merecían tener una mejor vida, en un hogar donde pudieran crecer rodeados de amor y cuidados y, claro, los niños merecían una familia por qué no.

—No fue nada niños. Que sean felices en su nuevo hogar.

Los tres aún agitaban sus manitas mientras seguían a Satoru y a Nanami al auto.


✨🌙✨

Nota: Espero les haya gustado el capítulo, si fue así ya saben dejen su voto. Muchas gracias por leer y por todos sus comentarios siempre es un placer leerlos. <3

Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora