Moondust - Jujutsu Kaisen

Capítulo 35: Inseguridad

Al llegar a la oficina Satoru verificó si Nanami ya había llegado... eran las 9:45 am y no había señales de él. De inmediato agregó el número a contactos, marcó... y esperó

Y esperó...

Biiiiiip... biiiiip...

Y esperó...

"El número que ha marcado no está disponible en este momento. Deje su mensaje..."

—¡No! —gritó Satoru y marcó un sinfín de veces más, estaba preocupado por el estado de su jefe. ¿Qué tal si se había asfixiado con la pastilla...? ¿Qué tal si se había desmayado en su habitación...? ¿Y si se resbaló en la ducha, se pegó en la cabeza y quedó inconsciente mientras se desangraba?

No hubo contestación. Tan ensimismado estaba que... no vio que un hombre había entrado a la antesala y se dirigía a él. Fue hasta que se dio la vuelta que lo vio. Maldijo al ver su rostro sonriente.

—Lo siento te asusté.

Satoru le dio una sonrisa nerviosa. El sujeto no parecía ser mala persona pero a Satoru lo había asustado al salir de la nada.

—Buenos días. Soy Satoru Gojo, el asistente del vicepresidente. ¿Qué desea?

—Así que tú eres el nuevo juguete de Sukuna o debo decir el dolor de cabeza de Nanami.

—Yo no soy juguete de nadie. ¿Qué desea?

—Vengo a entregar estos documentos a Nanami.

—Claro yo los recibo no se preocupe. ¿Quién se los deja?

—Mahito —desdeñó— el director de producción... blah blah blah. Pasaré a verlo tengo que darle unas noticias... —se acercó de inmediato a Satoru quien se echó para atrás en respuesta.

Satoru abrió la boca justo para informarle que el señor Nanami no estaba pero... una voz proveniente de la entrada los interrumpió.

—¿Qué haces aquí, Mahito?

Ambos giraron su cabeza, era Nanami. Satoru sonrió de inmediato y casi gritó de emoción al verlo... vivo. Solo se levantó de inmediato y sonrió de oreja a oreja. Se impedía salir corriendo a su encuentro.

—¡Buenos días, señor Nanami! —comenzó a decir Mahito— Por fin puedo verlo después de casi dos meses.

—Ve al grano ¿qué quieres? —si bien Nanami siempre contestaba con frialdad esta vez se notaba un poco de enojo en el tono de su voz.

—¡Verlo! Estuvo en coma es normal que venga a darle la bienvenida. Además vine a entregar los documentos para la reunión de hoy. Ya no la va a posponer ¿verdad? Aunque si aún no está en condiciones está bien, vaya a su ritmo.

—Gracias. ¿Era todo? Hasta al rato —y pasó derecho a su oficina. Dentro le habló a Satoru evitando así que siguiera platicando con Mahito. Éste viendo que Nanami no estaba de humor para soportarlo mejor salió de la ante sala.

Satoru tomó varios de los documentos y entró de inmediato a la oficina aun con su sonrisa en su rostro, se preparaba para hablar pero Nanami lo hacía primero.

—El café está frío... —Satoru ante el susto había olvidado que lo había dejado allí. De inmediato corrió al escritorio y dejó los documentos.

—En un momento le traigo uno nuevo...

Atendió y cuando regresó Nanami ya había hojeado la carpeta que había traído Mahito. Solo volvió a cerrarla y la aventó a la basura.

—¡¿Ehh?! Señor Nanami.

—No se preocupe eso ya lo tenemos.

Satoru encontró un momento perfecto para conversar. Nanami notó extraño que le sonriera de esa forma no era una sonrisa con la que estuviera familiarizado, no era para bromear tampoco para saludar...

—¿Qué ocurre?

—Señor me alegra mucho que por fin haya llegado. Como usted nunca llega tarde me asusté... pensé que algo le había pasado. ¡Entonces tuve que bajar a recepción para conseguir su número! Y le llamé muchas veces pero nunca contestó y eso me asustó más...

—Cálmese... ya estoy aquí.

Nanami no estaba familiarizado con todo eso, con que alguien se preocupará así por él. Comenzaba a entrar en pánico ¿Qué se hacía en esos casos? Con lo que estaba familiarizado de experiencias de otras personas lo que seguía era que él diera las gracias... pero no lo hizo. Se sintió aún más incómodo porque en verdad Satoru lucía preocupado y a él parecía que le daba igual. Pero no era así... y luego estaba su enojo que lo obligaba a cambiar de tema.

—¿Usted trajo a Mahito hasta aquí? ¿Por qué lo trajo? ¿Entró a mi oficina? ¿Cuánto tiempo perdió platicando con él, que no sabe que tenemos muchos pendientes? ¿Y de qué hablaron... de mí? Ahora quiere ir a trabajar con él porque es menos molesto que yo. ¡Conteste!

La última palabra hizo que Satoru brincara por el susto. Nanami continuó:

—Ah, ahora guarda secretos... bien ¡lo que me faltaba!

No era que Satoru no quisiera hablar lo que sucedía es que no sabía cómo contestar a las preguntas y Nanami no le daba oportunidad de hablar.

—¡Hable!

Satoru atendió.

—No lo encontré de camino, él vino a la oficina. No entró aquí. Yo no tengo una razón de traerlo... ¡Apenas y lo conozco! Él sólo llegó mientras yo intentaba comunicarme con usted. Y en realidad ni siquiera hablamos sólo preguntó si estaba y en eso llegó usted. ¿Trabajar con él?

—Ya está bien, no importa. Vamos a trabajar...

—¿En serio cree que me iría y lo dejaría con todo el problema de Happy Place?

—No importa olvídelo...

—¡Contésteme! ¿De verdad cree que soy desleal a ese punto? —pero Nanami ni siquiera movió la boca sólo miraba fijamente a Satoru—. Me preocupé por usted... creí que algo le había pasado. No contestaba... yo pensé que se había desmayado... yo que sé... muchas cosas pasaron por mi cabeza. Disculpe que tuviera que conseguir su teléfono o que me atreviera a llamar tantas veces.

Nanami tampoco sabía qué decir. Sólo una palabra rebotaba incesante desde ese momento incluso momentos después cuando pidieron el desayuno: "perdón". Y tantas veces la dijo en otras situaciones que le parecía tan insípida, no tenía sentido, no describía todo lo que sentía. Y ahora era como si esa palabra tuviera peso, se aferraba a su lengua y todo el día lo molestó. Tampoco le dijo por qué había llegado tarde sólo le dijo: estoy bien, no se preocupe más. Tampoco le dio un "gracias" o una sonrisa que le dijera a Satoru que Nanami... se sentía reconfortado al saber que se preocupó por él... ¿Así era cómo se sentía, reconfortado? ¿Tan difícil era ponerle nombre a un sentimiento? Vaya que sí y aún más difícil le era externarlo. Sólo podía apretar el objeto que traía dentro del bolso de su saco.

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