Capítulo 58: Seguridad

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Viernes 5:45 am

Nanami estaba sentado en su cama, aun no se arreglaba, sus piernas estaban enredadas en las sábanas. Frotaba sus ojos debido al sueño. Llevaba más de una hora en llamada, ahora estaba callado. El día anterior llegó a casa y de inmediato se sentó ante su balcón, llamó para saber qué noticias había del caso de Sukuna: él seguía detenido. Habló con Yuki, ella decía que tenía todo bajo control que no la presionaran pues esto no era tan fácil como las últimas veces, y esperaba que fuera recompensada como se debía. Nanami dijo que eso ya estaba cubierto nunca le había fallado, así que, no tenía por qué preocuparse solo debía hacer lo que mejor sabía hacer. Después de eso, y en vista que todo parecía alargarse, decidió irse a dormir para recuperar las horas perdidas del día anterior, no debía desvelarse más, eso solo le haría daño. Tomó su medicina y se despojó de su ropa. Se tiró en su cama pero no durmió de inmediato. Solo estuvo largo rato en la oscuridad pensando.

Ahora estaba un poco incómodo. Ya se había cansado de sostener el teléfono así que lo puso en altavoz y comenzó a hacer su día a día. Se puso pantalones, calcetines y tenis. Ijichi llevaba el teléfono seguía a Yuki por diferentes oficinas tratando de arreglar la situación, lo que Nanami escuchaba sólo era el ruido y a ella alegando. Después de ponerse sus tenis fue a otra habitación y se puso a correr en una caminadora.

—¿Señor Nanami sigue allí? —era Ijichi.

—Sigo aquí... ¿qué ha pasado?

—Parece que podrá tener una oportunidad para interceder y sacar al señor Sukuna antes de que lo procesen y lo manden a prisión. La señorita Yuki dice que aún no estará a salvo de todo ésto, seguirá siendo sospechoso pero al menos tendrá arresto domiciliario. Es un avance ¿no?

—Lo es... no puedo creer que éstos trámites sean tan lentos. ¿Los guardaespaldas siguen cerca de la celda?

—Así es, señor. Y hay otros dos policías también cuidando. Disculpe... tengo al señor Sukuna enfrente de mí. Dice que quiere hablar con usted...

Le arrebataron el teléfono. Se escuchó la voz temblorosa y áspera de Sukuna.

—¡Kento!

—Hola. ¿Buenas noches? Es de noche ¿no?

—¡¿Qué demonios haces?! ¿Por qué sigo aquí? ¡Maldita sea! Estoy muy enojado y cortaré tu cabeza... ¿qué carajos haces? Hay ruido.

—Ejercicio —contestó ya con la respiración agitada.

—¡¿Por qué haces ejercicio en un momento tan crítico de mi vida?! —Nanami no quiso decirle que el mundo no se detendría porque él estaba tras rejas— Voy a matarte Kento...

—Será mejor que no lo vuelvas a decir. En tu situación cualquier broma es tomada como cierta. ¿Tú crees que es simple? Están trabajando en eso, te van a sacar de allí. Además tú más que nadie entiende lo delicado de la situación, no podremos movernos tan rápido como quisiéramos.

—¡Ya lo sé! Gracias por tu preocupación. ¡No entiendo por qué te quedaste, es estúpido! ¡Te necesito aquí! Acelera las cosas.

—No soy mago y tampoco abogado...

—¡Pero eres listo! Sabes lo que haces. Ven o te juro que te arrepentirás.

—Hmm... lo pensaré. ¿Algo más?

—¡Sí! —se relajó un poco—. Entiendo en qué me metí. Eres el único que puede mantener todo esto en marcha en mi ausencia. Me eres útil. Por ello voy a pedir que te pongan seguridad.

Nanami dejó de correr. Apagó la caminadora y miró el teléfono. Eso no le agradaba. Estaba agitado y cubierto de sudor... y enojado. No era una bonita manera de empezar su mañana. Sukuna continuó:

Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora