Capítulo 69: Regreso

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Nota: ayer hubo maratón y hoy es Lunes feliz así que aquí tienen otra tanda de 5 capítulos. Que los disfruten <3

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Después de unos minutos en la oscuridad de la habitación Nanami tomó una decisión: no podía quedarse más tiempo allí. Tomó su teléfono y llamó para que prepararan el segundo jet, saldría cuanto antes, luego llamó a Haibara. Él le contestó de inmediato, eso era señal de que no estaba dormido. Le dijo que se iría esa misma noche ya había mandado a preparar el avión, pero él podía quedarse sin ningún problema. Haibara se negó, aún tenía el trabajo de cuidar las espaldas de Nanami, el asunto de la seguridad de Sukuna ya estaba resuelto así que lo seguiría. Nanami buscó una muda de ropa, se duchó y luego metió a su maleta lo poco que había sacado. Llegado el momento se fue del hotel rumbo al jet sin siquiera decírselo a Sukuna. ¿Estaba huyendo?

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Domingo. 1:14 pm

Satoru encendió el televisor, buscó un canal y se encontró con las noticias nuevamente. La noticia de que Sukuna había sido puesto en libertad era lo nuevo. Se ponía al tanto de todo lo que había pasado y, cuando salieron las imágenes del arribo de Nanami a Los Ángeles, los niños de inmediato corrieron al televisor gritando: "es el jefe, es el jefe". Lo miraron por un rato emocionados. A Satoru se le hizo curiosa su reacción parecía que a ellos les agradaba. También era gracioso que ellos lo conocieran pero él a ellos no. Y Satoru no podía saber cuál sería la reacción de Nanami si supiera que él era padre de tres niños, seguro... sólo le daba igual y Satoru estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua.

📺

6:23 pm

Satoru se dirigió al balcón para recoger la ropa que había lavado. Para ese momento en la sala los tres niños estaban tirados en el piso sobre una manta, estaban tomando su siesta. Como siempre una vez terminaban de jugar simplemente caían rendidos donde fuera y Satoru podía tener más o menos una hora para relajarse o hacer cualquier otra tarea. Mientras doblaba la ropa dentro de la habitación sentado en el suelo, con el balcón abierto, escuchó las voces de los vecinos, el viento traía la conversación desde el jardín.

—Creo que debe tomar cartas en el asunto... ¿qué imagen le está dando al vecindario?

—No lo entiendo, señora, explíquelo por favor —esa era la voz del dueño del edificio.

—Vimos al del 207 bajando del auto de un hombre.

—¿Y eso a mí qué? —respondió el arrendador harto de que le hiciera perder su tiempo.

—Y antes de bajar lo ha besado.

Satoru de inmediato levantó el rostro. ¿Qué carajos había escuchado? Gateó hasta el balcón y se quedó allí para escuchar mejor la conversación.

—¿Be-besado?

—¡Sí, así es! ¿Recuerda que usted nos dijo que se había atrasado con la renta porque lo habían despedido?

Ah, así que había estado quejándose con otros vecinos. Vaya hombre tan desagradable.

—¿Y eso qué?

—¿No se ha preguntado cómo es que consiguió el dinero? ¿Ya se dio cuenta de que incluso ha salido los fines de semana y tiene mayores lujos? Sólo puede haber una explicación para eso.

—La escucho.

—Él es de esos hombres... bueno por lo regular lo hacen las mujeres. ¡Usted sabe eso de conseguir un hombre rico para que le de dinero a cambio de favores sexuales!

Satoru llevó su mano a su cara. De acuerdo eso ya estaba excediéndose, y a eso le sumaba la aparición del marido de aquella vecina.

—¿Eh? ¿El del 207 es un marica? Vaya ya decía yo que había algo raro en él, no tiene una mujer que se haga cargo de sus hijos.

El dueño del edificio estaba sorprendido.

—¿Tiene usted pruebas de lo que está diciendo?

—Pruebas de ninguna manera pero lo vi con mis propios ojos. El viernes ese hombre vino en un carro muy bonito y se besaron dos veces. No fui la única que lo vio.

Satoru no sabía dónde esconder su cabeza por la vergüenza. Eso no era lo que había pasado y no sabía que se podría interpretar así.

—Bueno, si ese es el caso no sé qué quiera que haga. Él tiene la libertad de hacer lo que quiera siempre y cuando me pague la renta y como usted lo ha dicho ha sido puntual incluso ha pagado otras cosas que debía.

Bueno al menos lo tenía de su lado.

—¡No puedo creer que no lo vea! —dijo la mujer indignada por no salirse con la suya— Ese hombre a la larga puede traernos problemas... Las mujeres que se prostituyen tarde o temprano son buscadas por los clientes cuando se dan cuenta de que son engañados. ¡Podríamos tener un altercado horrible! Podría afectarnos. Y si eso no le es suficiente imagine que otros se enteren de que recibe aquí gente tan desagradable, seguro no lo ayudará a rentar el resto de departamentos.

Oh había dado en el clavo ahora sí. Eso sí podría preocuparlo.

—Está bien si tanto insiste yo le voy a preguntar al señor Gojo...

—¿Preguntar? ¿Cómo le va a preguntar usted eso? Mejor vea más lo que hace ese hombre. Se dará cuenta de que no es una buena persona... estoy segura que hasta usa a los niños para causar ternura en otros...

Antes de que terminara su horrible alegato agua cayó sobre ella para callarla. Cuando todos levantaron la mirada ya no había rastro del responsable y la mujer seguía gritando. Satoru dejó la cubeta dentro del cuarto, ya había escuchado suficiente y estaba furioso así que había agarrado la cubeta que usaba para regar las plantas, le pareció que estaba muy sucia para eso así que la tiró por el balcón... ups.

Ahora caminaba a la sala pues había escuchado ruidos. Eran los niños, ya habían despertado y estaban haciendo maldades. Cuando lo vieron sonrieron de oreja a oreja. Satoru llevó sus manos a su cadera y fingiendo seriedad habló.

—¡Tienen tres segundos para correr porque cuando los atrape los bañaré!

Los tres niños gritaron y entre tambaleos y con Satoru contando se dispersaron por el departamento para evitar que los atrapara. Reían, y Satoru también, y olvidaba por un momento todo lo que había escuchado.

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Moondust - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora