Es hoy...es hoy!

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Damian no llegó a dormir dos noches seguidos a la mansión, lo que indicaba que el plan iba viento en popa.

Milagrosamente para nosotras, ayer había llovido, impidiendo a Cinder llevarnos con su costurera para postergar dicha visita para el fin de semana. La cara que pondría cuando se enterase de mi divorcio sería impagable.

Hoy era el último día en que toleraría sus repugnantes comportamientos ya que una fecha tan especial en la que firmaría mi libertad seguido de una boda había llegado.

Sentada en la mesa bebiendo el desayuno con las niñas, contemplabamos como el gran señor de la casa llegaba con resaca rumbo a su alcoba.

-El señor quiere verla- al venir a avisar, Lily puso una sonrisa asquerosa de metiche

-Ahora voy. Niñas, terminen su desayuno y no olviden ponerle 10 y ⅙ de azúcar al té para darle sabor- me levante para seguir a esa entrometida

Las niñas se fijaban constantemente el reloj de pie, contando los minutos para el espectáculo de histeria mientras bebían su desayuno. Al entrar a la alcoba, Damian estaba sentado en la cama borracho sosteniendo una botella de whisky.

-Miriel...ven acá ahora!- me gritó como si fuera un perro el cual debía obedecer

-Qué demonios ocurre contigo? Primero no vienes en varios días para luego aparecer borracho. Ve a pegarte una ducha y duérmete. Apestas a alcohol!-

Me estaba retirando cuando el infeliz me apretó el brazo para tirarme a la cama.

-Te dije que vinieras. No me hagas repetirlo!- se puso violento y comenzó a sacarse el cinturón

*Plast*

Le propiné un cachetazo bien merecido y lo empujé a un costado para zafarme de su agarre. Al intentar correr hacia la puerta, se tiró sobre mí. El bastardo aparte de estar ebrio, su lívido ya lo había vuelto loco y trataba de tomarme por la fuerza.

-No...suéltame!-

-Te crees muy lista, no voy a dejarte hacer lo que quieras!-

*Pow*

Un rodillazo en su entrepierna lo dejó adolorido y en posición fetal.

-Nunca más vuelvas a tocarme. La próxima vez que lo intentes, date por muerto!- le puse los puntos a este desgraciado borracho

-Miriel! Ahhh!- su queja no era de mi incumbencia y me levanté para salir de allí tratando de arreglar mi ropa

Al salir, encontré a las mucamas con los oídos pegados en la puerta. Perras malditas y chismosas sin sentido común. De seguro querían darle una primicia a la zorra de Cinder cuando viniera.

-Qué creen que hacen? Quién les dió permiso de estar vagueando? Regresen a sus labores!- les ordené que se fueran

De repente, sentí que algo andaba mal al verlas reírse entre dientes cuando sus ojos se desviaron detrás de mí.

-Ven acá!- Damian me empujó al suelo en medio del pasillo

Entre forcejeos me estaba dejando en vergüenza frente a este montón de víboras que en vez de ayudar a su señora, se quedaban paradas observando entre risas.

-Ahh! Deja a nuestra madre en paz!- Marjane lo golpeó con la escoba para apartarlo

-Mamá!- Sirin me ayudó a levantarme

-Ay!- se levantó y empujó a Marjane contra la pared provocando que se golpeara contra la mesa

-Marjie! Dios mío!- la sangre no paraba de brotar

Matrimonio por Conveniencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora