Me hallaba caminando por un bosque sin sentido y con un ecosistema gigante. Los hongos, las plantas, los animales e insectos superaban el tamaño normal hasta alcanzar la estatura de un hombre promedio. El bullicio me alertó de vida a lo lejos pero el crujido de las hojas, me hicieron sacar mi arma. Al girar detrás de un árbol, alguien me estaba apuntando también.
-Rayden?-
-Pinky! También te perdiste?- ambas guardamos nuestras pistolas y notamos que llevábamos ropa extravagante
-No lo sé. Me fui a dormir y aparecí sobre un girasol gigante. Y tu?-
-Estaba metida dentro de una rosa-
-Ah-
-Mejor sigamos, creo que allá hay personas- señalando las luces, nos dirigimos hacia ese lugar
Llegamos a la entrada de un mercado similar al de los Duendes salvo por la diferencia que aquí, había más criaturas antropomorfas, diminutas, de colores, voladoras, peludas en puestos de venta y hasta las infames sirenas que yacían en botellones descomunales, que nos observaban atentos.
-Wow! Mira eso!- Pinky corrió a un puesto de armas raras
-Jah! No puedo creerlo! Oye, cuánto por esto mi estimado?- un rifle similar al que usaba mi padre cuando era niña, estaba a la venta
-8000 óbolos de cobre mi señora- recordando la bolsa que estaba cargando en la cintura, saqué una moneda
-Estas sirven aquí?- esperaba que las monedas de oro que Herschel me entregó, sirvieran
Hablando con sus socios, el hombre verde aceptó estupefacto aunque su respuesta fue una sorpresa.
-Sinceramente....pueden mirar las armas sin problemas pero antes, por favor podrían cambiar su moneda en el banco?- lucían desesperados
-Pinky, elije las que te gusten más mientras voy a buscar cambio!- no vi de malo en compartir mi suerte
La moneda de oro valía lo que 6 palacetes en este sitio y debías tener 7.000.000 de cobre o su equivalente en 5.500.000 de plata. Si no hubiera sido por el vendedor que nos señaló el banco, no habríamos podido obtener cambio.
El gerente me recibió como un rico y hasta me abrió cuenta de tanta felicidad por lo que salí a buscar que comer con Pinky.
Si bien compramos muchas cosas, no tenía la más pálida idea de como regresar a casa o tan siquiera el como transportar los bolsos cargados.
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Matrimonio por Conveniencia
CasualeHarta de soportar a un marido infiel, una cuñada entrometida y a medio mundo que se puso en su contra, la condesa Miriel optó por planear un divorcio conveniente. -Ella y el conde son unas víboras háganme caso y empaquen sus maletas- planeaba sacar...