-Mi señora, tome- Paola le entregaba un menjunje a la reina Lyla para estabilizarla
-Uorhgg!!!‐ sosteniéndose del lavado, Lyla no paraba de vomitar
Tuvo la peor noche en meses y su intranquilidad aumentó. Despertó en medio de su sueño exaltada y sintiendo en carne propia como parte de su aquelarre era exterminado de nuevo, aunque ahora corría con la suerte de tener más seguidoras y haber cambiado de cuerpo de lo contrario, habría acabado peor que la última vez.
El dolor de ser quemada hasta las entrañas la hizo retorcerse en agonía al caer de la cama. El rey Sven sin saber que hacer, llamó a las lechuzas pero la tortura de Lyla se intensificó.
Una vez cesó, la reina usó el poco poder que mantenía para manipular a una de las lechuzas que estaba sufriendo, solo para ver a la mismísima muerte sonriéndole. El hórrido sentimiento que empezó a experimentar, le mostró a que se enfrentaba y un sonido familiar que acabó desvirtuándose en algo más siniestro le presentó a su futuro verdugo.
*♫♪*
Era un silbido que no podría olvidar y que como un chiste de los dioses, retornó después de siglos de no escucharlo.
-♫♪Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está...el Lobo está?!♫♪-
La maldita canción que usaban los khamis que escoltaban a los sacerdotes de Hades para anunciar su llegada y un hombre encapuchado de ojos rojos que la seguía con la mirada, le llenó de horror.
Con su mente en caos solo pudo crear una pared de fuego para apartarlo pero era inútil, aquel ser no era el detestable khami de aquel infame clan, aquello que atravesaba el fuego cargando dos cuchillos con mangos de jade era el brutal y despiadado "Carnicero de los Dioses".
Tan implacable y cruel como su nombre, su sola presencia en el mundo significaba "purga". Pese a que fue la lechuza quien fue incinerada, la sensación del cuchillo ardiente permanecía firme en su pecho y Lyla no pudo dejar de temblar en toda la noche pensando en que aquello vendría pronto por ella.
-Lyla, ya fue suficiente- Sven la llevó hasta la cama
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Matrimonio por Conveniencia
DiversosHarta de soportar a un marido infiel, una cuñada entrometida y a medio mundo que se puso en su contra, la condesa Miriel optó por planear un divorcio conveniente. -Ella y el conde son unas víboras háganme caso y empaquen sus maletas- planeaba sacar...