Milenios atrás, la tierra estaba cubierta de oscuridad y las criaturas caníbales, cohabitaban con los seres mágicos a quienes esclavizaban y criaban como ganado.
Hartos de tal destino que se ganaba al nacer, aquellos más fuertes se levantaron contra sus victimarios y luego de duras batallas lograron romper sus cadenas empero, la peste continuaba.
Los primeros cazadores de bestias habían aparecido y con ellos, la posibilidad de un día exterminar a quien procreaba y comandaba el ejército de engendros permanecía latente; el Dragón de la Calamidad Khim. Pasaron siglos hasta que la desigualdad de poderes se estabilizó pero el rumor de que Khim fingió debilidad para ganar fuerza, hizo cundir el pánico.
Muchos cazadores formaron escuadrones para ir a la cordillera de Drakon y pelear pero de las centenares de parties que fueron, solo un puñado regresó con vida. La cantidad de personas dispuestas a arriesgar su pellejo, disminuyó en los sindicatos y la recompensa subió a la exorbitante cifra de 200 millones de oro equivalente a la recaudación anual entre los 17 clanes de la Ciudadela de Refugio vigente.
Viendo una posibilidad de riqueza, un pícaro ladrón autodenominado Arthur Pendragon, se presentó en el sindicato local para tomar el trabajo de matar a Khim. Además de ser un quinceañero conocido por su profesión, también lo era por su nefasto prontuario de meterse en peleas por dinero para acabar apaleado sin remedio.
La burla y abucheos en su contra se pronunciaron pero nadie le negó ir a buscar a Khim. Esperaban que muriese rápido pues su cobardía, era moneda corriente en los bares a los que le debía dinero. Jurando que volvería victorioso, su nombre fue escrito en la pizarra de apuestas y con ello, una leyenda a futuro se crearía por accidente.
Solo necesitaba obtener un party decente para llegar a Khim pero nadie quería acompañarlo y lo esquivaban al verlo como un desquiciado cuando se encontró a su primer aliado y amigo de la manera más bizarra posible. El clérigo Gallahad Dulac, cayó en una trampa colocada por Arthur y antes de bajarlo, lo convenció de unírsele.
-Inútil, quédate quieto para sanar tu espalda- Gal, lo salvo de morir...de nuevo
-Después de esto, vamos por aguardiente!- Arthur sacudía el cabello rubio de Gal que estaba lleno de hollín
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Matrimonio por Conveniencia
DiversosHarta de soportar a un marido infiel, una cuñada entrometida y a medio mundo que se puso en su contra, la condesa Miriel optó por planear un divorcio conveniente. -Ella y el conde son unas víboras háganme caso y empaquen sus maletas- planeaba sacar...