Aria de la Reina de la Noche

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Incapaz de moverse, Karina gemía de dolor. Cuando el fuego comenzó a mermar dejando una leve llama a su alrededor, el aire sofocante despareció haciendo que se desplomara en el suelo.

Su respiración difícil y entrecortada, daba a conocer como estuvo a punto de morir por lo que al levantar la vista, pudo discernir a quien estando poseída, la miraba con asco y desprecio.

Su respiración difícil y entrecortada, daba a conocer como estuvo a punto de morir por lo que al levantar la vista, pudo discernir a quien estando poseída, la miraba con asco y desprecio

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-E...eres la...nueva Gran Madre...eres su pariente...jeje- agitada, Karina se burlaba del linaje de Miriel

-He venido a cobrarles o...¿Acaso olvidaste mis palabras?- con los ojos entrecerrados, Miriel tocaba el grimorio flotante

Levantándose con mucho esfuerzo, el orgullo de Karina la obligaba a estar a su altura para encararla. Odiaba ser vista de menos y se valdría de cualquier artimaña para lograrlo.

-Juraste volver en un descendiente directo... Melisande no te traicionó, tu hija se infiltró entre nosotras para vigilarnos, verdad? Jajaja! Significa que Kashmir...esa escoria sobrevivió y logró concebir al hijo de ese repugnante hechicero!- descubrir que fueron timadas, la enfadó

La suave mueca en Miriel, auguraba un mal presagio.

-LOS hijos de Kashmir...oh!- al ver que levantaba dos dedos y enfatizaba la cantidad, la poca cordura de Karina se fue al demonio

Preparando lentamente un cuchillo oculto en su cintura, sacó fuerzas de muy dentro suyo y pretendía asesinarla por sentirse embaucada. Pero el llanto de las chicas y la magia descontrolada de Frank y Sirin, la hicieron titubear.

Lo que necesitaba para restaurarse y sobrevivir, yacía en manos del hechicero y la bruja que lo asistía. Sin pensarlo mucho, usaría su último recurso sacando provecho del tiempo que necesitaba Miriel para lanzar su hechizo.

-Bien planeado maestra, pero yo también puedo jugar sucio. Fiu fiu! Alberich!!!-

El rey lobo que fue quemado, se reincorporó para obedecer y saltando sobre el escudo, iba tras las personas en el interior. Con esa distracción, Karina corrió con el cuchillo en una mano mientras que con la otra, arrojaba bolas de fuego.

La provocación fue inútil pues alguien, desvió las bolas para dejar que Miriel terminara el ritual.

La provocación fue inútil pues alguien, desvió las bolas para dejar que Miriel terminara el ritual

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