La primera nevada de invierno se dió durante la madrugada y a diferencia del resto del país, en Hazel no se sentía el frío debido al domo impuesto por la Gran Madre.
Los carruajes militares llegaron a reclutar a los soldados antes de que todo se cubriera de nieve pero al cruzar la pared mágica, se llevaron una terrible sorpresa.
Según tenían entendido, Hazel era una ciudad agrícola ganadera muy fructífera y llena de vida pero lo que vieron, los dejó helados. Al ser considerados extraños con dobles intenciones contra los ciudadanos, la magia repelía la realidad ante sus ojos. Lo que ellos veían, distaba por completo de lo que los vecinos observaban.
Calles arruinadas, negocios vacíos y personas en la miseria mendigando. Incluso entre las personas solo abundaban gente enferma, ancianos y niños pequeños más los jóvenes que vinieron a buscar, no se hallaban por ninguna parte. Las miradas perdidas por el hambre y aquellos que se les acercaban para pedirles comida, exponían la poca atención que el gobierno les daba para acabar abandonándolos.
El teniente y sargento a cargo del reclutamiento, no comprendían como se llegó hasta ese punto ni tampoco la respuesta adecuada para sus superiores a la hora de justificar el porque no pudieron llevarse a nadie.
Mientras más avanzaban a la zona de haciendas para preguntar casa por casa, las personas los observaban temerosas y al presentarse los supuestos reclutas que figuraban en la lista, no era lo que buscaban.
-El general Saul Mayhew fue quien entregó la lista al destacamento, pero esto es ridículo!-
-¿Quiere mandar a menores de 10 años y enfermos al frente? Como trabajó con la reina bruja de Ursa, supongo que creyó conveniente hacer lo mismo con ellos- simulando dispararse, el teniente daba a entender el cometido de venir
-¿Se llevarán a mi hija? Ella es mi única ayuda en los quehaceres ya que su padre no puede levantarse de la cama!- Carmen Bonham suplicaba que no se llevaran a Darla
-Madame, no haremos tal cosa. Disculpe las molestias- los militares se marcharon y saludaban a los niños que ataban el cercado
-No te saques el amuleto Darla. Hasta que no se larguen de aquí, deberán creer que eres una niña pequeña-
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Matrimonio por Conveniencia
RastgeleHarta de soportar a un marido infiel, una cuñada entrometida y a medio mundo que se puso en su contra, la condesa Miriel optó por planear un divorcio conveniente. -Ella y el conde son unas víboras háganme caso y empaquen sus maletas- planeaba sacar...