Ni dios salva a la reina

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El Mercado de los Duendes tenía más visitantes y comerciantes que nunca. El esplendor del que gozó en un tiempo remoto, retornó luego que se anunciara el exterminio de las plagas que lo atestaban.

Los constantes secuestros hacían imposible que alguien quisiese permanecer allí o montar un negocio. La plaga de brujas caníbales era un tema muy serio que acorraló a los mercaderes que pensaban en no volver hasta que su seguridad y la de su gente fuera garantizada.

La razón tras la imposibilidad de aniquilarlas, se debía al "Trato de Brujas" entre los dueños del mercado, la familia Van Horne y la gran madre Suaya para permitir el libre comercio con pase permanente de las lechuzas, luego de que ella salvara a...

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La razón tras la imposibilidad de aniquilarlas, se debía al "Trato de Brujas" entre los dueños del mercado, la familia Van Horne y la gran madre Suaya para permitir el libre comercio con pase permanente de las lechuzas, luego de que ella salvara al tatarabuelo del actual dueño de una enfermedad proveniente de un objeto maldito. Dicho objeto resultó ser un obsequio de Suaya, pero no se enteraron sino hasta más adelante.

Se vieron embaucados por terrible víbora ponzoñosa y al momento en que las lechuzas desataron su locura, los Van Horne maldijeron su decisión al dejarlas pasar aquel día para "ayudarles".

Estaban atados a una promesa mágica que de romperse, morirían maldiciendo el mercado y todos lo sabían por eso lamentaban que el actual dueño tuviese que lidiar con ello.

Aunque había algo que las brujas no previeron y fue que los Van Horne eran devotos de la iglesia del dios de la muerte. Así una mañana y luego de tantas oraciones, Herschel Van Horne recibió al mensajero de Hades que venía a entregarle la noticia de que el trato con Suaya había expirado por lo que era libre.

Entre burlas, el anciano que llevaba una guitarra anunció el nacimiento de una nueva Gran Madre y el de sus sucesoras, quienes manejarían su autoridad en ausencia de esta.

Sus linajes procedían directamente de la legendaria Morgaine por ende los tratos que cualquier bruja buscáse formar a partir de ahora, debían pasar por ellas primero caso contrario, carecerían de validez. Temiendo que las lechuzas fueran tras su benefactora una vez la noticia fuera pública, Herschel solicitó ayuda al hombre pero la respuesta sobrepasó su expectativa.

El emisario le aseguró que a cualquiera que osara dañarlas, los dioses se encargarían de enviarlos al infierno pues contaban con dos exterminadores y un carnicero de Hades como escoltas, mismos que próximamente estarían haciendo el trabajo de deshacerse de las plagas en el mercado.

Herschel agradeció la visita y para sacarse de encima a todas las lechuzas indignas, preparó la orden para botarlas de por vida. El día que la sucesora y los apóstoles del dios de la muerte llegaron, la voz se había corrido y Herschel fue a recibirlos para guiarlos hasta Madame Maysoon festejando por dentro el final de su agonía.

 El día que la sucesora y los apóstoles del dios de la muerte llegaron, la voz se había corrido y Herschel fue a recibirlos para guiarlos hasta Madame Maysoon festejando por dentro el final de su agonía

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