El Flautista de Hamelin

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Clover estaba sufriendo de una invasión de alimañas en los últimos días como si se estuvieran preparando para algo. Arañas, serpientes, alacranes, ciempiés, polillas, ratas, murciélagos y hormigas entre otras pestes causaron resquemor en la población.

LaVey se estaba hartando de tener que desalojar a las ratas a escobazos o usar fuego para espantar a los murciélagos del campanario con ayuda de las monjas del internado.

-Shu shu! Lárguense desgraciados!!- estaba furioso porque encontró a las ratas comiéndose los libros del catecismo

De repente, las ratas se quedaron inmóviles observando la puerta para al siguiente instante, salir huyendo despavoridas.

-Qué carajos?!- LaVey fue testigo de cómo tanto ratas como murciélagos escapaban de la iglesia escandalosamente y fue tras ellos hasta la entrada

-Qué carajos?!- LaVey fue testigo de cómo tanto ratas como murciélagos escapaban de la iglesia escandalosamente y fue tras ellos hasta la entrada

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Su extrañeza se convirtió en asombro al visualizar como un hombre con abrigo y sombrero negro parado bajo la farola esquivaba a los roedores.

-Buenas noches Aleister! Ha sido un tiempo...ahhh veo que aquí también están sufriendo de pestes!- una rata cruzó corriedo entre las piernas del hombre

-Eliphas! Gracias a dios estás aquí!- LaVey no sabía que cara poner ante Salazar

-Me tardé bastante pero ahora podré ayudar a las ovejas descarriadas jaja- cerrando las puertas, se sacó el sombrero para dejar al descubierto su cabello negro mezclado con canas y sus ojos color

-Ayer recibí un telegrama de la Santa sede notificando que hallaron indicios de brujería en el continente y debíamos permanecer alerta por los feligreses. Sinceramente no sé que esperar...-

-Así es mi viejo amigo, pero eso no quita que no vaya a atraparlas para purificarlas- Salazar se sirvió el vino que yacía sobre la mesa

-Qué?!- LaVey desvió sus pensamientos a las lechuzas y un dolor de cabeza brotó al hacerse el tonto sobre el asunto

-Entiendo que esto sea sorprendente aunque...mucho me temo que la mente maestra es la misma que maldijo este y los demás países- sacando un sobre de su abrigo, se la entregó al reverendo

-Maldecir? Imposible!- algo andaba mal y al leer la carta, una ira descomunal lo invadió

Salazar se había tardado en llegar a causa de que lo retrasaban constantemente. Ciudad que visitaba, resultaba estar repleta y a la vez vacía de demonios. Encontró vampiros, hombres lobo y uno que otro hereje, todos escondidos temerosos, no de el sino de algo mucho peor. A pesar que los capturó, ellos juraron en el estrado no estar involucrados en las matanzas y descuartizamientos que se propagaron por el continente pese a ello, fueron juzgados de igual manera.

Sin embargo, todos coincidieron con algo y eso les valió la prisión antes que la decapitación o la hoguera; los asesinatos eran obra de brujas recolectoras. Como obispo inquisidor experimentado, Salazar sabía como tratar con ellos pero encontró curioso que estos seres se volvieran tan cautelosos y se ocultaran de la vista de las personas más que buscar involucrarse en sus asuntos.

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