Pobre Sandra. De no haber cruzado la línea, Sirin no tendría que hacerle la vida miserable.
Usando a Gengis, la iba a castigar lo suficiente pues a través de sus ojos, era posible vigilarla y maniobrar impunemente.
Oculto entre los árboles de la casa, Gengis veía como la familia Krest regresaba del hospital. Una vez dejaron a Sandra sola en su habitación, el programa de tortura reinició con ruidos perturbadores. Despertando asustada, vió como la caja musical se encendió sola y la música se acoplaba al movimiento de sus muñecas en la repisa.
Las muñecas bailaban y reían como desquiciadas llamándola por su nombre, lo que causó que arrojara su lámpara contra la pared mientras gritaba que se detuvieran.
[Sandra, ven a jugar jajaja!]
La voz espeluznante de niñas la volvían loca.
-¡BASTA!-
Su padre llegó y viéndola alterada, ordenó a una sirvienta quedarse con ella hasta que se durmiera. El barón no sabía que hacer y al ver a su esposa parada inmóvil, le cabreó.
Su mujer, poco y nada aportaba por lo que el debía encargarse de todo desde que ella se hizo muy amiga de Madame FruFru. Un hecho que le hacía sospechar fervientemente que su esposa era bruja.
¿Qué otra explicación habría a los acontecimientos extraños que lo rodeaban si no se trataba de brujería?
Si la situación se complicaba para peor, el barón ya contemplaba el divorcio en su cabeza. No quería estar involucrado en otro escándalo y prefería largarse lejos que asumir las consecuencias de estar casado con una bruja.
La noche prosiguió normal pero en la mañana...
Durante su baño, Sandra intentaba calmarse en la ducha. Quería sacarse la inquietud y el miedo con el agua tibia para luego ir a descansar su pie.
*Plip plop*
El sonido de agua chorreando la sacó del trance para voltear a la tina. Se suponía que estaba vacía pero los charcos de agua alrededor, decían otra cosa. Cerrando la ducha, iba irse lentamente excepto que al ver una mano podrida salir de la tina, el pánico se apoderó de ella.
[Señotita Sandra...]
El cadáver de una mujer surgió para hablarle con una voz gutural sin mover la boca.
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Matrimonio por Conveniencia
De TodoHarta de soportar a un marido infiel, una cuñada entrometida y a medio mundo que se puso en su contra, la condesa Miriel optó por planear un divorcio conveniente. -Ella y el conde son unas víboras háganme caso y empaquen sus maletas- planeaba sacar...