La usurpadora

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Por primera vez en años, Mika se largó a llorar desconsolada. No había nada que la hiciera flaquear y menos dudar de sus acciones salvo una cosa; su hija.

La venganza de Bel llegó tarde pero segura al ente siniestro, vil y desalmado que arruinó a miles de familias en poco más de 100 años

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La venganza de Bel llegó tarde pero segura al ente siniestro, vil y desalmado que arruinó a miles de familias en poco más de 100 años.

De haber sabido que su hija y sus nietas estuvieron frente a ella, hubiera hecho todo lo posible para alejarlas de la gran madre. Sin duda le destruyó la vida a Miriel aceptando el cruel trato que las lechuzas ejercían hacia ella por considerarla una campesina.

Las veces que cruzaron camino, no fue nada agradable pese que en el fondo sabía que la joven no era peligrosa y por el contrario, solo buscaba proteger a sus hijas al igual que ella lo hizo un día con la suya.

Bailó en la palma de Belphoebe todo el tiempo y jamás se percató de que acabó como el juguete de alguien tan resentido que no dudó en involucrar a su hija para que la despreciara.

Lo único que le quedaba para congraciarse con aquella persona que nunca pudo ver crecer ni abrazar era el entregarle aquello que recibió tiempo atrás. Con su sacrificio buscaría convertirle en la próxima Gran Madre y así acabar con su maldición.

Rogando que el corazón de su hija y nietas no se corrompieran al recibir la bendición de la diosa Hécate, se cortó las palmas de las manos para dibujar con su sangre un sigilo de invocación en el piso de piedra de la celda.

Había pasado casi un milenio desde que una wicca se sacrificó por amor para entregar su aval a una digna candidata al puesto y cuando eso ocurrió, la actual Gran Madre se lo robó para consagrarse con el título. Ese secreto de sucesión solo lo sabían los nueve pilares y entre ellos, Mika era la única que se tomó la molestia de aprender a escondidas algo olvidado, complicado y prohibido por su aquelarre al ser obligada por su tía.

 Ese secreto de sucesión solo lo sabían los nueve pilares y entre ellos, Mika era la única que se tomó la molestia de aprender a escondidas algo olvidado, complicado y prohibido por su aquelarre al ser obligada por su tía

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Bajo la luz de la antorcha, Mika hizo el juramento y entregó su visto bueno a la heredera legítima de la bruja primigenia, su hija Mili.

-Mikaela Le Fay, descendiente de sangre de vuestra gracia Medea Morgaine Le Fay, presento a la candidata Emily para tomar el puesto de Gran Madre!- con una reverencia solicitaba que escucharan su pedido

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