Capítulo 2

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Parado frente al aeropuerto internacional Incheon, el alfa Kim Namjoon sostenía dos tazas de café en sus manos mientras esperaba pacientemente a que su amigo saliera a su encuentro.

Cuando Yoongi finalmente salió por aquellas puertas con solo una ligera mochila sobre su hombro y sin ningún otro equipaje, alzó una ceja mientras contemplaba el cabello de rubio de su amigo.

—¿Rubio? —preguntó, entregándole su taza de café.

—Estuve en una misión antes de llamarte —explicó—. Los gustos del tipo eran alfas rubios, de ojos azules, tuve que teñírmelo —se encogió de hombros no muy interesado.

—Aunque admito que se te ve bien, estoy acostumbrado a tu cabello negro, va a juego con apariencia solitaria, peligrosa y melancólica —comentó, con una pequeña parte de sus labios alzándose en una sonrisa ladina.

—Solitaria y peligrosa te creo, pero ¿melancólica? —alzó una ceja y negó—. Gracias por el café, ¿cómo supiste que estaba tomando descafeinado ahora? —preguntó, caminando junto al otro alfa.

—Antes de irme dijiste que dejarías la cafeína, no eres otra cosa más que decidido, por no decir excesivamente terco, por lo que supuse correctamente que en estos años podrías haberla dejado —respondió deteniéndose frente a su auto.

—No tiene sentido hacer una cosa si solo lo vas a hacer a medias —sonrió y se subió en el asiento de copiloto.

—¿Algún problema para dejar el trabajo? —preguntó Namjoon una vez estuvieron en la privacidad de su automóvil.

—Es lo que esperarías, me ofrecieron más dinero y beneficios si me quedaba con ellos, pero ya no era lo mismo —respondió vagamente—. Supongo que fue gracias a ti que me dejaron ir realmente con todo lo que sé e hice por ellos —le observó—. ¿Qué les dijiste?

—¿Por qué crees que yo intervine especialmente por tu bien? —preguntó el alfa contrario—. Digo, me caes bien, pero no tan bien —bromeó y dejó su taza en el reposa vaso entre ambos.

—Era bueno en mi trabajo, sé mucho más de lo que a ellos le gustaría admitir, soy su mina de oro en el mejor momento y un peligro para todos en el peor, nunca me dejarían ir como si nada —le recordó observando cómo se colocaba el cinturón de seguridad antes de comenzar a conducir.

En todos esos años que Yoongi no había visto a su amigo y mentor, este parecía no haber cambiado para nada.

Kim Namjoon seguía siendo unos centímetros más alto que él, manteniendo su cabello castaño oscuro corto y su cuerpo en excelente forma, aunque tal vez si podría haber aumentado más sus músculos desde la última vez.

Aquellos atrayentes hoyuelos en sus mejillas seguían igual de presentes que siempre y solo había unas ligeras arrugas para nada notorias cerca de sus ojos grises para alguien que ya tenía sus 37 años.

Aunque si había algo diferente en él, tendría que ser que no estaba ese característico ceño fruncido entre sus cejas que siempre había estado presente desde el mismo día en que lo conoció.

Pero bueno, se había percatado que ese gesto fue desapareciendo lentamente poco antes de que decidiera retirarse del ejército, por lo que Yoongi asumía que aquella persona especial que el alfa había conocido seguía en su vida.

—Tienes razón —asintió finalmente su amigo—. Les dije que tendría un ojo sobre ti y los amenacé con lo mismo que les dije cuando yo me fui —expresó.

—Interesante, yo también los amenacé con exponer todos sus sucios trapos si intentaban algo después de irme —sonrió ladino.

—Te enseñé bien —asintió el contrario, conforme—. Y dime, ¿por qué ahora? ¿Qué cambió? —preguntó, aprovechando de observarlo cuando se detuvo en un semáforo en rojo.

Lost on YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora