Capítulo 4

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—Un freppe y un capuchino para llevar —anunció repentinamente su compañero de trabajo, LuHan, golpeando el mesón que los separaba para llamar su atención.

Tal vez el golpe había sido algo innecesario, ya que le había escuchado perfectamente, y ni siquiera se trató de uno fuerte en realidad, pero solo ese pequeño gesto, logró asustar y estremecer ligeramente a Jimin, quien estaba con los nervios de punta luego de la amenaza de Taemin.

Prácticamente, el omega lo había estado viendo en todos lados desde aquel pequeño interludio en el baño, a pesar de que el alfa le había advertido que contactaría con él cuando lo necesitara y que hasta entonces le dejaría tranquilo hasta que su nueva pareja le aburriera.

Sí, eso no le importaba mucho a Jimin. Tal vez solo era algo de paranoia, pero había bajado la guardia solo unos minutos y Taemin había logrado llegar a él, no dejaría que eso volviera a suceder.

—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó, observándolo.

—No es nada. L-lo tengo —respondió en voz baja y un poco dolorosa, su garganta todavía sintiendo el agarre del abusador alfa en ella.

Si LuHan lo encontró extraño, no dijo nada más mientras le observaba con sus ojos ligeramente entrecerrados antes de volver a sus mesas.

Soltando un pequeño suspiro de alivio, el castaño omega inmediatamente preparó el pedido y lo dejó sobre el mesón, llamando a su compañero justo en el momento en que un cliente llegaba.

—Buenas tar-des, ¿qué puedo servirle? —preguntó Jimin torciendo sus labios ante lo terrible que había sonado su voz.

—Wow, ¿estás bien? —preguntó el hombre frente a él, observándole un poco preocupado.

—Comienzo de un resfriado —aseguró descartando con un ligero movimiento de mano—. Solo es mi garganta —prometió, señalando el lugar que la bufanda protegía.

—Oh, espero que te mejores pronto —comentó con una pequeña sonrisa—. ¿Tienen café descafeinado? —preguntó.

Jimin pegó una sonrisa suave en su rostro y asintió.

—Bien, quiero uno cualquiera mientras sea descafeinado, un americano y un mochiato —pidió y luego observó el mostrador de vidrio entre ellos para contemplar los pasteles—. También tres trozos de ese pastel de chocolate, por favor.

Asintiendo, el joven omega se alejó para preparar el café y los guardó dentro de una cajita para llevar. Volviendo al mesón, dejó los cafés y sacó los pasteles para guardarlos también dentro de una caja un poco más grande.

Corriéndose a la caja, Jimin anunció el total a pagar y luego le dio el cambio al beta.

—Muchas gracias por su compra, vuelva pronto —se despidió con voz baja y una amable sonrisa hacia el cliente.

Era de conocimiento común que recibía más propinas si sonreía y era amable con los clientes que un idiota malhumorado, o uno extremadamente coqueto como LuHan.

El beta le sonrió y dejó algo de propina directamente en el tarro al lado de la caja antes de retirarse con su pedido.

—Ese dinero es mío —reclamó LuHan apareciendo instantáneamente a su lado.

Jimin observó al rubio omega y negó suavemente.

—Sabes la regla, al final del día se cuenta la propina y se divide justamente —le recordó tomando un trapo para limpiar el mesón.

—¿Qué sucede con tu voz? —preguntó fruncido el ceño—. Te lo he querido preguntar cuando llegaste, pareciera que tuviera un camión ahí atrapado —señaló su garganta.

Lost on YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora