Capítulo 25

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Jimin se estremeció ligeramente cuando una mano abierta golpeó en su trasero, provocando un horrible ardor, y en seguida, una ronda de risas escandalosas y borrachas prosiguió.

—Por favor, no haga eso —pidió manteniendo su pequeña sonrisa profesional mientras terminaba de servir los tragos.

—Vamos, todos aquí sabemos que te gusta, lindura —se rió el alfa que le había nalgueado, colocando un billete por el borde de su ajustado pantalón corto que con suerte cubría las mejillas de su culo.

—No, no lo hace, pero gracias —respondió manteniendo su tono suave mientras sus manos se aferraban con fuerza a la bandeja circular entre ellas.

Alejándose antes de que pudieran invitarlo, u obligarlo a sentarse con ellos y beber, el omega se retiró esquivando los cuerpos danzando y las manos ajenas deseosas por tocar y pellizcar.

—¿Todo bien, Minnie-ah? —preguntó la alfa detrás de la barra.

Jessica o Jessi, como le había pedido que le llamara, era una alfa bastante amable y única a su manera que, por supuesto, no soportaba la mierda de los demás que se creían superiores a ella solo por ser hombres.

Desde que había entrado, Jessi lo tomó bajo su protección, lo que por supuesto ayudó a recibir un trato un poco más digno que los otros camareros, quienes estaban más que bien con el tema de coquetear y restregar sus traseros en los regazos de sus clientes con tal de conseguir más dinero.

Jimin necesitaba dinero, pero tampoco estaba tan desesperado por ello.

—Sí, solo fue una nalgada —asintió deteniéndose frente a la barra.

—Recuerda que tienes que avisarme si alguien intenta algo más contigo —le recordó.

—Lo haré, gracias —sonrió suave y cerró sus ojos con fuerza cuando un cuerpo se posicionó detrás de él y una mano serpenteó hasta su entrepierna.

El asco invadió su sistema y recuerdos desagradables evocaron de lo profundo de su mente, donde generalmente los mantiene oculto.

—Atrás, bruja —ordenó Jessi, inmediatamente dejando de limpiar un vaso para pararse frente a ellos.

—Solo quería preguntarle si deseaba pasar un buen rato conmigo —ronroneó la mujer, presionando sus pechos en su espalda—. Tengo una cosa por los omegas tan lindos y pelirosa como tú —comentó, acercando sus labios a su nuca.

—No, gracias —respondió forzadamente, intentando escapar de las manos de la clienta.

—Oh, vamos —exclamó rodeándole con sus brazos, acariciando su abdomen desnudo por la minúscula camiseta.

—Te dijo que no, perra —gruñó Jessi y dejó con fuerza un vaso de cerveza sobre la barra—. Ahógate con eso y lárgate, ya vamos a cerrar —anunció.

Afortunadamente, la beta felizmente aceptó el trago gratis y se alejó de ellos rápidamente.

—¿Realmente ya vamos a cerrar? —pregunto Jimin, esperanzado.

—Sí, son las cuatro —anunció y señaló a los guardias que se habían comenzado a mover sacando a los clientes.

—Gracias a dios —exclamó, derritiéndose automáticamente en un banco frente a la barra—. Ya había rebasado mi límite para soportar a estos idiotas —suspiró con sus manos en su rostro.

—Ten, bebe una cerveza para relajar los nervios —aconsejó su amiga, dejando un vaso con cuidado frente a él.

—Preferiría una botella de agua, todavía tengo que llegar a mi casa —pidió.

Lost on YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora