Capítulo 19.
Carlo.
La altura en la que estaba esa habitación del hotel me permitía ver casi toda la extensión de la ciudad y me permitía embestir contra la mesa a esa mujer pelinegra al aire libre en el balcón, dejando que este chocara con nuestros cuerpos ya cansados. Lucio follaba adentro con dos mujeres más en la cama. Mi mano sostenía su cabello y la otra movía sus caderas para hacer que su trasero se restregara sobre mi verga. Ella se sostenía de la mesa.
Mañana seríamos los putos dueños de las rutas más importantes de cocaína y heroína de Turquía.
Mañana por la mañana, seríamos los putos dueños de ochenta millones de euros.
Pronto seríamos los dueños de toda Italia con el negocio que quería implementar con los Rinaldi y si matábamos a la escoria rusa, también lo seríamos de la parte suroeste de ese país.
Los negocios "limpios" con todos esos políticos también rendirían frutos.
Antonnio lo llamaba un poderío sin límites. Yo lo llamaba, tomar lo que nos pertenece.
La mesa tenía líneas de cocaína preparadas y unos cuantos billetes, vasos y botellas de alcohol, cigarrillos y condones. La música provenía de adentro. Ella no me pidió dinero, me pidió droga como pago. Y aquí estaba, cogiéndome a una prostituta drogadicta. Le dije que podía consumirla al terminar, para evitarme un puto problema.
Embestí más fuerte cuando su cuerpo reaccionó, apretándome más y más, apreté su piel, marcándola. Estaba a punto de terminar, pero no quería todavía.
—No pares — dijo.
—Todavía no — advertí apretando la mandíbula, dándole una nalgada para que disminuyera la velocidad — todavía no.
Una distracción barata de la cual no sabía su nombre, una mujer más a la lista.
Me senté en una silla y comenzó a empalarse de nuevo en mi dureza. Dejándome devorar sus pechos, dejándome sentir su respiración agitada por la excitación.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos para dejarla venirse primero, comencé a sentir como su cuerpo temblaba. Sus movimientos comenzaron a ser más rápidos que tuve que sostenerla de las caderas para que no cayera hacia atrás y para tratar de no venirme. Pero supe que sería imposible no hacerlo pronto cuando...
—Vamos, Ciara — gruñí cuando metí su pezón a mi boca —, móntame nena, más rápido — ella comenzó a reír y yo seguí lamiendo.
—Mi nombre es Renata, pero seré quien tú quieras — empezó a moverse más y más rápido.
Cabello negro y ojos cafés pasaron por mi mente como si un rayo invadiera el cielo al llegar a mi liberación.
Muslos medianos, inteligencia y la puta boca viperina me hicieron apretar la mandíbula, era un puto fastidio de mujer. Grosera y miedosa. Enojona y taciturna. Preciosa y...
Recibí unos cuantos rasguños en los hombros por la intensidad del orgasmo que llegó a ella al mismo tiempo que conmigo, haciendo que temblara encima de mí.
Todavía tenia ese recuerdo cuando me agradeció lo de su apestoso perro la primera vez que pisó la mansión. Todavía tenía su olor...ese día tuve que subir a darme un baño de agua fría durante un rato y no funcionó.
Te odia tanto como yo.
Todavía recordaba sus golpes en el pecho cuando sobrepasé la línea esa tarde...sus lágrimas que quise lamer para probar algo de ella. Había pensado tanto en lo que dijo Antonnio.
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Los Pagano [EDITANDO]
RomanceBusqué ayuda en él. Pero encontré algo más. Los encontré a ellos. O ellos a mí. Un golpe de suerte de algo que estaba prohibido, pero que me hacía querer más y más. Su pasado no me hizo alejarme aun sabiéndome en peligro. Su pasado me hizo encont...