No será algo nuevo.

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Capitulo 64.

Ciara

—Tengo todo preparado para el próximo sábado, los boletos, las máscaras y...

—Los hombres de mi padre —Nevahe se deslizaba en la silla de un lado a otro como si fuera una niña pequeña por toda la sala.

—¿Es costumbre interrumpir cuando alguien más está hablando? —interfirió Sara cuando Nevahe interrumpió a Torre Marfil.

—Lo es —volvió a deslizarse de regreso.

Sonreí por la pequeña discusión y por darme cuenta de cómo ahora la sala de juntas de nuestras oficinas no estaba llena de testosterona y perfumes fuertes, sino que ahora yo, junto con esas tres cerebritos, armábamos un plan a espaldas de mis prometidos para poder impresionarlos y regalarles algo a cambio por todo lo que habían hecho por mí. Les regalaría algo que se merecían y que llevaban tiempo anhelando, mataría dos pájaros de un tiro. Les daría esa satisfacción de poder seguir teniendo el poder que por años los había caracterizado.

No los apartaría de una vida para la que nacieron. Y para ser sincera, no los alejaría de una vida que les sentaba muy bien a ambos al ser los más temidos del norte de Italia. No podía ser tan egoista para quitarles lo que son. Pero tan poco tan estúpida para dejarlos enfrentarse a los peligros de siempre sin tener un respaldo.

El tiempo volaba con todos los preparativos. El tiempo se resumía en sonrisas al despertar en medio de esos dos brutos cachondos, de saberme amada y cuidada. El tiempo trataba de sanar, pero sabíamos que Carlo todavía no estaba bien, no había visitado las tumbas de nana y Danna y seguía teniendo pesadillas por las noches.

Ya no quiso hablar del tema desde que salimos del hospital. Y todos respetábamos esa decisión.

—¿Cómo sabemos que no vas a traicionarnos? —le dije a la hija del diablo después de tomar del té que Carlo me llevó por la mañana.

—Si hubiera querido hacerlo, ya no estarías aquí parada preguntándome esa pendejada.

—Bien —respondí —, ¿que saben ellos? —inquirí en dirección a Torre Marfil.

—Que los hombres que contraté son asesinos a sueldo. Veinte para ser exacta, todos de Polonia, entrenados.

—Mantengan un perfil bajo, quiero que sea una sorpresa.

—Escuché que Antonnio te lo propuso —dijo Torre Marfil.

—Si —sonreí —, me tomó por sorpresa.

—Asegúrate de no cagarla por la emoción —respondió y curveó sus labios un poco dejándome ver un atisbo de sonrisa.

Sara se acercó y tomó mi mano.

—No tienes un anillo —me miró con extrañez.

—No todavía —dije apretando su mano—, eso no es tan importante, tenemos una gala a la que asistir y con la palabra de ambos me basta.

—¿Ambos? —dijo Sara con sorpresa y sólo asentí mirándola—, vaya, que suertuda hija de puta.

—Lo sé.

—¿Me dejarás montar un espectáculo cuando llegue el momento? —inquirió Nevahe cambiando el tema.

—Siempre y cuando sea uno bueno —dije.

—Créeme, lo será.

***

Mordí mi hamburguesa mientras Carlo cambiaba el canal de la televisión, Antonnio se duchaba y Panqué se había quedado a dormir con Dantes, tratábamos de encontrar algo para distraernos antes de mi cita con el obstetra, quien, desde la paliza que Carlo le dio, se limitaba a hablar sobre el tratamiento y nada más.

Los Pagano [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora