Antesala de la muerte.

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⚠️Este capítulo contiene:⚠️

⚠️ACOSO/ MALTRATO PSICOLÓGICO Y FÍSICO/ UN ATAQUE DE PÁNICO/UN ASESINATO.⚠️

Si quieren sufrir más, escuchen la canción mientras leen.

Capítulo 44.

Ciara.

—Jaque mate —dije aventando la pieza fuera del tablero que me hizo ganar con la que estaba entre mis dedos. Una jugada simple que hasta un niño pude haber hecho.

Estábamos rodeadas de algunas reclusas como espectadoras después de la hora de comida, Nevahe a mi lado y Nieve detrás de mí. Mascaba chicle de manera ruidosa y trenzaba mi cabello por milésima vez mientras yo me aseguraba de ganar, de nuevo.

El labio punzaba dolorosamente, mi ojo y mi mejilla estaban morados por las interminables golpizas que Ben me regalaba por no poder cargar las enormes cajas de ropa sucia, o cuando me tardaba apenas un minuto más en llegar a mí celda, pero la mayoría eran pura diversión. Me dolían las costillas al estar sentada, pero tenía que ganar.

La reclusa contra la que estuve enfrentándome toda la semana me acribilló con sus ojos azules, algunas se burlaban de ella cuando esas dos palabras salían de mi boca, se alejaban aburridas al ver que yo no perdía. Clarissa. Así se llamaba, la de la celda setenta y tres. Parecía ser menor a mí edad, pero en lo que a agresividad y malas palabras se trataba, tenía más experiencia que yo. Que todas, al parecer.

Jaque mate.

Se había vuelto mi palabra de seguridad, la certeza de que ellas iban a cuidarme, si es que podía llamársele así a dormir en el suelo porque a Nevahe le gusto mi cama desde que llegué, o si podía llamarse seguridad al tener que darle mi comida y esas tartas deliciosas de fresa. O tener que cederle mis baños y llevar más de una semana sin haber tocado el agua. Solo me usaba para jugar y no quedar como una idiota. A veces me defendía de las demás, pero ella me trataba peor.

Agregando a mis pesadillas a Ben. Pues a cada oportunidad atormentaba mi puta existencia. Golpes en mi trasero cuando pasaba a mi lado en la fila para la comida, miradas lascivas cuando salía del baño, los roces de su miembro entre mis nalgas cuando entraba a la lavandería mientras yo cumplía mi turno de trabajo, pretendiendo querer alcanzar algo de las mesas. Movía las cámaras con la macana para que no vieran lo que ocurría, las que trabajan ahí fingían no mirar por el miedo que este les causaba. Ese hijo de puta tenía el poder sobre casi todas.

Como deseaba verlo muerto. Pero antes de eso ansiaba ser espectadora de la tortura de esos dos hombres con los que no dejaba de soñar desde que pise esta cárcel.

—De nuevo —gruñó y Nevahe chasqueó la lengua.

—¿No te cansas de perder ni de quedar en ridículo frente a todas las que dicen temerte? —dijo Nevahe burlesca.

—Cierra la puta boca, Nevahe. Ella está ganando por ti, zorra.

—¿Cómo me llamaste? —gruñó la pelinegra y se abalanzó sobre ella cuando se subió a la mesa para atravesarla, tirando todo a su paso, causando una riña que seguro les costaría una o dos semanas en la famosa "antesala de la muerte".

Una celda alejada de todas en el piso de abajo, paredes de cemento, sin ventanas, sin luz, sin nada. Un rectángulo donde tenías que quedarte de pie hasta que el castigo fuera levantado, no veías la luz del sol de los descansos en el patio, no comías, no bebías nada.

Me dediqué a mirar como peleaban, como los guardias llegaron para tratar de separarlas con golpes y gritos. Clarissa gritó cuando Nevahe le mordió la mejilla. La de ojos azules le dio un golpe con la cabeza en la frente haciendo que Nevahe la jalara del cabello cuando se dio cuenta que sangraba, era toda una enredadera de piernas, puños, golpes, mordidas y rasguños.

Los Pagano [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora