😏 Leer el capítulo con la canción de fondo para mayor satisfacción. 😏
⚠️CONTIENE UN ASESINATO.⚠️
Capítulo 42.
Antonnio.
Mi camioneta estaba estacionada afuera de la casa de ese cabrón, mis ojos ardían por el maldito sueño, pero mi venganza no podía esperar, pues estaba irritable desde que me enteré hacía unas horas. La ventana estaba abajo, permitiendo que el humo de mi cigarro saliera, pero que la nicotina se impregnara en mis pulmones tanto como ella lo había hecho en mi puta alma. Los G estaban enfrente. Callados y asesinos, como siempre. Con lentes oscuros bajo el ónix de la noche.
—De la señal y entraremos, señor.
—No —demandé al mismo tiempo que sacaba el humo del cigarro—, esto lo haré yo. Vigilen la entrada solamente.
—Señor —respondieron ambos al unísono. Entrenados. Sigilosos, mis mejores hombres.
Bajé de ahí, abotoné el saco y caminé hacia la entrada con el cigarro en la boca mientras acomodaba el cuello de mi camisa, esto sería una puta fiesta a la cual tenía que asistir casi vestido de gala para matar a ese hijo de las mil putas, mi cacería empezaría en menos de diez pasos. Carlo se enojaría al saber que iba a matar sin él. Pero esto no podía esperar. Pues había más en la lista de espera para recibir algo de mí. Algo doloroso.
Sara volaba desde Manchester, pues Torre Marfil hizo lo que le pedí.
Saqué el arma con una mano y con la otra sostuve el cigarrillo para darle dos caladas más. La sangre me hirvió al recordar como ese guardia la sometió. Cuando llegué a la puerta, olvidé que era un caballero. Cuando mataba y follaba, esa palabra desaparecía de mi vocabulario.
Con una patada abrí la puerta anunciando mi llegada, El Diamante de Sangre haría su gran espectáculo esta noche, que era digno de mirar, pero la única audiencia sería yo y Dios, quien supuse ya había condenado mi alma hacia el infierno por todo lo que hacía, por toda la sangre que manchaba mis manos.
Era algo que no me importaba en lo más mínimo.
Escuche ruido en la cocina. Ahí estaba mi objetivo. Ese hombre sin familia, con dos putos gatos y con las deudas hasta el tope por la hipoteca de su casa.
Sin aviso, sin límites. Disparé en una de las paredes a lado de su cabeza. Él trato de cubrirse y yo reí al recargarme en el marco de la puerta.
—Para ser un policía te espantas muy fácil —crucé un pie frente al otro y jugué con mi pistola.
—¿Quién demonios eres? —dijo con esa palidez en su rostro cuando me vio.
—Eso no importa —dije —, lo que importa aquí, es que te vas a morir por haber tocado a mi mujer.
Le disparé en una pierna y cayó deslizándose por la alacena.
—¡No sé de qué hablas! —gritó y trató de detener la sangre que salía de la herida.
—Claro que lo sabes —apunté de nuevo y volví a disparar en su rodilla. Cada disparo era un recuerdo de mi niña siendo esposada, siendo exhibida. Otro más, y otro más, todos en sus piernas. Cada disparo era un recordatorio para no perder más tiempo y regresarla a casa conmigo.
—Tu detuviste a Ciara Kendrick hace unas horas —llegué hasta él, ya con la bilis en mi garganta —, ¡y al hacerlo firmaste tu sentencia de muerte! —bramé y apunté de nuevo, disparé en su estómago —, maldito hijo de puta, ¿te creías superior por haber atrapado a una mujer, por reírte mientras ella moría de miedo?

ESTÁS LEYENDO
Los Pagano [EDITANDO]
RomanceBusqué ayuda en él. Pero encontré algo más. Los encontré a ellos. O ellos a mí. Un golpe de suerte de algo que estaba prohibido, pero que me hacía querer más y más. Su pasado no me hizo alejarme aun sabiéndome en peligro. Su pasado me hizo encont...